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Escalando los peldaños de la independencia

Escalando los peldaños de la independencia

Asprodema se vuelca con los usuarios que buscan ampliar su autonomía personal con una atención que incluye a las familias y a los profesionales

Nuria Alonso

Logroño

Martes, 10 de marzo 2020, 21:52

Íñigo quiere independizarse. Esta frase no tendría mayor recorrido para cualquiera que quisiera vivir a su aire, sin cortapisas, independiente. Pero el caso de Íñigo es algo distinto. De hecho, la palabra independiente tiene muchas aristas para este usuario de Asprodema con síndrome de Down que anhela vivir solo. «Bueno, solo solo no, con algún amigo y con la novia», precisa con una sonrisa el interesado.

El proyecto de vida independiente de Íñigo Anguiano, de 44 años, se empezó a gestar en 2013, cuando se animó a verbalizar cuál era su deseo de futuro. Y los engranajes de la Asociación Promotora de personas con Discapacidad intelectual Adultas(Asprodema-Rioja) se pusieron en marcha. Lenta pero firmemente, porque la prisa es gran enemiga de los procesos de autonomía personal.

A Íñigo y a María Vega, su madre, porque las familias son cruciales, se les planteó un proyecto personalizado: «Como si fuera un camino en el que se van cumpliendo pequeños logros, y luego al siguiente», precisa María Vega. Como peldaños de una escalera, las metas van elevándose a medida que se cumplen. Cada día, un paso más. Y aquí entra en juego la Obra Social 'la Caixa', que aportó 24.000 euros a 'Tendiendo puentes con la comunidad' en el pasado año 2019.

«Antes me daba miedo entrar solo en un supermercado, ahora hasta me gusta», dice Íñigo Anguiano

Señala Juan Carlos Carriquiri, educador del servicio de Promoción de la Autonomía del centro de recursos de Asprodema y encargado del plan de Íñigo, que este trabajo ha dado un vuelco: «Antes los profesionales marcábamos la pauta; ahora la metodología deja el protagonismo a las personas y las familias».

Pensar en el futuro

Una de las claves la aporta la madre de Íñigo: «El planteamiento también se hace pensando en el futuro de estos chicos porque mientras están en edad escolar y los padres son relativamente jóvenes, no hay ningún problema. Pero hay familias 'cortitas' como la nuestra, donde estamos él y yo solos. Y eso sí que preocupa muchísimo». María Vega no duda: «El cambio que ha dado mi hijo en estos años es un abismo. Antes era un 'chiquito' más cohibido y, aunque siempre ha sido muy sociable y comunicativo, tenía ciertos reparos y miedos y eso lo ha ido quitando».

El educador coincide plenamente. «En el caso de Íñigo nos encontramos con una persona que tenía muy claro su plan de futuro desde el principio. Él se imaginaba viviendo en su casa, en su barrio, cerca de lo que él conoce, con su vida cotidiana y su entorno», afirma Carriquiri. «Donde me he criado y donde mejor me siento», apostilla el protagonista.

Abunda Juan Carlos en que el punto de partida trata de ir conociendo al usuario, «saber qué le gusta, qué se le da bien, qué hace, qué valoras», y entonces se plantean las metas. «Esos peldaños de autonomía requieren apoyos, que pueden dar la familia o el profesional, pero también aquellas personas que Íñigo entiende que le van a ayudar a conseguir las metas que él se ha propuesto: es el 'círculo de apoyo', que lo forman personas que dedican parte de su tiempo a que Íñigo pueda, poco a poco, con sus rutinas, ir acercándose a esa meta», detalla el educador.

Atarse los cordones, manejar el móvil o hacerse la cama son tareas que Íñigo ha ido asumiendo con naturalidad. Pero también gestiones más complejas, como ir al banco, usar una tarjeta de crédito o reservar citas médicas.

Ir al supermercado

Otro ejemplo de la evolución que ha experimentado Íñigo lo expone su madre: «Ha ido aprendiendo, por ejemplo, a comprar en el supermercado. Eso lo tiene prácticamente dominado». «Antes no se hubiera atrevido a preguntar a nadie dónde está tal cosa y si encontraba cualquier problema, recurría a mí; ahora es capaz de preguntar a quien sea, incluso a un cliente si necesita ayuda», menciona orgullosa para agregar: «Ya no me da miedo que vaya con 50 euros a comprar porque sabe hacer las cuentas y calcular las vueltas».

El propio protagonista asiente a lo que dice María Vega: «Antes me daba miedo entrar solo en un supermercado, ahora hasta me gusta».

Añade el educador de Asprodema que «se trata de tener experiencias y aprender de ellas, también de las que salen mal, que tienen mucho poder de aprendizaje». Por eso los apoyos son tan necesarios aunque, como replica el experto, «la idea es que los apoyos terminen desapareciendo». Y luego, depende de cada persona: «No hay una fórmula matemática para todos los casos, cada sueño tiene su recorrido».

También en esto muestra María Vega su acuerdo: «No te imaginas lo que estos chicos pueden hacer; y cuando logra algo, para él también es una satisfacción». «Y –continúa– te pones a llorar como una tonta porque tu hijo te pregunta si ha hecho bien algo que ha hecho bien». Admite esta madre que «al principio se pasa mucho miedo» y explica: «Antes si estaba fuera una hora y media, yo lo pasaba fatal hasta que volvía. Ahora puede estar fuera cuatro o cinco horas y estoy tranquila». «Eso –abunda– era impensable».

Ninguno quiere recordar los obstáculos con los que Íñigo se ha topado, aunque los ha habido. Es más productivo mirar hacia adelante, a un futuro que a Íñigo se le abre emocionante pues su sueño de independizarse cobra forma con rapidez. «Lo que antes era una meta lejana, ahora cada vez está más cerca», concluye Juan Carlos esbozando una sonrisa.

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