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¿Es esto un expolio? Los códices que hoy sabemos que contienen las llamadas Glosas Emilianenses fueron incautados en San Millán de la Cogolla durante la desamortización de 1821. Entonces se desconocía el tesoro que guardaban. La Real Academia de la Historia (RAH) los custodia ... en Madrid desde 1851 y nunca han vuelto a La Rioja pese a reiteradas reclamaciones desde 1978, al año siguiente de celebrarse en el monasterio de Yuso el Milenario de la Lengua.
¿Qué son las Glosas Emilianenses?
Son pequeñas anotaciones escritas al margen de un códice latino en romance y en euskera. Se considera el primer testimonio literario del castellano medieval.
Los textos se encuentran en el Códice 60 guardado en la Real Academia de la Historia
Aparecen entre las líneas del texto principal y en los márgenes de algunos pasajes del códice
Glosa
Glosa principal
Glosa
En esta pequeña anotación
se puede distinguir la palabra año
El texto escrito
Con o aiutorio de nuestro
dueno Christo, dueno
salbatore, qual dueno
get ena honore et qual
duenno tienet ela
mandatione con o
patre con o spiritu sancto
en os sieculos de lo siecu
los. Facanos Deus Omnipotes
tal serbitio fere ke
denante ela sua face
gaudioso segamus. Amen.
La traducción
Con la ayuda de nuestro
Señor Cristo, Señor
Salvador, Señor
que está en el honor y
Señor que tiene el
mandato con el
Padre con el Espíritu Santo
en los siglos de los siglos.
Háganos Dios omnipotente
hacer tal servicio que
delante de su faz
gozosos seamos. Amén.
Gráfico: David F. Lucas
¿Qué son las Glosas Emilianenses?
Son pequeñas anotaciones escritas al margen de un códice latino en romance y en euskera. Se considera el primer testimonio literario del castellano medieval.
Los textos se encuentran en el Códice 60 guardado en la Real Academia de la Historia
Aparecen entre las líneas del texto principal y en los márgenes de algunos pasajes del códice
Glosa
Glosa principal
Glosa
En esta pequeña anotación
se puede distinguir la palabra año
El texto escrito
Con o aiutorio de nuestro
dueno Christo, dueno
salbatore, qual dueno
get ena honore et qual
duenno tienet ela
mandatione con o
patre con o spiritu sancto
en os sieculos de lo siecu
los. Facanos Deus Omnipotes
tal serbitio fere ke
denante ela sua face
gaudioso segamus. Amen.
La traducción
Con la ayuda de nuestro
Señor Cristo, Señor
Salvador, Señor
que está en el honor y
Señor que tiene el
mandato con el
Padre con el Espíritu Santo
en los siglos de los siglos.
Háganos Dios omnipotente
hacer tal servicio que
delante de su faz
gozosos seamos. Amén.
Gráfico: David F. Lucas
¿Qué son las Glosas Emilianenses?
Son pequeñas anotaciones escritas al margen de un códice latino en romance y en euskera. Se considera el primer testimonio literario del castellano medieval.
Los textos se encuentran en el Códice 60 guardado en la Real Academia de la Historia
Aparecen entre las líneas del texto principal y en los márgenes de algunos pasajes del códice
Glosa
Glosa principal
Glosa
En esta pequeña anotación
se puede distinguir la palabra año
El texto escrito
La traducción
Con o aiutorio de nuestro
dueno Christo, dueno
salbatore, qual dueno
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duenno tienet ela
mandatione con o
patre con o spiritu sancto
en os sieculos de lo siecu
los. Facanos Deus Omnipotes
tal serbitio fere ke
denante ela sua face
gaudioso segamus. Amen.
Con la ayuda de nuestro
Señor Cristo, Señor
Salvador, Señor
que está en el honor y
Señor que tiene el
mandato con el
Padre con el Espíritu Santo
en los siglos de los siglos.
Háganos Dios omnipotente
hacer tal servicio que
delante de su faz
gozosos seamos. Amén.
Gráfico: David F. Lucas
La Academia afirma ser su propietaria legítima y no ha accedido ni siquiera a cederlos temporalmente. El Códice 60, el más célebre de todos por contener las glosas o anotaciones filológicamente más valiosas, solo ha salido de la sede de la RAH en una ocasión, para una exposición en el Palacio Real en 2001.
