Doce muertes en accidente laboral llevan a La Rioja a su año más trágico desde 2005

Las peores consecuencias de la siniestralidad laboral están viviendo un claro repunte en los últimos años, especialmente después de un 2018 en el que se alcanzó la cifra más baja, con solo un fallecido, de la serie histórica del Ministerio de Trabajo. Desde entonces, volvieron a subir –seis en 2019 y siete en 2020 y 2021– hasta alcanzar en 2022 la cifra de once muertos en accidente laboral, que se convertía en la más alta desde 2005. Aquel luctuoso año, La Rioja marcó su tope con 19 vidas perdidas: cinco trabajadores de la industria, siete de la construcción y otros tantos de servicios. Este último es el sector que acumula mayor número sucesos mortales, principalmente debido a que es el que cuenta con mayor número de empleados.

El pasado año fue, por lo tanto, sumamente trágico en el ámbito laboral riojano, recuperando cifras desconocidas hace tiempo, pero 2023 ya lo ha superado a comienzos de septiembre. En enero, un obrero fallecía después de cien días ingresado en la UCI a causa de una caída de varios metros de altura en unas obras en Logroño. Días después, un accidente entre dos turismos en la N-111 a la altura de Albelda de Iregua se cobraba la vida de un anestesista de Viamed Los Manzanos y de un autónomo dedicado a rehabilitaciones en viviendas. Ambos se dirigían a su lugar de trabajo, en lo que se considera fallecidos 'in itinere'.

Una ingeniera trabajadora en la central térmica de Arrúbal murió en febrero en la N-232 embestida por un camión, mientras que un electricista de Pradejón, atropellado por una carretilla en una empresa de Calahorra, fue el quinto fallecido en accidente laboral del año. Una dependienta de una tienda de ropa de Logroño cayó desplomada y murió mientras trabajaba; otro trabajador en tránsito a su puesto perdió la vida al chocar con un camión de troncos en la N-111; un taquillero de una discoteca de Logroño murió por las quemaduras sufridas en un incendio;y un albañil de Calahorra cayó a la calle desde un andamio y pereció días después.

Nueve accidentes mortales hasta abril provocaron el peor arranque de año. Desgraciadamente, las cifras no se detendrían ahí. En el mes de julio, un operario falleció sepultado por un derrumbe en las obras de la antigua residencia de Adoratrices, en un siniestro sobre el que los sindicatos reclamaron una investigación y asunción de responsabilidades. Y en los últimos días, dos nuevas desgracias en el Centro de Salud de Haro y en el Ecoparque de Logroño; un técnico de emergencias y una operaria.

En los últimos años, La Rioja se sitúa siempre entre las comunidades autónomas con peores números de siniestralidad. Según el informe del Ministerio de Trabajo de la primera mitad del año, la región alcanzó un 0,637 de índice de siniestros mortales, el segundo más alto solo por detrás de Cantabria y muy por encima del 0,234 de media nacional. En cuanto al global de accidentes laborales, La Rioja alcanzó una tasa de 298,2, frente al 223,8 del conjunto del país y siendo en este caso la tercera comunidad peor parada después de Navarra e Islas Baleares. El mayor índice se dio en la construcción (644,6) y el menor, en servicios (223,4).

En cuanto a accidentes graves o muy graves, La Rioja ha contabilizado 23 en los primeros seis meses del año, una media que elevaría los sufridos el pasado año, 34. Peores cifras arrojan 2019 y 202, con 46 y 45 siniestros de gravedad.