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Álvaro González, ingeniero industrial nacido en Madrid hace 44 años, cumple dos meses como director ejecutivo de Garnica, una de las compañías riojanas que más facturan –300 millones de euros el año pasado– y que siempre figura en el podio de ese ranking empresarial. En ... estas primeras semanas está viajando por todo el mundo para visitar las diferentes plantas del grupo así como las delegaciones comerciales y los clientes repartidos por diferentes continentes. En este periplo, González atiende a Diario LA RIOJA y cuenta sus primeras impresiones.
– ¿Qué proyectos de futuro tiene para la compañía?
– Hay muchas cosas que me han sorprendido positivamente. Tenemos un productos que, según todos los clientes que he visitado ya en muy diferentes países, es el mejor de contrachapado que les llega en todo el mundo. Eso debemos seguir cuidándolo porque ha de ser nuestra diferenciación con todas las amenazas que existen. A partir de ahí, tenemos que potenciar la red logística para reducir los tiempos de entrega y ganar en competitividad. También debemos ser líderes en innovación, orientada también con una flexibilización para poder dar a nuestros clientes algo más que un producto estándar. Eso implica a toda la cadena de valor, desde la materia prima forestal, pasando por los procesos de producción y almacenaje hasta llegar a la distribución y el packaging. Y todo esto manteniendo el compromiso de sostenibilidad.
– ¿Hacia dónde va a dirigir los planes de crecimiento?
– Estamos potenciando todos los equipos de ventas porque queremos tener una buena diversificación del producto en el mercado, pero el crecimiento en esta primera fase lo vamos a focalizar en Europa y Estados Unidos. Con más producto de valor añadido y montando toda la organización alrededor del cliente, para escucharle cada vez más.
– ¿Y cuáles son las expectativas que maneja para las plantas de La Rioja y sus trabajadores?
– En el último año estamos haciendo inversiones orientadas a la seguridad de nuestros empleados, también para automatizar procesos de producción o para mejorar la eficiencia en el contrachapado. Todo ello ayuda a tener un producto de mayor calidad.
– ¿Habrá ampliaciones en las fábricas de Baños o Fuenmayor?
– De momento se está creciendo sobre lo que tenemos y si prevemos algún nuevo proyecto productivo, con la excepción de que podamos hacer algo en Estados Unidos, lo normal es que sea en La Rioja, pero no esta previsto ni este año ni el próximo.
– En septiembre pasado se vivió un momento delicado con un ERE que acabó con 26 despidos en la sede central de Logroño. ¿Dan por cerrada esa crisis que ya tuvo episodios previos con ERTEs en la producción?
– Después de una época con facturaciones récord en Garnica tras el covid y con las plantas a tope en cuanto a turnos y capacidad productiva, hubo una corrección del mercado que nos llevó a tener que reducir turnos y tomar otras medidas. Ahora estamos en un momento de estabilidad y empezando a crecer otra vez, pero no aún a los niveles de hace dos años.
– Desde otoño de 2022, Garnica está en manos del fondo de inversión Carlyle. ¿Qué ha supuesto esta operación empresarial?
– La estabilidad y la profesionalidad que hay detrás de Carlyle nos está ayudando mucho a profesionalizar la compañía. Tiene en su organización expertos en cada una de las ramas de la actividad (compras, ventas, logística, marketing, digitalización...) que nos asesoran para seguir creciendo.
– ¿Hay que tener miedo a estas operaciones o a la posible deslocalización de empresas cuando se pasa a depender de un fondo de inversión?
– En algunas empresas puede suceder, pero en Garnica es complicado. Para nosotros resulta muy importante tener acceso directo a la materia prima y por eso están las plantas cerca de los pinos y los chopos, en La Rioja, en Francia... En este negocio, el transporte de los árboles tiene un peso grande sobre el producto final y elegimos por ello lugares estratégicos. Además, el 30% de la compañía sigue siendo de Pedro Garnica, nuestro fundador, así que la raíz es riojana. Tenemos gente con mucha experiencia y que siente la empresa como suya. No creo que Garnica se vaya a mover de aquí ni que la plantilla en La Rioja se vaya a reducir, sino todo lo contrario.
