Cuatro ejemplos de convivencia entre múltiples nacionalidades

Todas tienen algo en común. Son localidades riojanas en las que el porcentaje de población extranjera supera el 30%. En sus calles, algunas con más vecinos y otras con menos, se mezclan diferentes nacionalidades y culturas para firmar una convivencia enriquecedora tanto para los nacidos en la región como para los que han llegado de países terceros. Así es la vida en Torrecilla sobre Alesanco, Ausejo, Pradejón y Autol:

Torrecilla sobre Alesanco es un pequeño pueblo que apenas cuenta con servicios. No tiene bar, tienda, farmacia ni otros establecimientos imprescindibles. La parada de autobús está en la carretera y la mitad de las casas que pueblan la colina están deshabitadas. En el año 2018, llegaba justo a los 30 vecinos. No obstante, de un tiempo a esta parte, ha casi duplicado su población y ahora hay empadronadas 54 personas.

¿El secreto? Viene de Portugal. Tres familias se han establecido en este lustro en la localidad y todas cuentan con hijos jóvenes. Una de ellas es la de Luis. Él y su mujer Paula llegaron, estando ella embarazada, a Torrecilla hace seis años. Originarios de la villa de Alfândega da Fé, llevan varias décadas en España.

«Soy camionero y encontré trabajo aquí; nos gusta la tranquilidad y el bajo precio de la vivienda», explica Luis, que es el único de sus compatriotas que no se dedica a las labores del campo. Preguntado por la falta de servicios, dice que «no hay problema porque Alesanco está a un paso». Una opinión que comparte su hija Olema, que tiene allí a su cuadrilla de amigos.

Ellos han hecho buenas migas con dos torrecillanos de toda la vida, Narciso y Dina. «Le han dado frescura a nuestro pueblo y no dan guerra ni ningún problema», comentan ambos.

Ausejo es la localidad de La Rioja Baja donde mayor porcentaje de vecinos extranjeros hay censados. La Corporación supone un claro ejemplo de integración. El Partido Popular gobierna en la localidad y tiene entre sus concejales a Stefan Adrián Borneas, a cargo de Festejos y Familia y, precisamente, Integración. Natural de Rumanía, lleva tres legislaturas y también es vocal de la asociación de padres del colegio. Trabaja en una fábrica de compost para champiñón y como DJ y músico.

El secretario del Consistorio, Jesús García, explica de manera clara un hecho que provoca el aumento del porcentaje de extranjeros: «La mayoría de las bajas se producen por defunción de nacionales, y las altas son principalmente de extranjeros». Añade que últimamente el mayor incremento se debe a la llegada de ciudadanos de origen portugués.

Algún rumano que vino a trabajar a empresas del sector del champiñón se ha hecho propietario o arrendatario de las naves, otro detalle a tener en cuenta. Se están integrando además en el sector servicios.

En el colegio hubo que abrir otra aula, la segunda, para primero de Infantil en el curso pasado, comenta Stefan, y se ha tenido que desarrollar un proyecto para crear 21 plazas en un edificio nuevo para la guardería.

Rumanía, Marruecos y Portugal, por este orden, son los principales países de procedencia de los extranjeros que residen en Ausejo a día de hoy. Los primeros que llegaron fueron marroquíes y después, rumanos.

Moha nació en Marruecos, vino a Pradejón con dos meses y ahora tiene veintiséis años. A los tres se trasladó con su familia a El Villar de Arnedo y a los siete regresó a Pradejón, donde tiene su puesto de fruta en el mercadillo semanal desde julio de 2023 y en Quel desde hace cuatro meses.

También ayuda a su padre en Frutas Mois, uno de los dos comercios de frutería y alimentación propiedad de marroquíes de la localidad. Además, cuenta con alguna parcela donde cultiva cereza, albaricoque y almendra.

«Hasta hace poco regentaba una tienda de chucherías, pero la cerré porque no llego, no me da la vida», comenta, risueño.

En Pradejón hay georgianos, rumanos, marroquíes..., hasta 19 culturas diferentes. La mayor parte de los bares los gestionan rumanos y un negocio de productos típicos de Rumanía. «Aquí estamos a gusto, nos conocemos todos y es un pueblo tranquilo», añade Moha mientras atiende a dos lugareñas y a varias georgianas.

El aumento de población por la llegada de extranjeros ha provocado la necesidad de construir un nuevo colegio, cuyo proyecto está en marcha desde hace años.

Todos los años, dentro del programa Fungitur se pone en valor el champiñón y la seta, así como la convivencia entre las distintas culturas de Pradejón, diecinueve. En mayo de 2024 se celebró la XV Feria Intercultural que trata de mostrar las costumbres y peculiaridades de estos vecinos que llegaron de otros lugares, más o menos alejados de España, y se han asentado aquí.

La colombiana Lina María Ramírez trabajó dos años en el bar Nahum y lleva tres en La Isla New, otro establecimiento hostelero de Autol, con su hijo Sergio. «Nos tratamos de llevar bien todos. Aquí vienen españoles, rumanos, árabes y de mi país», destaca mientras sirve bebidas.

Lleva veinticuatro años en España. Estuvo dos en Calafell (Tarragona), nueve en Arnedo, seis en Calahorra y ha pasado otros seis en Autol.

Bares, peluquerías, carnicerías, fruterías, bazar, hostal... están regentados por extranjeros que se implican en ámbitos como las actividades deportivas y las taurinas del pueblo.

La alcaldesa, Catalina Bastida, comenta que en este municipio conviven en armonía y con calma hasta treinta y dos nacionalidades y predominan marroquíes, argelinos, rumanos, georgianos, colombianos y ucranianos.

Explica que las primeras familias llegaron hace unos treinta años, atraídos por la mano de obra del champiñón y la conserva. «Lo que ahora tenemos es una necesidad imperiosa de vivienda», afirma la alcaldesa.

Bastida indica que el porcentaje de niños de familias de otros países supera el 44% de escolarizados en el CEO Villa de Autol. «En el año 2011, cuando accedí a la Alcaldía, había más de 500 alumnos y llevé a cabo la primera ampliación del centro.Ahora supera la cifra de 800 y vamos con la segunda. El colegio se ha quedado pequeño y las zonas comunes han tenido que ocuparse con aulas para clases», señala Bastida.

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