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-Los últimos indicadores del cambio climático lo dicen claro: el 2020 es uno de los más cálidos registrados. ¿Empieza a ser una situación preocupante?
Efectivamente, así es. Según datos de la Agencia Estatal de Meteorología, sólo durante el verano se han registrado 0,9 ... grados centígrados por encima de la media, situando al verano del 2020 como el noveno más cálido desde que se tienen registros (1965). Estos datos se ratifican en otro informe elaborado para Naciones Unidas, en el que se señala al quinquenio 2016-2020 como el más cálido de la historia registrada. La situación es preocupante porque no es un hecho puntual, sino una tendencia, como este último informe indica, tendencia que se va a mantener en los años venideros. Si nos fijamos en las olas de calor vemos que ha habido un incremento de casi el doble en el último decenio (de 12 a 23). Estos datos son preocupantes porque implican también un aumento de mortalidad asociada a las altas temperaturas. Ya en el año 2017 se publicó un estudio de Mora y colaboradores en la prestigiosa revista Nature Climate Change, donde se señalaba que 30% de la población mundial se ve afectada por estas olas de calor y señala que si se siguen emitiendo gases al ritmo actual para el año 2100 las personas sometidas a estas olas mortales de calor alcanzarán el 74 % de la población. Esto también se refleja en el índice térmico universal (UTCI), que se calcula teniendo en cuenta parámetros ambientales como la temperatura del aire, la humedad, la velocidad del viento y la radiación. En el sur de nuestro país se alcanzaron valores máximos, por encima incluso del verano del 2003, cuando se dio la ola de calor más grande en toda Europa.
Pero España no es el único caso, seguro que todo el mundo recuerda los 54, 4 ºC que se alcanzaron en el Valle de la Muerte (Estados Unidos) este agosto.
Además, tanto los diferentes informes del panel intergubernamental de expertos de la ONU (IPCC) como los que emite la NASA anualmente, señalan la actividad humana como la causante del aumento de la temperatura global del planeta a través de las emisiones de gases con efecto invernadero. Por lo tanto, en nuestra mano está dar una solución a esta situación.
-¿Qué impacto está teniendo el virus en el cambio climático?
Lo que se está observando es una disminución en las emisiones de CO2 a la atmósfera consecuencia de la disminución en la movilidad y en la producción. En concreto, en un artículo publicado este mismo mes de octubre en la revista Nature, Liu y colaboradores, cifran en un 8,8 % el descenso en las emisiones globales de CO2 en la primera mitad de 2020 en comparación con el mismo período en 2019. Este dato, tiene importancia, ya que los propios investigadores dicen que es incluso superior a la disminución que ocurrió durante las recesiones económicas anteriores o la Segunda Guerra Mundial.
Sin embargo, estos datos no implican que ya no tengamos problemas ambientales, o que esta disminución suponga que ya se haya revertido el cambio climático. En absoluto. Estos datos implican una mejoría en la calidad del aire en esos meses y en ese sentido algo bueno ha traído la pandemia, pero esto se puede revertir e incluso se pueden superar niveles anteriores a la pandemia, como ha ocurrido en China, ante un afán de producir todo lo que no se hizo durante esos meses.
Por otra parte, es importante también darse cuenta del incremento en el uso del plástico de un solo uso, que se ha generado también como consecuencia de la pandemia. Hablamos de mascarillas, de trajes de protección, incluso de envases para llevar comida. Esto por desgracia también está generando el aumento de residuos, residuos que en muchos casos llegan al mar o quedan en nuestro entorno natural.
Por lo tanto, no podemos bajar la guardia, sino que hay que seguir concienciando y luchando por la protección al medio ambiente.
¿Puede tener el cambio climático alguna vinculación con el origen y situación actual de la pandemia?
Es evidente la presión que estamos haciendo hacia los ecosistemas naturales. Se están descongelando glaciares que dejan al descubierto virus y bacterias que llevaban millones de años «dormidos». Estamos invadiendo hábitats naturales donde habitan virus que nunca antes han estado en contacto con humanos o nosotros con ellos. Estamos trasladando especies de unos lugares a otros, introduciéndolas en medios diferentes al suyo habitual, con el consiguiente desequilibrio de los ecosistemas. Hay una gran pérdida de biodiversidad en términos generales. Y no nos damos cuenta que lo que hacemos a la naturaleza nos lo hacemos a nosotros mismos.
Es importante tener ecosistemas sanos y complejos, donde existan varias especies intermedias entre el patógeno y nosotros para prevenir este tipo de situaciones.
Además, están apareciendo estudios-uno de Harvard, varios en China y también en Dinamarca- que relacionan una mayor contaminación atmosférica con una mayor mortalidad por el SARS-CoV-2. Estos datos son preliminares, aún no los podemos dar como categóricos, sin embargo, tiene sentido. La contaminación afecta a nuestros pulmones y esta es una de la principales vías por las que ataca este virus.
Si estos datos aún no los podemos considerar como consolidados, si lo son otros, tanto en positivo como en negativo. Según la OMS en España 10000 muertes se pueden atribuir a problemas relacionados con la contaminación. Y también hay estudios que demuestran como el vivir cerca de una zona verde puede alargar la esperanza de vida, así como reducir el estrés.
-¿Hemos descuidado la defensa del medio ambiente por la situación actual?
En cierto modo sí. En unos casos por la reducción de movilidad a la que nos vemos sometidos. Si nos comparamos con el año pasado, cuando hubo unos movimientos muy significativos a favor del medio ambiente, a cargo de activistas conocidos, ahora esto por ejemplo, no es posible. O no lo es en el grado en el que se hacía anteriormente.
El año pasado tuvo lugar en España la COP 25 (la conferencia anual que celebran los países que pertenecen a la Convención Marco de Naciones Unidad frente al Cambio Climático) y eso movilizó a políticos de prácticamente todo el mundo, periodistas, activistas, actores…prácticamente de todos los sectores de la sociedad hubo manifestaciones y compromisos a favor del medio ambiente. Este año, sin embargo, la COP 26 que debería celebrarse en el mes de noviembre en Reino Unido ha sido pospuesta hasta el 2021.
Por otra parte, la emergencia sanitaria ha concentrado toda la atención de la sociedad y los recursos se han aplicado en controlar la pandemia y atender a los enfermos, como no puede ser de otra manera.
Sin embargo, no podemos olvidar lo comentado en la pregunta anterior, que existe una clara relación entre el «estado de salud del medio ambiente» y el nuestro, y que para prevenir este tipo de pandemias es fundamental mantener sanos nuestros ecosistemas.
- Como experta, ¿nos puede dar algún dato nuevo que evidencie las pésimas consecuencias del cambio climático?
Como «dato nuevo» yo creo que es la relación que puede existir entre la contaminación y la pandemia. Tenemos que ser conscientes del daño que hacemos al planeta, a los ecosistemas, que ese daño nos afecta a nosotros directamente y que tenemos que establecer unas estrategias de prevención. Y una de estas estrategias preventivas pasa por cuidar nuestros ecosistemas. La salida de esta crisis (sanitaria y económica) tiene que ser una salida verde, hay que apostar por modelos sostenibles basados en energías renovables, en una economía circular y baja en carbono. Y para ello existen estrategias a nivel Europeo como el Pacto Verde Europeo, la Agenda 2030 o el recién aprobado Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático (PNACC) 2021-2030, entre otros que apoyan estas inicitivas.
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