El llamado Códice 60 (según la numeración que la Academia dio a los libros procedentes de San Millán al recibirlos a mediados del siglo XIX) es un antiguo y delicado ejemplar de menos de veinte centímetros por catorce de ancho. Contiene 97 folios de un pergamino áspero y rojizo cortados de forma irregular y escritos en tinta marrón. El texto es propio del siglo X: anécdotas de monjes ermitaños de Egipto, oficios de letanía, el martirio y las misas de los santos Cosme y Damián, además de ocho sermones, entre ellos los de san Cesáreo de Arlés y de san Agustín de Hipona.
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Pero el códice no es mundialmente conocido por estos escritos, sino por las posteriores anotaciones interlineales y marginales, datadas en torno al año 992, según algunas fuentes. Son las glosas, propiamente dichas, escritas por el monje amanuense del scriptorium de San Millán de Suso (o de arriba) encargado de la copia; se trata de anotaciones interlineales o marginales en latín, griego, euskera y un primer romance identificable como castellano incipiente. Una lengua que ya no es latín sino el dialecto del pueblo.
Ahí radica su valor filológico. La más extensa y filológicamente valiosa de las glosas figura al margen derecho del folio 72 del Códice 60. Son solo doce renglones, medio centenar de palabras en letra visigótica; una alabanza a la Santísima Trinidad.
Con o aiutorio de nuestro
dueno Christo, dueno
salbatore, qual dueno
get ena honore et qual
duenno tienet ela
mandatione con o
patre con o spiritu sancto
enos sieculos delo siecu
los. Facanos Deus Omnipotes
tal serbitio fere ke
denante ela sua face
gaudioso segamus. Amen
[Con la ayuda de nuestro Señor Cristo, Señor Salvador, Señor que está en el honor y Señor que tiene el mandato con el Padre con el Espíritu Santo en los siglos de los siglos. Háganos Dios omnipotente hacer tal servicio que delante de su faz gozosos seamos. Amén]
Ocho siglos después, en 1821, los monjes benedictinos que habitaban en el monasterio de San Millán de Yuso (o de abajo) fueron exclaustrados por segunda vez (ya habían sido expulsados por orden de José Bonaparte en 1809 y lo serían definitivamente en 1835 con la desamortización de Mendizábal; hasta 1878 no llegarían para ocupar el lugar los agustinos recoletos, sus actuales moradores).
Los «códices antiquísimos» de su biblioteca, procedentes de la antigua de Suso, fueron llevados a Burgos reclamados por el 'Gefe Político' (sic) durante la desamortización ordenada por el Gobierno liberal de la época (el llamado Trienio Liberal).
Eran los vaivenes políticos de la España del XIX, con gobiernos que se sucedían derogando lo dispuesto por el anterior, y tanto los miembros de las órdenes religiosas como sus posesiones estaban expuestos a ellos. Pero en ningún momento regresaron a San Millán aquellos viejos manuscritos en los que los desamortizadores esperaban encontrar títulos de propiedad de la Iglesia, cuando lo que en realidad guardaban era otro gran tesoro todavía por descubrir.
En Burgos pasaron treinta años, hasta que en 1851 fue reclamada desde Madrid la «remisión de códices pertenecientes a los monasterios de San Millán de la Cogolla (La Rioja) y San Pedro de Cardeña (Burgos), ordenada por la Dirección de Fincas del Estado en virtud de la legislación relativa a la desamortización». Esta serie de libros y documentos fue asignada a la Biblioteca de la Real Academia de la Historia «como entidad cualificada para su custodia y aprovechamiento científico».
De los más de cien volúmenes que reuniría esta entidad en sucesivas adquisiciones, casi setenta son códices emilianenses (códices del 1 al 64 y del 118 al 120, según la numeración con que fueron registrados al ingresar).
En cierto modo esta biblioteca salvó de un final incierto aquellos legajos carentes del valor que esperaban de ellos los políticos y recaudadores de la época. Allí aguardaron silenciosamente a que alguien iluminase su secreto. Y sucedió que su verdadero valor fue descubierto en 1911, cuando el académico Manuel Gómez Moreno transcribió alrededor de mil glosas interlineales y marginales del Códice 60 y se las envió a su colega Ramón Menéndez Pidal.
De pronto, nueve siglos después de ser escritas, allí estaban aquellas palabras ante alguien capaz de entrever su significado y apreciar su singularísimo valor filológico, cultural e histórico. «En estas Glosas Emilianenses –sentenció el medievalista– vemos el habla riojana del siglo X muy impregnada de los caracteres navarro-aragoneses». Era la clave del origen de aquella primera lengua romance que ya no era latín.
