Doce horas de chiquiteo a tope
La Retina de la Memoria ·
La actividad surgió de la Peña Laurel, formada por estudiantes en 1979, y fue la más exitosa de su historiaSecciones
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La Retina de la Memoria ·
La actividad surgió de la Peña Laurel, formada por estudiantes en 1979, y fue la más exitosa de su historiaFue la Transición una época de excesos. España entera caminaba lo más raudo posible, primero para alejarse cuanto antes del Antiguo Régimen y, segundo, buscando la modernidad allá donde estuviera. Y mientras en Madrid se cocinaba a fuego lento el fascinante fenómeno de la ... Movida, que arrancaría poco después, un grupo de jóvenes logroñeses fundaba una peña alternativa para las fiestas de San Mateo de 1979. Cuarenta años han transcurrido ya.
La Peña Laurel estaba compuesta por estudiantes, en su mayoría universitarios, cuyo atuendo consistía en camisa blanca, pantalón vaquero, pañuelo y boina, aunque muy pocos lo llevaban a rajatabla. Durante unos años abrió la peña un espacioso chamizo en la mismísima Gran Vía.
A diferencia de las peñas tradicionales de finales de los setenta y comienzos de los ochenta, la Peña Laurel no contaba con orquesta ni músico alguno, ni tampoco desfilaba al uso por mitad de la calzada. Eso sí, cuando se juntaban unos cuantos peñistas por la calle, cantaban como descosidos. Y lo mismo les daba temas tradiciones ('Calle Mayor de Logroño'), 'hit parade' de la época ('La fiesta de Blas', 'La Ramona', 'Super Superman') o composiciones de cuño propio y discutible buen gusto.
De hecho, cuando la Peña Laurel puso en marcha la actividad más exitosa de su historia, las 'Doce horas de chiquiteo', casi de inmediato surgió un estribillo que se tarareó durante ése y los siguiente sanmateos, y que era un epítome de los excesos tan propios de la época.
Con la música de «que se vayan, se vayan, se vayan...», la letra del himno decía así: «San Mateo con el chiquiteo, vaya trompa que vas a coger... San Mateo con el chiquiteo, vaya mierda que voy a coger». Tengo entendido que el tema musical no fue premiado ni en el Festival de Eurovisión ni en el de Benidorm ni en el de San Remo.
Ellos se lo perdieron.
Las bautizadas como 'Doce horas de chiquiteo' nacieron como un acto alcohólico-festivo, que consistía en trasegar chatos de vino desde las once de la mañana hasta las once de la noche, siempre que el cuerpo aguantara.
En la fotografía captada por el gran Teo Martínez en la misma calle Laurel, a la altura del antiguo Buenos Aires y de la hornacina con la Virgen del Laurel -ahora olvidada en los almacenes municipales, nos cuenta Felipe Royo-, hay caras conocidas de jóvenes logroñeses, algunos ya abuelos, y otros que ya no están entre nosotros.
Se aprecia en la instantánea que, si bien contentos, los participantes en las 'Doce horas de chiquiteo' aún conservan cierta compostura. Es lógico, puesto que la imagen está tomada a la una de la tarde, con tan solo dos horas de recorrido. Pueden imaginarse cuáles eran los semblantes de los que aguantaron hasta a las once de la noche.
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