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La pirotecnia de epítetos, grandes cifras, proyectos fastuosos y discursos más o menos grandilocuentes que envuelven la transformación digital a la que asiste el planeta en tiempo real tiene una cara B menos complaciente, más espinosa. Se trata de los riesgos que comporta un cambio ... que, aliado con la vertiginosidad con que se produce, amenaza con dejar por el camino valores y criterios innegociables.
Así lo señalaron ayer Elena Pisonero y David Luna en la charla que abrió la segunda jornada que 'Futuro en Español' celebrada en Logroño y que reúne en la capital riojana a un ramillete de expertos a uno y otro lado del Atlántico en un fenómeno que ya no admite ser observado de manera ajena ni periférica. «Lo digital es un atributo más de nuestra realidad, no cabe distinción, todo está hibridado», prologó la presidenta de Hispasat invitando a «anticiparse» a las oportunidades que abren un escenario que no obstante sigue presentando déficits. Entre los más acuciantes y después de la implementación de las infraestructuras, el de dotar al usuario de las habilidades digitales precisas. Un reto que Pisonero hilvanó con la Educación, alertando de que la magnitud y aceleración del cambio es tal que la Administración resulta incapaz de abordarlo por sí sola, requiriendo la colaboración de los agentes implicados. «Si no abordamos ese reto juntos, otros lo harán», avisó ante la nutrida audiencia congregada en el Círculo Logroñés para insistir en que la transición tiene que estar inyectada de humanidad. «Las tecnologías van a adquirir vida propia si no somos capaces de ponerlas al servicio de las personas», pronosticó a lo largo de la charla moderada por la jefa de informativos de TVR, Marta Rodríguez.
La experiencia aportada por su compañero de tribuna, primero en las más altas responsabilidades políticas de Colombia y ahora como estudiante en ese referente académico mundial que es Massachusetts Institute of Technology, habló por sí misma del carácter global de esos desafíos. Y también de las carencias que el fulgor de los avances tecnológicos no deben cegar. Para empezar, el hecho de que el español aún esté superado por el inglés en la literatura técnica que puebla Internet -«hay que insistir en la diplomacia científica», recetó Luna- y para continuar, un marco normativo inflexible (aún) a la mutación que impregna todas las esferas. «El escenario ha cambiado y la transformación digital urge al debate sobre una nueva legislación tanto laboral como tributaria», sentenció el exministro de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones de Colombia en una reflexión compartida al 100% por su compañera de panel. «Necesitamos leyes del siglo XXI que protejan a las personas y no a los puestos de trabajo, que van a desaparecer», apostilló Pisonero para poner sobre las mesa otro de los aspectos en los que convergió con Luna: el suculento abanico de oportunidades que se abre a un idioma compartido por más de 550 millones de hipanohablantes en todo el mundo.
Una circunstancia que ambos ponentes insistieron que, por jugosa que sea en términos económicos, no puede mellar la esencia del español ni olvidar «dar otras batallas» como la del buen español y cuidar un uso correcto. Sin olvidar tampoco la generación de contenidos en esa lengua común en un encadenamiento de propósitos que tanto Luna como Pisonero derivaron al mismo horizonte al que ha mirado recurrentemente esta octava edición de 'Futuro en Español': la educación como valor imprescindible para cualquier otro fin y que redundará en la captación de un talento que, como matizó David Luna, ya no es cosa de Silicon Valley u otros referentes sino que supera cualquier frontera.
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