Muchos otros estudiosos, como Rafael Lapesa, Emilio Alarcos, Manuel Alvar y, muy especialmente, los hermanos Claudio y Javier García Turza desde La Rioja, han venido después a enjuiciar lo que simbólicamente se ha consensuado como 'acta de nacimiento del idioma'. 'El primer vagido de la lengua española es, pues, una oración', afirmó Dámaso Alonso.
Las Glosas Emilianenses (en particular el Códice 60) se encuentran custodiadas en una cámara acorazada en la sede de la RAH, en la calle Huertas de Madrid, la Casa del Nuevo Rezado. Únicamente han salido de allí para una exposición de sus colecciones en el Palacio Real en 2001. Solo investigadores muy acreditados tienen acceso a ellas, y muy rara vez.
Recientemente se ha realizado una edición facsímil de alta calidad, pero, por seguridad, la Academia se sigue negando a ceder el original a pesar de las reiteradas solicitudes desde La Rioja. En una de sus negativas, Carmen Iglesias, su presidenta, zanjó la cuestión hablando en plata: «Son como las Meninas».
La Rioja lleva más de cuarenta años reclamando las Glosas y la RAH siempre se ha negado, alegando medidas de seguridad y conservación. La primera solicitud la formuló la Asociación de Amigos de La Rioja en 1978, al año siguiente de celebrarse en San Millán el Milenario de la Lengua.
Ya constituida la Comunidad de La Rioja, el Gobierno (presidido por el socialista José Ignacio Pérez Sáenz) volvió a solicitarlas en 1990 durante una reunión en Yuso de centros riojanos en el mundo. Tampoco hubo suerte: los monasterios emilianenses no reunían las condiciones necesarias. Y eso era entonces una verdad como un templo.
Pero eso cambiaría a raíz de la declaración de Patrimonio de la Humanidad en 1997 por parte de la Unesco y de la restauración a que fueron sometidos Suso y Yuso. En 1998 se constituyó la Fundación San Millán para velar por su mantenimiento.
En 2006, el Gobierno (presidido por el 'popular' Pedro Sanz) volvió a reclamar las Glosas coincidiendo con la polémica de los 'papeles de Salamanca' que Cataluña exigió y consiguió recuperar. La Rioja, en cambio, recibió una nueva negativa del Gobierno español (en este caso presidido por el socialista José Luis Rodríguez Zapatero).
«Nosotros hemos cumplido el compromiso de preparar el monasterio para que sea el mejor lugar donde pudieran estar las Glosas», declaraba Sanz en 2007, en el décimo aniversario de la declaración de Patrimonio de la Humanidad, cuando empezó a funcionar Cilengua.
En 2009 se pidió al menos «la cesión en depósito temporal». Pero tampoco así.
Y en 2017, al cumplirse veinte años de la declaración, el Gobierno riojano (presidido por el 'popular' José Ignacio Ceniceros) hizo un nuevo intento. La respuesta de la RAH volvió a ser tajante: las Glosas no se tocan.
El único gobierno que no gastó esfuerzos en peticiones fue el de la socialista Concha Andreu.
En 2021, el Gobierno de España (presidido por el socialista Pedro Sánchez) argumentaba así su posición en contra de la cesión al respecto de una pregunta parlamentaria planteada indirectamente por el Partido Riojano: «Las Glosas Emilianenses, como parte esencial de la aportación de España a la cultura universal, son la mejor expresión y contribución de la capacidad creativa del pueblo español a la civilización universal contemporánea. Este patrimonio cultural, histórico y documental, descubierto por la RAH y conservado en la citada institución, forma parte de un fondo documental unitario, sistematizado, catalogado y disponible para el investigador y cuenta en dicha Academia con todas las garantías en cuanto a su salvaguarda, protección y seguridad, adecuación ambiental y excelencia científica».
«Cabe señalar –añadía– que la RAH, como patrimonio documental perteneciente al patrimonio histórico español, garantiza el acceso de todos los ciudadanos en condiciones de igualdad y cumple fielmente el mandato constitucional y, por lo tanto, se evita así la posibilidad de desmembrar y dispersar el patrimonio histórico cuando, además, sus bienes están legalmente depositados en instituciones tales como la Real Academia ya citada, tal y como avalan los antecedentes y los informes redactados al efecto en previas reclamaciones».
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