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Iván Teruel es profesor de un IES de Gerona y miembro de Escuela de Todos, plataforma que defiende un modelo educativo común que garantice que el español sea lengua vehicular en todas las comunidades bilingües. Con su estudio sobre las 17 selectividades cree haber evidenciado « ... el despiporre absoluto» de las pruebas de la EBAU.
– ¿Le llamó la atención la situación en La Rioja?
– Sí, porque es la cuna del castellano. Al no haber descuento específico por error ortográfico, ¿cuál es la pauta, por ejemplo, para alguien que comete seis faltas o para el que comete veinte? ¿Cuándo se aplica la detracción máxima del 20% de la nota? Eso genera una cierta arbitrariedad. Y además, con carácter general, que sean diecisiete pruebas diferentes, lo que es un disparate, provoca una desigualdad a la hora de acceder a las universidades por el denominado distrito único, porque nuestros jóvenes están jugando con reglas diferentes para optar a las mismas plazas. La prueba debería ser la misma para todos.
– La nueva EBAU persigue una homogeneización.
– Pero mi impresión es que la unificación será a la baja, que es lo que viene ocurriendo con la enseñanza en los últimos años con el nivel de exigencia. Como al final se establece una especie de competencia entre comunidades, lo que hacen las que se han mantenido más exigentes a la hora de evaluar para no perjudicar a sus alumnos es ir bajando cada vez más el listón y se produce una igualación a la baja, lo que va en detrimento del nivel de castellano de los alumnos españoles en su conjunto.
– Nuestros bachilleres no dominan su lengua.
– Yo he visto alumnos de Primero con un ocho de nota por contenido que pueden hacer veinte, veinticinco faltas de ortografía en dos caras de folio. El correcto uso de la lengua cada vez tiene menos prestigio, y está más relativizado, cuando dominarla no es sólo importante en su aspecto más prescriptivo, sino también para tener un pensamiento cada vez más complejo. Yo he llegado a escuchar a pedagogos decir que la ortografía no tiene importancia porque existen los procesadores de texto que corrigen automáticamente las faltas. Y también está la Inspección que te dice: ojo con suspender a según qué porcentaje de alumnos.
– ¿Es frustrante para los profesores?
– Mucho. Siempre hay una percepción subjetiva por parte de cada uno de nosotros, pero mi sensación es que la situación es preocupante porque los alumnos tienen menos herramientas para enfrentarse a realidades y textos complejos que requieren de una reflexión un poco más madura. Pero no sólo en lo referente a la asignatura de Lengua Española.
– ¿A qué se refiere?
– Es una deriva preocupante de la enseñanza, con un descrédito cada vez mayor del propio concepto de conocimiento. Es decir, se vincula la adquisición de conocimiento a algo poco menos que traumático, y en el centro del sistema educativo se ha puesto lo emocional y lo inmediato, y todo aquello que no requiere ninguna exigencia. Así se ha producido una disociación entre la propia idea de felicidad o satisfacción y el conocimiento. Es decir, el mensaje que se transmite, sobre todo por parte de la nueva psicopedagogía, es que es imposible ser feliz aprendiendo, adquiriendo conocimiento.
– La mítica queja de: «Para qué estamos dando esto si no lo vamos a utilizar nunca».
– Es que se ha perdido la idea de conocer por conocer, porque te enriquece como persona y te permite enfrentarte al mundo con mayores herramientas. La idea perversa que se difunde es que se puede alcanzar un espíritu crítico o una visión crítica de todo lo que ocurre, de la sociedad, de los problemas, sin haber adquirido conocimiento. Y, no. Uno no puede tener espíritu crítico si no tiene conceptos para cotejar las distintas opciones.
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