Nos esperan y conviene no bajar la guardia. El aumento de las horas de luz solar y la llegada del buen tiempo multiplica las salidas al campo, donde no todo es paz, armonía y aire puro. Pulgas, piojos, chinches, mosquitos, garrapatas... Impulsado por, entre otros ... factores, el cambio climático, este ejército voraz es más poderoso cada año. Ávidos de la sangre que necesitan para su propia supervivencia, su actividad se traduce, solo en La Rioja, en miles de picaduras y mordiscos en cada ejercicio, la mayoría sin consecuencias graves más allá de un picor o una erupción cutánea molesta. Pero no siempre. Desde hace años el incremento de las enfermedades transmitidas por artrópodos va al alza y algunos de estos males, sin un tratamiento temprano, pueden ser letales.
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Hace unos días el Ministerio de Sanidad lanzaba la alarma frente a un problema de salud pública cada vez más madrugador. Un hombre, ingresado en un hospital salmantino desde el 27 de abril tras la picadura de una garrapata, fallecía días después por fiebre hemorrágica de Crimea-Congo. La víctima mortal es la quinta registrada en la última década en España, donde se han registrado 13 episodios de esta enfermedad.
En la misma semana, Sanidad confirmaba el primer caso de Virus del Nilo occidental, una enfermedad transmitida por mosquitos, con un niño menor de 5 años de Lebrija (Sevilla) como paciente. Detectada por primera vez en España en 2004 y con un brote importante en 2020 –77 infectados y 8 fallecidos–, lo habitual era que los casos apareciesen avanzado el verano, jamás tan temprano.
«Esa tendencia al alza en la incidencia se ha visto ya en estos últimos años. El cambio climático es uno de los factores aunque no el único, ya que también influyen las rutas migratorias de las aves, que están cambiando; la globalización y los viajes, el acercamiento de la vida silvestre a la vida ciudadana, el incremento de las mascotas…», explica Arantza Portillo, doctora en Bioquímica y Biología Molecular e investigadora del Laboratorio de Patógenos Especiales-Centro de Rickettsiosis y Enfermedades Transmitidas por Artrópodos Vectores (Cretav) del Cibir y del Departamento de Enfermedades Infecciosas del Hospital San Pedro.
«Todos esos factores, que están haciendo que las especies se expandan. influyen no solo en el artrópodo, sino también en los microorganismos que lleva en su interior y en la relación entre ambos», añade la experta, que resalta que «hay estudios de modelos predictivos que indican que puede haber cambios en enfermedades si la tendencia climática se mantiene y provocar, por ejemplo, que la malaria sea desplazada por el dengue en ciertos países de África».
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En el caso de La Rioja la principal preocupación sanitaria fija el foco de vigilancia en las garrapatas, responsables de la transmisión de algunos males graves, como la enfermedad de Lyme, anaplasmosis, babesiosis, fiebre botonosa, debonel, tularemia o fiebre hemorrágica Crimea-Congo.
Con una treintena de especies diferentes de garrapatas identificadas en nuestro país, de las que al menos 26 de ellas pueden picar al hombre, en la región la que más problemas ha generado históricamente ha sido la Ixodes ricinus, seguida de Dermacentor marginatus (de octubre a mayo). Y tras ellas, Rhipicephalus sanguineus, Rhipicephalus bursa, Hyalomma marginatum y Haemaphysalis punctata. «Cuando nosotros empezamos a estudiar esto hace 20 años, la diferencia era clara, había ciertas especies que generalmente tenían un pico en primavera y un pico en otoño y otras especies estaban más asociadas a los meses fríos, pero esa tendencia está cambiando poco a poco, e incluso las de los meses fríos se están desplazando hasta la época estival», resume la doctora.
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Además de que con el calor y la humedad adecuada los ciclos vitales y reproductivos se acortan y crecen en número, la suavidad de los inviernos permite una mayor supervivencia de adultas y, por tanto, que las colonias se multipliquen. «Sabemos que, en general, las garrapatas están cambiando su distribución y su comportamiento. En los últimos años hemos visto un aumento de personas picadas por Hyalomma marginatum en La Rioja. Y desde que nuestro grupo encontró el virus de la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo en garrapatas Hyalomma lusitanicum de Extremadura, esta especie se está encontrando también en mayor número y en zonas donde antes no se había apreciado, aunque por ahora no aquí», explica la responsable del Cretav, que lidera un proyecto nacional, en el que trabajan medio centenar de investigadores, para estudiar el riesgo de sufrir una enfermedad transmitida por garrapatas presentes en parques urbanos.
El peligro de contraer una enfermedad en La Rioja no es alto, pero existe. Cada año medio millar de personas son atendidas por picaduras, y algunos episodios se complican. De hecho, en 2022 hubo una treintena de ingresos hospitalarios por fiebre botonosa, borreliosis y complicaciones neurológicas.
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Arantza Portillo
Doctora en Bioquímica y Biología Molecular e investigadora del Cretav-Cibir
Por ello, los expertos insisten en trasladar una serie de recomendaciones sencillas pero claves. «El problema es que en la mayoría de los casos no te enteras de que te ha picado, por eso hay que estar vigilantes y revisar nuestro cuerpo y ropa al volver a casa», detalla la doctora Portillo, que incide en los beneficios de conservar el ejemplar que nos haya picado por si aparece alguna manifestación clínica y poder diagnosticar antes la patología.
Los radares apuntan también con esmero a los mosquitos y, en concreto, al mosquito tigre ('Aedes albopictus'), detectado en la región ya en 2020, en concreto en Haro, donde se encontró un huevo. Sin pistas en 2021 tras tomarse las oportunas medidas, la especie reaparecía en 2022 en la capital jarrera y el pasado año, en Logroño. «El problema de esta especie es que, además de su agresividad y facilidad de adaptación, puede ser transmisora de enfermedades tropicales graves, como zika, dengue, fiebre amarilla y chikungunya», explica Arantza Portillo, quien aclara que «la ventaja es que no es buen transmisor de los virus que más nos preocupan. Ya está establecido en La Rioja y por eso se deben tomar precauciones».
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Otras especies de especial preocupación que sí han sido detectadas en España son el mosquito de la fiebre amarilla (Aedes aegypti), en Canarias, originario del África Subsahariana y principal vector de transmisión de los virus zika, dengue, fiebre amarilla y chikungunya; y del mosquito del Japón (Aedes japonicus), potencial transmisores del virus del Nilo occidental, detectado en Asturias.
«Hay que estar vigilantes e intentar controlar las poblaciones, que es también responsabilidad de todos los ciudadanos, por ejemplo no dejando recipientes con agua para evitar que el mosquito críe porque se reproducen muy rápidamente», advierte la experta, quien recuerda que la ciudadanía puede colaborar también en la batalla y vigilancia a través de la aplicación Mosquito Alert.
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En unas semanas puede volver a generar también problemas la mosca negra, en concreto la Simulium erythrocephalum, una especie autóctona que, aunque no está confirmado que sea transmisora de enfermedades, sí que provoca dolorosas molestias tras el ataque de sus mandíbulas. En los últimos veranos, los expertos del Cibir han trampeado los entornos fluviales de la capital riojana para prevenir posibles riesgos de plaga de este simúlido.
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