Escolapios, tu lugar

El colegio Escolapios de Logroño es un referente educativo por el que han pasado muchas familias, alumnos, profesores, voluntarios, escolapios... a lo largo de sus casi 100 años de historia. Lo encontramos situado en el centro de Logroño, con su emblemática fachada en chaflán, entre la calle Escuelas Pías y avenida Doce Ligero.

La realidad donde forjamos nuestros sueños. Dafne García recuerda en su último curso cómo Escolapios se ha convertido en parte de su familia y reafirma la buena decisión que sus padres tomaron al elegir este centro para la educación de su hija.

«Vine a este colegio cuando tenía cinco años, decisión que tomaron mis padres ya que por el momento no dirigía mi vida. Estoy segura de que ha sido la mejor decisión que podían haber tomado. Gracias a ello, he pasado unos años increíbles en Escolapios rodeada de buenos compañeros y amigos, que he ido conociendo, he estado acompañada continuamente por unos profesores muy bien preparados y cercanos a sus alumnos.

Todas estas personas que están presentes en mi formación personal y académica, son tan importantes a lo largo de mi camino que gracias a ellas venir al colegio no me parece una pérdida de tiempo o un lugar en el que no aprendo, todo lo contrario, gracias a ellos he conectado con otro tipo de familia en la que estoy supercómoda y de la que me va a costar despedirme, porque el seguimiento y la libertad que tienes al hablar con todos es muy difícil de encontrar en otros colegios. Aún no me creo que hayan pasado diez años desde que entré, sin duda lo volvería a hacer una y mil veces más».

Un camino donde aprender a volar sin miedo a caer. Víctor López, entrenador del Club Calasancio, agradece a profesores y voluntarios el haber podido escoger su camino con la libertad de quien empieza y el acompañamiento desde la experiencia de los Escolapios en sus valores y transformación social.

«Gracias a profesores y voluntarios de los Escolapios pude escoger mi camino de vida en función de mis gustos y habilidades, ya que desde críos se nos ofrecen multitud de actividades que complementan la excelente labor educativa que se imparte en las aulas del centro.

En mi caso me apunté tanto al Movimiento Calasanz como al Club Calasancio, hecho que me permitió formarme como persona y como deportista ayudándome a lograr mis sueños de debutar en Primera División de fútbol y cursar la carrera de Trabajo Social. En modo de agradecimiento y siguiendo el ejemplo de quienes me ayudaron a conseguir mis sueños, colaboro con el Club Calasancio para seguir con la labor que empezaron hace casi 100 años los Escolapios; formando íntegramente a los y las jóvenes logroñesas. En este caso, desde el club, nos centramos en transmitir los valores del deporte a todos los jugadores y jugadoras».

El milagro de educar. María Carmen Martínez, profesora de Educación Primaria, revela el día a día de un docente escolapio donde la formación continua y el acompañamiento se convierte en un compromiso con el que la vida cobra sentido, con el que crecemos como personas y como educadores.

«Ser profesora/educadora es estar siempre en búsqueda y atenta a todo lo que acontece a tu alrededor: cambios sociales, avances en investigación y tecnológicos... Pero, sobre todo, es ser educadora, estar atenta, receptiva y abierta a cada uno de esos pequeños-grandes seres que, curso a curso, me ha tocado acompañar en su descubrimiento de la vida. El cole es el lugar que hace que me ponga las pilas, que me active para acoger a los niños, a las niñas y a sus familias. Es el gran milagro que se produce día a día en la gran comunidad que formamos todas las personas que estamos vinculadas al colegio Escolapios. Es el milagro de estar ilusionada con un proyecto que da vida, que a mí me da vida.

El cole es el lugar donde me siento acogida por la gran comunidad que componemos las personas que estamos vinculadas a él (equipos educativos, administración, personal de limpieza y mantenimiento, monitoras/es de comedor y extraescolares, cocineras, club deportivo, cofradía, Trastévere...).

El cole me pone en marcha, me hace sentir viva, me revoluciona y me activa para acoger a las niñas, a los niños y a sus familias. Con el cole y con mi compromiso, la vida cobra sentido. Sin el cole, sin mi compromiso, la vida pasa de largo y yo no crezco como persona ni como educadora».

Más que un colegio. Marta Soto Uruñuela, docente en Educación Secundaria y madre de alumnos escolapios, proyecta la felicidad que reflejan los ojos de sus hijos en el colegio Escolapios y la inclusión de las familias en el centro que fomenta el respeto, apoyo y ayuda mutua por el bien de nuestros hijos e hijas.

«Confío en su educación, en sus valores, en sus docentes, en sus proyectos sociales, en su gestión, en sus actividades, en la inclusión de las familias y, sobre todo confío, porque veo en los ojos de mis hijos y de sus amigos la ilusión de un niño que es feliz en el colegio.

Veo en sus acciones la influencia de un buen profesional que prioriza la felicidad de un niño, que le ayuda a aprender desde su centro de interés, que respeta sus ritmos de aprendizaje, que le apoya y le orienta de una forma personalizada y que, como no podía ser de otra manera, les educa para poder crecer como personas.

Cuidan de mis hijos desde antes de empezar las clases, los acompañan a sus aulas y les dan los buenos días cada mañana con una inmensa sonrisa. Disfrutan de una comida familiar hecha con mucho cariño en esta casa. Y me permiten hacer talleres con ellos en los cuales los niños se sienten orgullosos, uniendo siempre lazos familia escuela, para formar entre todos, una familia con mayúsculas en la que nos ayudamos y apoyamos sin dudar.

Comparto tardes de patio llenas de diversión y convivencia entre niños, padres y madres.

Sé que su educación calará hondo y volverán a este, su coleg