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Están desde que se dio el pistoletazo de salida poniendo vacunas: primero acuden a sus centros de salud y, por la tarde, en lugar de ir a casa a descansar, hacen un parón para comer algo rápido y luego se dirigen a los centros de vacunación, donde prolongan la jornada hasta que quede la última persona por inmunizar. Muchas veces les dan las diez de la noche. O más, porque no solo es vacunar, a esa hora queda todo el trabajo de planificación y seguimiento de las dosis. Y no se pueden permitir el lujo de perder ninguna. Su ritmo suele ser de unas 400 inyecciones por tarde y así llevan meses, exhaustas pero orgullosas de poder contribuir a que la campaña no se pare.
Las horas extra de las enfermeras y enfermeros voluntarios está siendo fundamental en la carrera vacunacional de La Rioja. Así de claro lo tiene Noemí Marauri, directora de Enfermería de Atención Primaria y Emergencias Sanitarias del Servicio Riojano de Salud, quien destaca el liderazgo de estas profesionales –un total de 150 entre Atención Primaria y servicios de Urgencias–, sin cuyo trabajo extra el objetivo de la recuperación y el fin de la pandemia no estaría tan cerca. «La movilización de las enfermeras está siendo una garantía de eficacia, de seguridad y también de éxito», afirma rotunda en referencia a un colectivo «incansable» que desde el principio ha tenido «un grado de esfuerzo y sufrimiento difícil de imaginar» y que, pese a este trabajo adicional, no ha descuidado los pacientes de cada día, ni a los crónicos, ni a las personas con cáncer, dependientes..., «Están siempre, siempre ahí», se reafirma sin dudar en dedicarles toda su admiración: «Todas arriman el hombro, desde las recién contratadas hasta las de 64, 65..., da gusto verlas, al pie del cañón, siete horas de pie», señala sin olvidarse de las enfermeras del 061 y Urgencias, que después de turnos de 24 horas, aun emplean días de descanso para poner vacunas.
La supervisora de hospitalización a domicilio y encargada de vacunación en el San Pedro, Inmaculada Marco, hace también suyas sus palabras: «En el hospital ha habido absoluta disponibilidad, todo el mundo se ha ofrecido a quedarse fuera de su turno, incluso sin compensación alguna y, de hecho, siempre que hemos necesitado a alguien en un mínimo periodo de tiempo, se ha quedado e incluso doblando turno. Lógicamente una enfermera de intensivos o de una planta COVID que ha estado con un EPI toda la mañana no está en condiciones de bajar por la tarde a vacunar, pero sí que acude en su día libre», señala «profundamente agradecida» por la respuesta del colectivo en todos los frentes, también con las PCR..., «todas me han dado su teléfono...».
NOEMÍ MARAURI. Directora en Atención Primaria
Carmen, enfermera de Pediatría del centro de salud de Calahorra, es una de las que hace su turno de 8 a 3, y después acude al pabellón Europa, donde le esperan otras 7 de pie. «Hay compañeras que comen de táper, yo tengo suerte de vivir cerca. Cumplidos los 60, no esconde su cansancio, pero lo hace por vocación y por responsabilidad. Porque económicamente, ya avisa, no compensa. «Claro que siento el cansancio, pero considero que debo colaborar para que esto termine de una vez», afirma, si bien hace alusión al desgaste que arrastra todo el personal sanitario sobre todo en verano: «No nos sustituyen, nos cubrimos entre nosotros», concluye citando expresamente la labor que también desempeña Cruz Roja y Protección Civil.
carmen calvo. enfermera de calahorra
Isabel Martínez, responsable de Enfermería de Nájera, es también una de las 150 voluntarias que compagina la campaña con su trabajo habitual, en su caso en los consultorios de Cárdenas, Cordovín y Azofra. Un recorrido al que suma las tardes de los martes y jueves las vacunas de centro de salud de Nájera, además de las guardias cuando le toca. La próxima primavera cumple los requisitos para jubilarse, pero no tiene ninguna intención de dejar de acudir a su cita diaria con los pacientes. «Ni me lo planteo, estoy muy a gusto trabajando, me gusta mi profesión y en esta época más por el papel que estamos desempeñando. Somos 24 en la zona básica de Nájera y todas nos hemos apuntado como voluntarias libremente, jamás he oído a alguien que diga esto no lo hago porque estoy cansada, estamos haciendo lo que tenemos que hacer y en esto tenemos que dar las gracias a nuestras familias por su apoyo».
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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