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El colegio de San Román de Cameros, perteneciente al CRA Las Cuatro Villas, inició ayer el curso con dos únicas alumnas: Carmen, de 11 años, vecina del pueblo; y Carla, de 6, vecina de Terroba. Óscar Virto es el nuevo maestro, y aunque antes ya había trabajado en el colegio rural de Medrano, nunca antes había tenido tan poco alumnado. «Para mí es una bonita experiencia, por eso repito. Me gusta por las peculiaridades, la cercanía con los alumnos y el pueblo», declara Óscar. Junto a él trabajan en la escuela otra maestra, Araceli, y una auxiliar técnico educativa, Paula.
Hasta el anterior curso, el colegio, que es el más antiguo de La Rioja (fundado en 1787), contaba con cinco alumnos, los tres que faltan son los hijos de una familia maliense que reside en Jalón y que ha decidido escolarizarlos en Logroño. «Lo normal no es que haya solo dos alumnas en un colegio, pero creo que también es una ventaja porque se les puede prestar más atención», advierte el maestro de San Román.
Lo curioso es que, mientras Carmen cursa su último año en Primaria y, por tanto, también en el centro, Carla está en Infantil, pero ambas, además de compañeras de colegio, lo son de clase, como es habitual en los CRA con tan pocos alumnos, como son el de Viniegra de Abajo y Cornago. «Sólo tenemos un aula, aunque la dividimos en espacios y sí que trabajamos de manera individualizada, impartiendo diferentes contenidos, dependiendo de su edad y del curso en el que se encuentran», explica Óscar Virto.
Óscar Virto
Maestro del colegio
Óscar Santolaya
Padre de alumna
«Todos desearían que más niños pudieran venir al colegio, pero padres y alumnas están muy a gusto», asegura el maestro, que considera esencial el colegio en un lugar azotado por la despoblación y la falta de servicios como el Camero Viejo. «Creo que es un acierto que colegios como este sigan abiertos para poder dar una educación de calidad», añade.
Una opinión similar tiene el padre de Carmen, Óscar Santolaya, vecino del pueblo, residente junto al resto de la familia apenas unas calles más abajo de la escuela, en la preciosa plaza de la Fuente. «Es una de las peculiaridades que haya solo dos alumnas pero lo que importa es tener el colegio abierto, porque eso implica que nosotros podamos permanecer aquí. Mi otro hijo, que también ha pasado por el colegio de San Román y ahora estudia en Logroño, dice que aquí vivió los mejores años de su vida», expone el padre. «La vuelta a las raíces, a la ruralidad bien entendida, es una manifestación de encontrarnos a nosotros mismos. Los niños disfrutan de una infancia de forma diferente, en contacto con la naturaleza, algo que no se puede hacer en Logroño», asegura. De hecho, en el recreo Carmen conduce a Óscar, Paula y Carla por el pueblo, les presenta a su perra, a sus gatos Fray Luis, Carita Redonda y Morro Largo y a sus gallinas, les lleva a conocer el huerto escolar y les enseña el espacio 'coworking' que construye su padre.
Es un entorno idílico en un pueblo de los más bonitos de La Rioja. ¿Cuál es el problema entonces? «El mayor problema es la vivienda porque desde que hicimos un llamamiento en 2016 hemos recibido más de 3.000 llamadas de familias interesadas en venir con sus hijos. El que quiere trabajar encuentra trabajo con bastante facilidad, el problema es la vivienda, que o no están en condiciones o no la hay y es un problema a tomar en serio», afirma Santolaya. «Para mí es muy cómodo porque me gusta el pueblo y es una oportunidad poder estudiar aquí», añade su hija.
Desde el Gobierno de La Rioja defienden que la apertura del colegio de San Román con sólo dos alumnos es «una apuesta por la escuela rural». «Hace años estuvimos en cuatro alumnos y no se prevé que haya más entradas este curso. Tenemos previsión de que entre otro niño que empezaría la escolarización el año que viene y aunque hay otro, no lo escolarizan aquí. Cada familia tiene su casuística», expone Carmen García, directora del CRA Las Cuatro Villas. «Mantener la escuela es una inversión. Si la cierras, parece que muere el pueblo», opina la directora, pero también considera que hace falta más apoyo: «Se necesita inversión para tener vivienda y trabajo y que las familias quieran venir».
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