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PABLO ÁLVAREZ
Domingo, 28 de mayo 2023, 02:00
No sé si vivir tiempos interesantes es, como reza el proverbio chino, una maldición. Tranquilos viven los pueblos cuando las elecciones y los gobiernos se suceden sin mayor tragedia: la democracia sin aspavientos, esa que se produce casi siempre en los pueblos, no da grandes ... alegrías pero tampoco atrae tormentas.
Así ha pasado durante muchos años en La Rioja. Quizá porque nos habíamos acostumbrado a un casi monopartidismo durante un cuarto de siglo, demasiado tiempo sin duda, y porque las opciones que se enfrentaban al sanzismo todopoderoso aparecían siempre como desesperadamente moderadas, como si temieran espantar a un electorado central que ya se temía poco afín. Incluso en las escasas alternancias (la de Logroño en tiempos de Tomás Santos por ejemplo) tampoco es que se viviera un volantazo demasiado loco.
Pero hoy se vota otra cosa sin duda. Los gobiernos de Andreu y Hermoso de Mendoza han traído cambios evidentes. Hay quien usa el término «ideológico» como un insulto, como si fuera malo tener ideas. Pero no lo es: un partido debería defender, más que un volumen de sillones, un modo de ver el mundo no en abstracto, sino traducido en las cosas del comer.
Así las cosas, este 28M se les plantea a los riojanos, por ejemplo, una elección entre dos modelos de sanidad pública. Una, la del Gobierno Andreu, que ha abjurado de cualquier colaboración con la privada como de la peste, inyectando de paso en el Seris un volumen de recursos nunca visto que, sin embargo, no ha servido para que las listas de espera cesaran de crecer. Capellán ha dejado claro que él cree en que la privada puede jugar un papel si el objetivo es reducir esas listas.
Lo mismo ocurre en los colegios. Educación ha mantenido estos cuatro años una actitud de ceño fruncido con la concertada mientras apostaba de forma clara por las zonas educativas y la escuela rural hasta las últimas consecuencias. El PP recuperará la zona única para Logroño, apostando por esa libertad de elección de los padres que los consejeros socialistas no consideraban un elemento importante.
Lo mismo ocurre en los impuestos, porque toda la oposición en pleno apuesta por una rebaja que va de mediana a importante, haciendo bandera de IRPF, sucesiones y donaciones.
Ideológica es la opción, y más en los extremos: la apuesta de Vox apenas tiene nada que ver con lo riojano, más allá de traspasar aquí los grandes temas nacionales (o incluso mundiales, como el negacionismo climático) que le animan.
Se puede ser moderado, como dice Capellán de sí mismo una y otra vez, y aún así tener una clara ideología. Y más si, cosa que está por ver esta noche, ese elemento molesto para él que es Vox tira de su Gobierno hacia la derecha. Como ha tirado claramente hacia la izquierda la IU de Henar Moreno.
Así estamos, esperando a que se abran las urnas. Las opciones son claras y las apuestas meridianas, y el pueblo hablará sabiendo (si es que se ha molestado mínimamente) que vota dos cosas más diferentes entre sí de lo que han sido en otras ocasiones.
Tiempos interesantes, sin duda. Veremos si para bien.
Es el alcalde Hermoso de Mendoza un político raro. Lo lleva siendo toda la legislatura: dijo nada más empezar que venía a hacer lo que creía que tenía que hacer. Y que al final ya veríamos lo que decían los ciudadanos.
Ha llegado el momento de ver, pues. El suyo ha sido el Ayuntamiento logroñés más activo de los últimos muchos años, con una apuesta por la transformación urbana a toda velocidad. Como decía antes, hay ahí una ideología en el buen sentido, el de tener una visión y querer hacerla. Pero aparentemente pensaba Hermoso que esa visión era tan obvia que sus bondades iban a caer por su propio peso. Lo cual no tiene por qué ser así, sobre todo cuando se toca algo tan imbricado en el imaginario individual de unas cuantas generaciones como el coche, que lo ven como algo muy parecido a una extensión de sí mismos.
Es esta una elección logroñesa interesante por ese mismo factor. Normalmente los capitalinos votábamos más por tirón nacional que por temas de aquí, pero esta vez hay uno bien local con potencial para protagonizar una buena parte del voto. Ahora, sí, veremos.
A los periodistas locales nos enfada, y creo yo que con razón, que las elecciones autonómicas se confundan con las nacionales. Pero Feijóo y Sánchez han jugado a eso de inicio, y hasta el final mantienen ese pulso en el campo de juego que les interesa, como si las autonómicas solo fueran una primera vuelta de las nacionales. No deberían serlo: España es un estado federal sin ese nombre, en el que tantas son las competencias autonómicas que para un ciudadano de a pie es sensiblemente más importante quién manda en el Palacete que quién lo hace en La Moncloa. Y hace bien uno en mirar por lo que más le atañe.
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