Consulta qué porcentaje de población mayor de 64 años tiene tu localidad

El envejecimiento de la población es una cuestión a la que muchas veces se alude con un tono pesimista. Y si bien la baja natalidad empuja a negativizar algunas conclusiones, que vivamos más años y en mejores condiciones que tiempo atrás no puede tratarse más que de una buena noticia. Eso sí, con implicaciones que parte desde las causas de esta dinámica progresiva e imparable para modelar diversos aspectos de la sociedad, la economía, el ocio y, especialmente, la atención a la salud y a los cuidados que ya fuerzan una remodelación de los servicios públicos.

La demografía es la que impone todos los debates y análisis posteriores, el estudio de cómo nuestra estructura poblacional ha evolucionado a lo largo de las últimas décadas y hacia dónde se dirige. El panorama actual es claro, y es que la población mayor de 64 años gana presencia y desde 2015, ya uno de cada cinco riojanos tiene más de esa edad. Pronto serán uno de cada cuatro, y es que según los registros de 2024 aquellos con 65 o más años son el 22,09% (71.619) y los mayores de 80 años, el 6,9% (22.509), produciéndose un ligero descenso reciente a causa de la pandemia. Los números son contundentes, y es que el porcentaje de población 'senior' se ha duplicado en La Rioja en medio siglo, mientras que en datos absolutos, hoy en día viven en la región 43.609 mayores más que en 1974 o 16.835 más que hace dos décadas.

El elemento fundamental que impulsa este envejecimiento es la esperanza de vida, que actualmente es de 83,2 años, diez más que hace medio siglo. Cada vez se vive más tiempo y precisamente La Rioja es una de las regiones de todo el mundo con mayor longevidad. Y mientras engordan las capas superiores de la pirámide poblacional riojana, se estrechan las inferiores por la caída de la natalidad. Hay menos niños y más ancianos, por lo que el índice de envejecimiento de la región (que mide la proporción entre la población de más de 64 años y los de menos de 16) es de 147, el más alto de la historia y superior a la media nacional. La tendencia se invirtió en 1994, cuando empezó a haber más mayores que jóvenes.

Municipio a municipio, la brecha generacional se ensancha de manera especial en el mundo rural, donde se suma la despoblación de las generaciones más jóvenes con el envejecimiento de los vecinos que quedan. Los pueblos más pequeños son los que más sufren esta problemática, y es que los trece que cuentan con más del 50% de su población con más de 64 años son de menos de 100 habitantes. En primer lugar Cellorigo, donde 8 de sus 10 vecinos tienen más de esa edad; después Torre en Cameros (66,7%), San Millán de Yécora (60%), Robres del Castillo (59,3%), Manzanares (55,2%), Muro en Cameros (55%)... Cuestiones como la escasez de servicios públicos y privados, la soledad no deseada o la falta de actividad se agravan. En la vertiente contraria, los municipios menos envejecidos son principalmente del entorno de la capital, aunque con alguna excepción: Villamediana (10,3% de su población tiene más de 64 años), Torremontalbo (12,5%), Sojuela (13,5%), Lardero (14,5%), Valdemadera (15,4%), Pradejón (17,2%)...

Esta tendencia a una prolongada longevidad y un incremento de la población 'sénior' afecta de manera transversal a cualquier tipo de ámbito de aquellos que rigen nuestro día a día, y uno de los más influyentes es el económico. El dato más elocuente es el del gasto en pensiones, que se ha duplicado en La Rioja desde 2010 hasta suponer 91,6 millones mensuales. La tendencia es al alza tanto por la revalorización de estas prestaciones como por el aumento de personas en edad de jubilación. Ernesto Gómez Tarragona, presidente del Colegio de Economistas de La Rioja, opina que «el actual sistema de pensiones es inviable, especialmente su indexación al IPC, y cuanto más tardemos en afrontarlo mayor será el problema». Con respecto a ello, Saturnino Álvarez, presidente de la Unión Democrática de Pensionistas de España (UDP) en La Rioja, defiende que «la gente está recibiendo lo que ha aportado durante su vida», y si bien asume que «el sistema de pensiones es difícil de sostener», subraya que «debemos luchar por mantenerlo».

Además, el presidente del Colegio de Economistas alude a numerosos aspectos en los que incide el envejecimiento, como «la disminución de la mano de obra o de la productividad en ciertos sectores»; el incremento del gasto público «exponencial e inevitable en el área sociosanitaria, que implica que debemos abrir debates como el copago, aunque sea simbólico, o un informe del coste de la asistencia»; así como la incidencia en el consumo: «El ejemplo japonés es claro, su PIBno crecía por una población envejecida, a mayor edad la gente se mueve menos y consume menos».

