Secciones
Servicios
Destacamos
La vida no se lo ha puesto fácil a Charo Ruiz. Esta vecina de Logroño padece una enfermedad degenerativa que le ha condenado a necesitar dos muletas para poder deambular. Tiene reconocido un grado de discapacidad del 68%, lo que no le arredra porque « ... yo quiero ser libre e independiente». Lo paradójico es que el principal factor limitante para conseguirlo está en su propia casa. Once escalones: el que da acceso de la acera al portal y los otros diez que separan el vestíbulo intermedio (una segunda puerta, por tanto) con el ascensor. Charo inició su lucha contra ellos en el 2005... y hasta aquí ha llegado: «Estoy harta, cansada, desilusionada... he dicho '¡basta!'; me duele profundamente, pero tengo que dejar mi casa, mi vida, mis recuerdos porque no puedo seguir así; he vendido el piso y me voy a otro totalmente accesible».
Durante catorce años, y con la ayuda de 'La Rioja Sin Barreras', esta vecina del número 10 de la calle Cameros de Logroño ha librado una batalla para conseguir la adaptación del portal de forma que el ascensor se rebaje a cota cero. Porque esos once escalones suponen «riesgos de caídas, de golpes, de tropezones, ya que mis pies se cruzan entre ellos», una situación nada favorable para quien en cuatro años ha pasado por quirófano ocho veces, dos de ellas por las rodillas.
Pero, a diferencia de lo que suele ocurrir en otras comunidades de vecinos, en su caso no hubo una falta de acuerdo con el resto de propietarios. Lo que ocurrió fue una perversa conjunción de hechos: «El local del que hay que coger una parte para hacer la obra es propiedad de la Comunidad Autónoma y la burocracia complica mucho más las cosas que si se trata de un acuerdo entre particulares, y hasta el 2016 no contratamos un administrador de fincas y pusimos el tema en su manos».
En febrero del año pasado, la Administración regional contestó positivamente a la petición «aceptando la cesión a un precio simbólico». «Desde entonces, sin embargo, todo ha estado parado; el gestor que lleva el asunto me dice que pregunta una y otra vez, pero que por cuestiones burocráticas no se ha movido nada». «Y eso nos ha impedido, siquiera, poder tener ya el proyecto de obra, al margen -subraya- de que tampoco se ha planteado entre los vecinos empezar a hacer las derramas para contar con el dinero para la reforma». «Cuando -enfatiza- se trata de un problema que corre prisa, no sólo por mí, si no por otro matrimonio mayor que yo». Por eso explica que aceptó la propuesta de dar a conocer su caso a través del periódico : «Yo me voy porque ha sido luchar contra una pared, pero hago esto por primera vez, dar a conocer la situación de mi comunidad, porque creo que tengo que hacer algo por mis vecinos».
Así las cosas, y catorce años después, Charo tomó la decisión: «En realidad fue mi hija, que es quien me ayuda constantemente llevándome a casa las cosas de mayor peso, la que me dijo que había que poner una solución». Y la salida fue sacar a la venta el piso: «En abril firmé con los compradores, pero resulta que se ha cruzado ahora lo de la nueva Ley Hipotecaria, las cosas se han parado y probablemente no escrituremos hasta mediados de julio, lo que no sólo me perjudica a mí si no a los chicos que han comprado la vivienda porque mientras tanto están pagando un alquiler».
Entre tanto, su vida ya está «empaquetada en cajas». «Sólo deseo marcharme; me duele, porque mi marido (ya fallecido) y yo compramos este piso con mucha ilusión, pero es que... es ver los escalones... y me pongo mala».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.