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Sirve cañas y pone cafés con soltura y alegría. «Estoy muy contento, en esta tierra y en este trabajo» en el que lleva medio año, ... explica Andrés Duque, un colombiano de 39 años que desde hace tres ya se ha convertido en riojano. Entonces dejó su país «buscando un nuevo horizonte», huyendo de la violencia, la inseguridad «y los problemas» existentes en la comarca de Pereira de la que él procede «y tratando de mejorar la calidad de vida. Allá la sanidad y la educación están peor, no tienes los servicios que existen acá, son más caras...». Y también desde el punto de vista económico «las condiciones son peores».
Duque afirma que «cuando decidimos venir a España, buscábamos tranquilidad». ¿Y empleo? «Eso también, por supuesto, pero a mí nunca me ha asustado trabajar. En mi forma de pensar y de entender la vida, tener una ocupación laboral es lo máximo y por eso he luchado desde que estoy en La Rioja», sostiene este camarero que ha pasado por otros oficios «muy diversos y puntuales» antes de llegar a la cafetería Noche y Día de la Gran Vía logroñesa.
A través de la Asociación Colombiana de La Rioja-Color consiguió el arraigo por formación que le abrió la puerta a un contrato de trabajo. «Y a partir de ahora tengo claro que hay que seguir esforzándose, pero como siempre he hecho», dice. En este sentido, reconoce que el incremento de la población extranjera en edad de trabajar en La Rioja «obedece a que venimos gente más joven, pero también tengo una cosa clara: cuando desde bien pequeñito se tienen necesidades, uno está dispuesto a todo por trabajar».
Andrés Duque tiene claro que «quiero que a mi familia no le falte de nada –vive aquí con su pareja y su hija, y tiene otro chico de 18 años que reside en Colombia con su madre–, al menos las cosas más necesarias». Y esta forma de pensar «la comparte mucha gente con la que convivo. Si hay que trabajar en el campo, en la construcción, en actividades que requieran de mucho esfuerzo físico o en las que haya que estar también los fines de semana y festivos –el caso de la hostelería–, entre la población extranjera, al menos con la que yo trato a diario, existe una disposición plena».
Así que cuando escucha que falta mano de obra en La Rioja «me cuesta entenderlo porque no creo que nadie renuncie a un empleo. Yo, al menos, nunca lo haría. ¿Cómo se puede vivir sin trabajar?».
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