La soledad no deseada es una de las problemáticas más recurrentes, y es que el 25% de los mayores de 64 años viven solos, el triple que entre el resto de la población. «Lo fundamental es detectar esa soledad no deseada, no es fácil, requiere de la implicación de muchos para hacerlo, de todos los que están en el entorno de la persona desde el panadero a un vecino. Es un problema muy serio», comenta Saturnino Álvarez. Por su parte, el psicólogo Rubén Pérez, alude a la importancia de estar pendiente y ayudar a quien tenemos cerca: «Simplemente con un saludo, con preguntar qué tal el día, con interesarse, con pararse un rato a hablar... Parecen tonterías pero ayuda a que la persona mayor mantenga la interacción social».

Ana Belén Cuesta, profesora de Trabajo Social en la Universidad de La Rioja especializada en envejecimiento, habla por su parte del «derecho a envejecer en cercanía, en sus casas, sus barrios y sus pueblos sin sufrir exclusión, algo que pasa por dotar de herramientas al entorno y reforzar los servicios de proximidad, como los centros de participación activa, que realizan una labor excelente en el acompañamiento y la detección de problemáticas».

El cuidado de la salud mental es tema de actualidad, pero no siempre se trata desde una perspectiva de la población de más edad. «A veces parecen invisibles», comenta el psicólogo Rubén Pérez, que señala en cómo «la depresión y la ansiedad son muy comunes en el envejecimiento, unidas al duelo por perder a tantos seres queridos». Las enfermedades crónicas, la soledad o las alteraciones del sueño por la medicación también suelen afectar negativamente a su salud mental, que también tiene se puede trabajar de forma positiva: «Es fundamental un estilo de vida saludable, la actividad física, la dieta, la interacción con el entorno social... Suelen contar con sentido del humor, inquietudes y vitalidad, quieren aportar, y tienen la necesidad de ser queridas, del apego».

Las residencias de mayores suponen un recurso indispensable para muchos ancianos y sus familias y cuentan, vista la tendencia, con una demanda creciente en ocasiones con largas listas de espera. Esto ha llevado a que el sector privado haya incrementado su interés en el negocio de las residencias. En menos de dos años se han abierto en Logroño tres de estos centros y son actualmente 36 en toda la región, sumando un total de 3.720 plazas, de las cuales 1.956 son públicas o concertadas.

Y es ahí donde queda peor parada La Rioja en la comparativa nacional, ya que solo dos de las residencias son de titularidad y gestión pública (en Lardero y Calahorra). Según un informe del Inmerso de 2022, es la tercera comunidad con el ratio más bajo (6,9%), solo por detrás de Madrid y Cantabria y bastante por detrás de la media nacional (14,2%). Las dos partidas presupuestarias más relevantes en el programa de 'mayores' del Gobierno regional, la de residencias (27,6 millones de euros en 2023) y la de centros de día (6 millones), se incrementaron un 43% y un 230% respectivamente en solo una década.

La profesora de la UR Ana Belén Cuesta señala que «hay que avanzar a modelos residenciales más pequeños, amigables, con mayor ratio de profesionales, en los que se incida en la socialización... Y se deben dignificar las profesiones de cuidados, y es que quienes atienden a esas personas lo hacen en muchas ocasiones en circunstancias precarias». Por su parte, Rubén Pérez comenta que en el sector «se está imponiendo una atención integral y más individualizada, teniendo en cuenta sus necesidades».

De constante actualidad son las trabas que muchos mayores encuentran a la hora de enfrentarse a cualquier actividad o trámite cotidiano que ahora viene impuesto por la tecnología. La brecha digital «es una desventaja social», subraya Ana Belén Cuesta; cerca del 20% de los mayores de 65 años no ha utilizado nunca internet. «Esta bien fomentar formaciones en nuevas tecnologías pero deben flexibilizarse los procesos y exigir a las administraciones y entidades que mantengan la presencialidad», añade.

Saturnino Álvarez (UDP) recuerda «los problemas que hemos tenido con la banca» y es que «no podemos olvidar que mucha gente no se va a poder subir a ese carro digital, hay que apoyarlos y ayudarles». Además, el psicólogo Rubén Pérez alude a que «muchas veces te piden ayuda porque su principal interés es utilizar el móvil para estar en contacto con sus familiares, les da vida».

«Llevamos años peleando porque se nos valore como una parte importante de la sociedad, tenemos mucho que hacer y en donde contribuir», expone Saturnino Álvarez. Y es que pese a que los mayores de 64 años representan el 22% de la población riojana, su invisibilización es constante en muchas áreas. «En ocasiones, simplemente se olvida que son personas», denuncia Rubén Pérez, mientras que Ana Belén Cuesta defiende «poner en valor su contribución social y promover espacios de participación, que se les tenga más en cuenta».

La profesora de la UR concluye que el envejecimiento de la población es «una oportunidad a la que hay que dar un enfoque multidimensional, que afecte a las diferentes dimensiones de la persona. Sería interesante que La Rioja contase con una estrategia de envejecimiento, una acción coordinada y ordenada entre los diversos recursos públicos. Y en todo, la persona debe estar en el centro».

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