El empleo en la construcción inicia una tímida recuperación tras caer el 63% en diez años

El sector ha creado en lo que va de año 400 empleos más que en todo el 2017 y aunque suma 6.800 efectivos, está lejos de los 17.300 de hace una década

Maite Mayayo

Logroño

Sábado, 1 de septiembre 2018, 09:42

Los datos estadísticos lo corroboran. Si hay una ocupación que ha sido castigada en la última década, ésa ha sido la construcción. Cuando en el 2008 la demoledora crisis avanzaba como una apisonadora, 17.300 riojanos vivían del tajo (llegaron en ciertos momentos hasta los ... 18.000). A día de hoy, cimentada ya la recuperación económica general, en el sector más pujante de la época dorada sólo quedan 6.800 'supervivientes' (6.400 si la referencia es el último año completo del 2017). Entre una y otra fecha, hay un salto negativo del 63%, o lo que es lo mismo casi 11.000 trabajadores 'expulsados'.

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No ha habido otra rama de la actividad económica más duramente golpeada y con peor balance porcentual: la industria ha conseguido sostener sus efectivos en el tiempo; servicios ha tenido un saldo final positivo; incluso agricultura con sus altibajos ha marcado un puñado de años al alza pero la construcción... la construcción se ha derrumbado: el número de efectivos hoy es tres veces inferior al de hace dos lustros y a fecha del 2017 sólo daba empleo al 4,8% del total de los trabajadores riojanos cuando diez años atrás llegó a rozar el 12%.

La actualidad del sector se imbuye del optimismo general y sus datos mejoran (sólo en el primer semestre hay ya más efectivos -6.800- que en todo el 2017) pero a años luz de aquellos abultados y generosos números que nadie confía en replicar, como confirman desde la CPAR.

La curva descendente del empleo comenzó a dibujarse en el 2008 -como en el resto de ámbitos económicos- y tocó suelo en el 2016 -no hace tanto- con sólo 5.800 profesionales del cemento. Trimestre a trimestre los datos del Observatorio de la Fundación Laboral de la Construcción fueron anotando recortes en la mano de obra que llegaron a ser abisales. Un ejemplo se encuentra en el sangrante segundo trimestre del 2013 cuando el descenso porcentual respecto al primero alcanzó el 37,8% (ese año se cerró en rojo con -33,1%).

La debacle se explica por la doble crisis sufrida por el sector, tal y como ratifica la CPAR a través de su secretario general, Juan Ramón Liébana: «La crisis internacional y nacional se cebó especialmente con la construcción que, además, padeció una crisis estructural de su tejido productivo y de cómo se organizaba el sector».

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Los oficios del ladrillo fueron fáciles y generosos en salarios en los años de bonanza, lo que le granjeó una suma continua de efectivos. En el 2008, cerca del 12% de todos los ocupados de la comunidad riojana estaban vinculados al cemento. A partir de entonces el índice restó enteros a la misma velocidad que avanzaba la crisis. Cuando el 2017 acabó, el sector ya sólo ocupaba al 4,8% de los trabajadores riojanos.

Etapa negra

Si establecemos comparaciones se observa que la industria no ha tenido un comportamiento tan abrupto durante el ciclo crítico. La actividad industrial mantiene empleados en torno al 24% del total de los trabajadores de la región, un índice similar al de seis años antes. O el caso de servicios, que ha dado carpetazo a la crisis ganando seis puntos (su peso en el 2011 era del 60,8% y ha pasado al 66,4%). Hasta agricultura, tras varios años positivos, ronda ahora el 4,7% de ocupación, sólo un par de décimas menos que en el 2011. La conclusión es obvia: la construcción ha sido la que peor parada ha salido.

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La negra etapa ha expulsado a miles de trabajadores del ladrillo, muchos escasamente cualificados. Como asegura Liébana, la mayoría de esta mano de obra no se reenganchará con el nuevo ciclo económico, bien porque se ha jubilado, ha cambiado de sector (una parte sustancial habría sido absorbida por el sector servicios) o bien eran inmigrantes que han regresado a sus países.

Hay otro parámetro que da cuenta de la magnitud de lo acontecido en este periodo y es el referido a los visados de obras. El Observatorio de la Fundación recoge los datos del Ministerio de Fomento que recopila la información de los formularios que los aparejadores o arquitectos técnicos deben cumplimentar en los colegios profesionales con ocasión del visado de encargo de dirección de obra y de la certificación de fin de obra. Su información hace referencia al número de viviendas por obra nueva, ampliación y reforma o restauración de edificios, así como al dato de vivienda terminada. En esta década la actividad cayó el 83%: en el 2008 los visados fueron 3.585 y en el 2017 la cifra fue de 602. En lo que va de año ya hay más de 200.

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Y lo mismo sucede con el número de las empresas. Si hace diez años había registradas 4.571, hoy subsisten 2.933 (1.891 de ellas no tienen asalariados). Este hecho, según expone Liébana, da la perspectiva de la profunda crisis del tejido industrial que se añadió a la derivada de la destrucción de empleo.

Afortunadamente, ahora mismo el adverso panorama va cambiando. La clave será conocer si este giro durará o se desvanecerá. De momento, de enero a junio hay ya 6.800 empleados, 400 más que en todo el 2017 y, por primera vez, se arañan un par de décimas en el peso del sector en el conjunto de la región.

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Prueba de la mejora es también el dato del paro que en la construcción ha sido del 2,7% al cierre del año pasado, frente al 11,5% del desempleo general riojano. Es un índice significativo pero no es menos cierto que el grueso de trabajadores ha quedado tan mermado que apenas se puede llegar a cubrir la demanda (así lo entienden desde la CPAR), y por ello, en principio, habría un importante potencial de crecimiento. La cuestión medular será encontrar el término justo de mano de obra para que el próximo cambio de ciclo económico no tenga los efectos devastadores padecidos. Para la CPAR, 'nuestra cifra ideal' rondaría los 10.000 o 12.000 trabajadores.

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