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«Escuchamos socorro, socorro, un tiro, vimos una sombra, oímos un golpe de chapa y me pareció ver que agarraban algo grande, lo metían a una furgoneta con las luces apagadas y salían a la calle». Así ha detallado lo que vivió la noche del ... 29 de julio de 2021 entre las 21.00 y las 21.30 horas un vecino de Entrena que residía cerca del acusado. De hecho, su balcón, al que se asomó después de su mujer le alertara de que estaba escuchando gritos mientras él jugaba a la Play, daba a la parte trasera de la vivienda de O. P. R.
El último grito de socorro que escuchó «fue desgarrador», ha descrito. Preguntado por qué supo que se trataba de un disparo, ha explicado que es sudamerincano, que vivía en un «barrio muy pobre y he oido disparos todos los días». Ese mismo día no llamó a la Guardia Civil, ha justificado, «porque vive en un país en el que esto sucede a diario». Lo hizo dos días después, cuando la noticia de la desaparición de Javier Ovejas había saltado a los medios de comunicación y un helicóptero del Instituto Armado sobrevolaba su casa en busca de la víctima.
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Este testigo no ha sido el único que oyó ruidos aquella noche. Otro vecino que regresaba a casa de trabajar ha señalado en la sala de vistas que empezó a oir muchos gritos «de dolor extremo, como pidiendo ayuda», ha relatado. Los gritos «se oían en todo el pueblo, alteraron a todos los perros, podrían ser gritos de alguien que se estaba muriendo».
Después, ha proseguido, oyó como si fuera un ruido de petardos, entre cuatro y seis, y vio las luces de un vehículo que se movía en la parte trasera del patrio del acusado. ¿Por qué no llamó entonces a la Guardia Civil? le ha preguntado la defensa de O. P. R. porque «mi padre me dijo que seguro que se trataba de un loco».
En la misma sesión ha declarado un matrimonio que conoce al acusado. En concreto, la mujer ha detallado que unos quince días antes del 29 de julio de 2021, el procesado estaba «de bajón» porque le habían robado una colección de monedas y billetes.
El día del suceso le estuvo llamando y enviando varios wasap que ella no vio hasta la noche. A las 00.15 del 30 de julio le llamó. Al parecer, según ha explicado, quería que le llevara a Logroño por la mañana para arreglar un coche que se le había averiado en las proximidades del centro comercial Berceo. En aquella conversación no le mencionó que esa misma noche otro conocido, con quien tenía trato por un tema de perros, le había llevado ya a Logroño. En un primer momento esta mujer le dijo que no, pero a la mañana siguiente, ante la insistencia de O. P. R., accedió y ella y su marido le trasladaron junto al vehículo que, al parecer, no pudo reparar.
Una vez en Logoño y en el transcurso de una conversación, el procesado preguntó al marido de la pareja, que tenía conocimientos informáticos, cómo podía resetear su móvil, es decir, dejarlo en modo de fábrica, «como sacarlo de nuevo de la caja», ha especificado. De regreso a Entrena, el procesado recibió una llamada de la Guardia Civil para que fuera a declarar al puesto de Navarrete.
En la sesión de hoy también ha declarado el hombre que en la noche de los hechos llevó a O. P. R. en su coche a Logroño para que este arregalara el suyo. Al parecer, este tenía unos cachorros por los que se había interesado el acusado, pero «me daba la sensación de que no me los quería pagar». Preguntado acerca de dómo vio al procesado, ha afirmado: «Lo vi tranquilo ni sudado ni nada, tan normal, arreglando el coche con otro chaval».
O. P. R. se enfrenta a 22 años de cárcel por el delito de asesinato con alevosía de Javier Ovejas, cuyo cuerpo continúa sin aparecer, y un año por tenencia ilícita de armas.
Los hechos, según el relato de la Fiscalía, se remontan al 29 de julio de 2021. Ese día el procesado, que estaba convencido de que sus amigos, Javier Ovejas y la pareja de este, le habían sustraído de su casa parte de su colección de monedas y billetes, convocó a la víctima para que fuera a su domicilio en Entrena y «así poder vengarse por ello». Una vez que llegó a su casa, entre las 21.30 y las 22.00 horas, el acusado, le disparó varias veces con un arma de fuego. Luego se deshizo del cuerpo de Javier y de los útiles e indicios del crimen en un lugar indeterminado.
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