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La Rioja vive inmersa en una permanente contradicción. Por un lado recrimina, mira con malos ojos y reprueba las borracheras y por otro, no hay celebración sin alcohol. Esta incoherencia es una de las causas por las que, según la presidenta de la Asociación ... Riojana para la Atención a personas con problemas de Drogas (ARAD), Montse Domínguez, la región ocupa los primeros puestos en prevalencia y consumo de bebidas alcohólicas a edades cada vez más tempranas.
De acuerdo con la encuesta sobre alcohol y otras drogas en España, EDADES 2022, recientemente difundida por el Ministerio de Sanidad, los riojanos son de los más prematuros a la hora de beber alcohol. La edad media de inicio ha caído a los 16,1, la más baja desde que el mencionado estudio ofrece datos desagregados por comunidades autónomas.
Tampoco es bueno el dato de prevalencia del 'binge drinking', también llamado consumo por atracón, que en la práctica supone consumir cinco o más bebidas alcohólicas seguidas en menos de dos horas en el caso de los hombres o cuatro en el caso de las mujeres.
Según la misma encuesta, casi uno de cada cuatro riojanos de 15 a 64 años (22,9%) había practicado el 'binge drinking' en los treinta días previos a la entrevista. Una tasa muy por encima de la media nacional (15,4%) y solo superada por los murcianos (24,6%). Cataluña (9,6%) y Melilla (8,6%).
El 24,3% de los riojanos también confesó que se había emborrachado al menos una vez en el último año, un porcentaje que solo superan los navarros (27,5%) y los canarios (25,6%).
En general, el 93,3% de la población de 15 a 64 años de esta comunidad manifestó haber consumido bebidas alcohólicas alguna vez en la vida, lo cual convierte al alcohol en la sustancia psicoactiva con mayor prevalencia de consumo no solo en La Rioja, sino en todo el país.
La relación de los jóvenes con el alcohol es especialmente preocupante para la presidenta de ARAD. «Para ellos es todavía mucho más tóxico porque no son adultos ni física ni mentalmente», apunta Montse Domínguez. Un problema agravado porque se asocia al ocio y porque «tienden al consumo muy rápido, al 'binge drinking', entre otras cosas, porque son jóvenes a los que les ha afectado mucho la pandemia, han estado recluidos mucho tiempo, sin relaciones sociales y ahora vuelven a salir y a retomar la actividad que tenían».
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Una de las soluciones, a su juicio, pasa por programas de prevención específicos para los jóvenes frente a los genéricos actuales. Al final «son más vulnerables y necesitan más atención» para evitar las consecuencias específicas del consumo de alcohol: «bajo rendimiento o absentismo escolar, relaciones sexuales no queridas, sin preservativos o viajes en vehículos en los que pueden sufrir accidentes».
La tradición del consumo social tan arraigada especialmente en los pueblos de La Rioja tampoco ayuda a prevenir situaciones que pueden derivar en alcoholismo. En la práctica, añade, «nosotros lo promovemos porque somos una sociedad que celebramos todo y la mayor parte con alcohol, pero luego no nos gustan los botellones ni las borracheras». Esa misma contradicción «nos lleva a que puedes estar con un amigo que tiene ese problema con el alcohol, pero cuando eres joven no lo estás viendo como un problema grave», apunta.
Montse Domínguez | Presidenta de ARAD
Otro de los hándicap del alcohol es que se trata de una adicción en la que pueden pasar años hasta que la persona que la sufre pide ayuda. Así ocurre sobre todo en el caso de las mujeres porque la mujer alcohólica está más estigmatizada y tarda más en solicitar auxilio. «Entonces los tratamientos también tardan más en hacer efecto y, por tanto, en resolverse el problema», explica Domínguez.
La mayoría de las atenciones que se prestan en ARAD están relacionadas con el alcohol, tanto de hombres como de mujeres. Cuando acuden ellos suelen tener entre 34 y 44 años y ellas, entre 45 y 65. Además, en el caso de estas últimas, llevan una media de diez u once años de consumo «no visibilizado porque ha estado más escondido en casa, tienen mayor temor a ser vistas consumiendo».
En el caso de los jóvenes, también hay que tener en cuenta que el problema no solo les afecta a ellos físicamente, también a sus familias «que están sufriendo muchísimo y hay que atenderlas y darles unas medidas de prevención porque muchas veces están desubicadas», señala.
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