La escasez de microchips y la incertidumbre económica golpean al sector automovilístico

Los últimos datos de matriculación que ofrece el sector así lo atestigua. En julio –últimos datos publicados– se registraron en la región 279 vehículos (122 de gasolina, 45 de diesel y 112 de otras propulsiones), lo que representa un 21,18% menos que el mismo mes del año pasado (354). El dato prácticamente duplica el descenso registrado en el conjunto del país (12,5%). El balance de los siete primeros meses tampoco es halagüeño: en La Rioja se han matriculado 1.694 turismos (733 gasolina; 243 diésel; y 718 de otras propulsiones), el dato más bajo de la serie histórica –incluso empeora el de 2020, marcado por el confinamiento estricto de la pandemia– y que alumbra una disminución del 6,04% en relación al mismo periodo del año pasado. En todo caso, La Rioja registra el segundo menor descenso en relación al resto de comunidades: solo en Murcia el recorte es menor (-2,6%) en un escenario nacional en el que las matriculaciones cayeron durante los siete primeros meses el 11%. Además, la tendencia es preocupante: las 242 matriculaciones medias mensuales se sitúan muy lejos de lo que sucedía antes de la pandemia (402) y de la media mensual de los últimos nueve años: 366 turismos matriculados.

«La situación es preocupante», reconoce desde Ariauto Eduardo de Luis. Lo es, analiza, porque «se está produciendo un proceso de cronificación del mercado en el entorno de las 800.000 unidades a nivel nacional, que fue el mínimo de la pandemia y que parece que se va a consolidar». En La Rioja, asume, se vendieron en 2019 algo menos de 5.000 vehículos y este año, estima, serán unos 2.900.

Detrás de esas cifras, interpreta, esta «la falta de confianza por la situación económica», entre otros factores, por lo que los responsables de Ariauto se reunieron con el Ejecutivo solicitando «un plan de motivación para el cambio de vehículo» para el que no han recibido respuesta. «No hay concienciación por parte de la Administración», valora, recordando que el parque automovilístico regional no deja de envejecer con los efectos colaterales que ello implica.

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Con múltiples factores concomitantes, tampoco juega en su favor los coletazos de la crisis de los semiconductores, que tiene un doble efecto perverso: por un lado, el tiempo de espera para recibir un vehículo nuevo, que puede oscilar entre los 3 y los 10 meses; por otro, la falta de vehículos de segunda mano, lo que hace que repunte considerablemente la venta de los turismo de ocasión más antiguos.

«Los concesionarios estamos totalmente al límite y por eso le pedimos al Ejecutivo que lo tenga en cuenta, que otras ya regiones lo han hecho y que los concesionarios también nos comprometemos a poner una cantidad importante para lograr coches más eficientes», apunta De Luis.