«Cuando enseñaba en Posadas cubría el trayecto hasta Ezcaray en un burro»
UNA ENTREVISTA CON...J Tere Dulac ·
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UNA ENTREVISTA CON...J Tere Dulac ·
La inquieta calceatense recuerda sus años como maestra nacionalTere Dulac es una persona volcada con los demás. Inquieta, participativa, colaboradora... Va a cumplir 82 años y sigue ahí, para lo que haga falta. Es, sin duda, una persona interesante, como lo fue, también, su vida como maestra.
– ¿Cuándo decidió que quería ser ... maestra?
– Yo tenía un hermano en Tafalla que era maestro, José Dulac, que falleció con 28 años. Me animaba a estudiar Magisterio y me decidí. Me matriculé en Logroño, para examinarme por libre, pero luego las monjas franciscanas de Santo Domingo empezaron a dar Magisterio y me avisaron. Los exámenes los hacíamos en la Escuela Normal de Magisterio Sor María de Ágreda, en Soria. Terminé la carrera en junio y en septiembre empecé a trabajar en Alfaro.
– ¿Cómo recuerda ese primer destino?
– Los chicos y chicas estaban separados en dos edificios y yo trabajaba solo con hombres. Los lunes hablaban de deporte, los martes de deporte, los miércoles también...
– ¿Y usted sabía de deporte?
– No tuve más remedio que empezar a aprender y leer el periódico para enterarme (ríe).
– ¿Se sintió discriminada en algún momento?
– Para nada. Eran todos mayores, alguno de los cuales se jubiló estando yo, como fue el caso del director, Ramón Almazán, que era corresponsal del periódico LA RIOJA. Me trataban excelentemente. Me decían en broma: «Los jueves vamos a hablar de moda, para que puedas intervenir».
– ¿Cuáles fueron sus siguientes destinos?
– Al terminar el curso, me dijeron que me iba a la aldea de Posadas. Imagínese el impacto, por el cambio. De Santo Domingo a Ezcaray iba en 'El Bobadilla'. El camino entre Ezcaray y Posadas lo hacía andando, más de 10 kilómetros, los lunes para ir y los sábados para volver. La patrona de la casa en la que vivía en la aldea tenía un burro, en el que cubría el trayecto muchas veces. Algunas veces lo mandaba solo de Posadas a Ezcaray para que yo subiera en él.
– ¿Cómo fue su vida allí?
– Allí me preparé las oposiciones a Magisterio y me vino muy bien porque no tenía nada que me distrajera. Me comunicaba con el exterior por el teléfono de la central de la luz. Cuando la luz hacía un guiño dos veces, de apagar y encender, significaba que llamaban a la maestra.
– ¿En qué más sitios ha enseñado?
– Estuve en Sotillo de Rioja, Manzanares de Rioja, Cirueña, Haro y, en 1976 vine a Santo Domingo de la Calzada, donde me jubilé en 1999.
– ¿Ha cambiado mucho la profesión?
– Es totalmente distinto. Ahora los profesores son especialistas, mientras que nosotros, al ser generalistas, entendíamos y sabíamos un poco de todo, sin presumir de saber mucho. Y el tener todo el día a los mismos chavales, desde que entraban hasta que salían, también te hace quererles de una manera especial.
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