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Por eso con amorosos/ fervores mira a la fábrica/ pues sabe que es el templo/ de donde sus dichas manan [...] Algún timorato dice/ que es algo despreocupada [...] ¡Mentira!... No le preocupa/ del mundo la indigna farsa» (Luis Martínez Pineda, 1906).
El investigador agregado del ... IER y doctorando de la Universidad de La Rioja, Jesús Murillo, recoge este extracto poético en su obra 'Cigarreras de la literatura, uníos! Del mito romántico al mito obrero: las cigarreras en la literatura de los siglos XIX y XX'. Murillo analiza en su trabajo cómo traspasó a la prensa y a la literatura la transformación económica que supuso la creación en Logroño de la Tabacalera en 1890. Toda una revolución laboral y social protagonizada por mujeres (antes de la mecanización se las prefería por su habilidad en el proceso manual), que mereció un espacio propio en la reciente exposición que albergó el Parlamento regional, otrora sede de la fábrica logroñesa de Tabacalera, con motivo de la conmemoración de su trigésimo aniversario.
El comisario de la muestra, Carlos Fuentes (responsable del centro Caja Rioja Gran Vía), explica que las cigarreras conformaron el colectivo laboral femenino «más importante de su época». También estaban las trabajadoras de las conserveras y de las bodegas, pero nada comparable con éstas, «no sólo por su elevado número, sino por su sindicación», ya que arraigó un sentimiento de clase que, de la mano de una de ellas, Luisa Marín, se concretó en la afiliación de la mayoría, unas 500 aproximadamente, al sindicato Unión Tabacalera a principios del Siglo XX.
Gracias a este asociacionismo, las cigarreras «consiguieron bastantes beneficios sociales dentro de la empresa como sueldos generosos, economato social, caja de auxilio para las jubilaciones, servicio médico, avances higiénicos destacados (aseos y duchas), prioridad de sus hijos a la hora de ser contratada nueva mano de obra... que las hacían privilegiadas frente a otras trabajadoras». Además, las cigarreras riojanas «tuvieron una repercusión muy importante dentro de la Federación Tabaquera -el proceso asociacionista más importante en la historia del tabaco en España-, que finalmente se desligó de UGT». Mujeres aguerridas se plantaron en 1920 y en la nochevieja de aquel año protagonizaron un encierro. Revuelta que acabó con sanciones y despidos, incluido el de su líder. Tras varios años se reincorporaron, pero en 1936 «su activismo les pasó factura: las más significadas fueron despedidas y muchas, fusiladas, entre ellas la propia Luisa Marín».
Esta es la historia de las cigarreras, de la eclosión femenina en el mercado laboral regional y uno de los mayores hitos del sindicalismo en La Rioja.
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