Determinar las causas que están detrás de la escalada de agresiones sexuales resulta «complejo». Los últimos informes elaborados por la Fundación ANAR, que dispone de un teléfono y de un chat que ayuda a niños y adolescentes en riesgo; y por Save the Children ya ... asocian el incremento de este delito contra la libertad sexual a la tecnología y al consumo de pornografía, que se da en siete de cada diez adolescentes.
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Sobre estas dos cuestiones también inciden distintos expertos de la región. El sociólogo del Observatorio de la Juventud de Logroño, Luis Alberto Sanvicens, expone el «consenso general» que hay al vincular el aumento de las agresiones sexuales «con la nueva pornografía 'on line' y el mayor consumo de la misma». En ella, «están muy presentes los elementos de violencia y hay una absoluta falta de consentimiento por parte de las mujeres, a las que se les trata como un mero objeto sexual y de una forma mucho más abultada que en la pornografía tradicional».
Un acceso a todo tipo de contenidos explícitos que «preocupa bastante» en Proyecto Hombre La Rioja. «Normaliza la violencia hacia las mujeres, en muchos casos, con faltas de respeto, abusos o conductas peligrosas... Distorsiona la realidad y provoca problemas de autoestima en los menores», señala David García, director de la citada entidad en la región.
El problema, no obstante, es que desde edades muy tempranas «los niños y adolescentes pueden visualizar este tipo de contenidos de manera ilimitada, en cualquier momento y lugar, porque disponen de un dispositivo móvil avanzado e inteligente». Por eso, «la única idea que se hacen los adolescentes de la sexualidad es la que allí aparece representada y en algunos casos, acaba sucediendo que intentan reproducir en la realidad lo que ven a través de los teléfonos».
García, a su vez, establece una relación «muy clara» entre el consumo de sustancias y de otras drogas, como el alcohol, con la comisión de esta tipología de delito contra la libertad sexual. «Es un detonante de la agresión sexual», asegura. A todo ello también hay que añadirle la falta de educación afectivo-sexual, ya que existe «una percepción absolutamente distorsionada de las relaciones sexuales por un acceso a la sexualidad de manera patológica», sostiene María Victoria de Pablo, letrada de la Asociación Clara Campoamor en La Rioja.
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Ante esta situación, como expone el sociólogo del Observatorio de la Juventud de Logroño, «hay que hacerles ver que estos contenidos explícitos no se corresponden con la realidad y que también son rechazables en sí mismas esas conductas violentas sobre la mujer». Además de ser inadmisibles, son «ilegales y perseguibles».
La nueva pornografía es asequible, gratis en la gran mayoría de los casos. También es accesible: está disponible en todo momento en portales que no verifican de forma eficaz la edad de sus visitantes. Su consumo resulta más fácil y más tentador que nunca: se ve de forma oculta, sin dejar huella.
No todo el visionado de porno termina en un consumo excesivo o en una adicción, pero conviene conocer señales de alerta. Algunos indicios a tener en cuenta: si el entorno no favorece al menor, si le falta seguridad en sí mismo, si es impulsivo, depende demasiado del móvil o lo usa en lugares privados.
El problema, no obstante, es que «a veces los padres tienen un cierto tabú para hablar de sexo con sus hijos y dejan que lo hagan en el colegio, con los amigos o de forma casual a través de la pornografía», apunta García. A muchos niños, en las búsquedas que efectúan a través de internet, les aparecen contenidos explícitos que «en muchas ocasiones suponen su primer contacto con las relaciones sexuales».
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«Hacen falta más recursos, pero mientras no exista una correcta educación afectivo-sexual en las aulas, lo tendremos mal», pronostica la letrada. Por todo ello, incide García, son los padres y los centros escolares los que tienen que «informarse y ser capaces de hablar de las relaciones sexuales y afectivas de una forma natural, con valores de respeto y solidaridad».
Teniendo en cuenta que el primer contacto con la pornografía puede producirse de forma accidental y a edades muy tempranas, cuanto antes se aborde este tema con los niños en casa, antes se podrán prevenir sus posibles efectos negativos. Lo ideal es hacerlo tan pronto como tengan acceso a internet.
Es importante tener un canal abierto de diálogo, en función de la edad, para ser una referencia en estos temas y que los hijos entiendan que pueden preguntar cualquier duda. Las noticias, las series o las canciones pueden ser buenas ocasiones para iniciar la conversación y responder a sus preguntas. Es preferible, no obstante, tener estas conversaciones en privado. No juzgar, comprender y acompañar son actitudes básicas. Cada explicación debe ser acorde a la edad, madurez y modo de ser del menor. Desde muy pequeños se les puede enseñar a diferenciar imágenes 'buenas y malas'. Y poco a poco se puede conversar sobre la importancia del respeto al cuerpo, la atracción y el deseo.
Hace falta «marcarles límites, porque con esa sobreprotección también provocamos que piensen que pueden conseguirlo todo y que lleguen a tener actitudes violentas o agresivas por no lograrlo». Aparte de este control parental, «también tienen que desarrollarse políticas que limiten de forma clara el acceso de los menores a contenidos pornográficos, de adultos o no adecuados».
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