– La I+D en su sector tiene gran relevancia y en su momento se planteó la posibilidad de tener en La Rioja un centro de referencia para reunir en torno a las plantas productivas los laboratorios y la zona de investigación, desarrollo y ensayos. ¿En qué punto está este proyecto?
– Es cierto que tenemos una carencia al no contar con un laboratorio adecuado. Sí hay un proyecto en marcha que estamos estudiando para tener un centro específico y puntero en I+D y una de las opciones es aquí en La Rioja, no sé si este año, el que viene... Así ganaríamos en esa flexibilidad que nos demandan cada vez más nuestros clientes.
– ¿Cómo es la relación de la compañía con las instituciones? ¿Se sienten respaldados?
– Tengo pendiente una reunión con el presidente de la Comunidad y con el alcalde de Logroño, pero la relación es maravillosa y el respaldo es total, cuando hemos tenido una necesidad siempre han estado ahí.
– Lleva dos meses al frente de Garnica y, por lo que ha podido conocer e informarse del tejido económico y empresarial de La Rioja, ¿qué análisis hace? ¿Qué le ha sorprendido?
– Antes de llegar, yo creía que la economía iba a estar mucho más concentrada en torno al sector del vino. Sin embargo, hay una gran diversificación, con una importancia notable del vino y la industria auxiliar, por supuesto, pero también con empresas muy importantes a nivel nacional e internacional en la actividad alimentaria como Palacios, así como compañías del sector del calzado o fabricantes de piezas para aeronáutica. Y también es muy positivo el crecimiento de la Universidad de La Rioja para que puedan salir perfiles profesionales que luego vamos a necesitar en las empresas.
– Garnica tiene un programa de becas con la UR desde hace nueve años y ha becado a 92 estudiantes. ¿Cree que en los campus universitarios se imparten enseñanzas pegadas a las necesidades de las empresa o sigue habiendo mucha distancia?
– De la universidad sales con conocimiento, pero no con la experiencia de qué es una empresa. Yo creo que lo fundamental es que el primer jefe o el primer mentor tenga la paciencia necesaria para entender y acompañara a la persona recién llegada. Yo no descargaría la responsabilidad en la universidad sino en el tejido empresarial. Sí sería bueno mejorar la integración de las empresas en el aspecto práctica de algunas asignaturas.
– La economía circular es otro aspecto clave en Garnica. ¿Qué está haciendo la empresa para hacer una gestión eficiente de los residuos y su valorización como materias primas?
– Yo creo que nosotros ahí nosotros sí somos una referencia, por concienciación y por necesidad de aprovechamiento del total del chopo. Al final, para hacer el contrachapado no aprovechas todo el árbol y las ramas o la parte más fina del tronco se valorizan y se venden para astillas para hacer otro tipo de maderas o para leña. También tenemos calderas de biomasa en las fábricas y generamos energía, sistemas de recirculación de aguas, el packaging lo hacemos con cartón reciclado... En definitiva, intentamos a todos los niveles ser sostenibles y cuidar el medio ambiente porque esto es responsabilidad de todos.
Las dos plantas productivas que tiene Garnica en Baños de Río Tobía y la de Fuenmayor así como la sede central de oficinas de Logroño suman en torno a 500 trabajadores del total de 1.150 que tiene la empresa maderera, referente mundial en el mundo del contrachapado. El resto de empleados se reparten en las fábricas de Valencia de Don Juan (León) y Llodio (Álava) y en las francesas de Aquitania y Troyes, en las delegaciones comerciales que hay en Europa y Estados Unidos y en la oficina de apoyo en Madrid.
Hace 83 años la familia Garnica ponía en marcha un aserradero en Baños de Río Tobía, que fue el germen de la actual multinacional que el año pasado facturó 300 millones de euros. Su cifra de clientes asciende a 800, repartidos por todo el mundo y pertenecientes a diferentes ámbitos como la construcción –incluido la estructura de la casa o el mobiliario de cocina–, las caravanas, los camiones o los barcos.
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