Los doce años del elegido

Será la historia desde luego la que dicte sentencia el día de mañana para calibrar el auténtico alcance de los anuncios desvelados este viernes. La música sonaba bien pero en La Rioja hace tiempo que sus habitantes prefieren fijarse en la letra. En la prosa de los días. Cuando se sustancie qué es exactamente eso «convertir a La Rioja en la capital digital del español», un rimbombante compromiso cuya esencia de momento se hurta a la opinión pública. Más grandilocuencia, como en los tiempos de otros ocupantes del Palacete: «Posicionar La Rioja como la 'enorregión' por excelencia a nivel mundial» (y se pone a Ana Leiva al mando). Y otro misterio: qué será eso de «crear la Ciudad del Envase y el Embalaje». ¿Un nuevo Ecoembes?¿Su alternativa? ¿O la compensación por otros medios del perjuicio causado por los vecinos forales en sus perversos hábitos proclives a la deslealtad fiscal?

Se ignora. El aparato mediático y burocrático que acompaña al inquilino de Moncloa impide profundizar en la naturaleza exacta de sus designios. Y la tentación a enrocarse que distingue a Sánchez, parapetado tras ese mullido colchón de comparecencias donde sus acólitos le protegen de la prensa con un celo tan exagerado, termina de completar la ceremonia de la confusión que dejó ayer su estela, el rumor de los coches y helicópteros, la caravana que enfilaba al mediodía hacia La Grajera. Esa fanfarria que servía al presidente como improvisado himno: su particular cumpleaños feliz.

Porque observando su estampa tan apabullante, su cortés trato hacia quienes le saludaban recién aterrizado en el Palacete, y repasando su privilegiada biografía debe concluirse que los dioses acertaban: los nacidos un 29 de febrero son unos elegidos. Sánchez es un buen ejemplo. Un líder carismático, a su manera. Y astuto: prohibiendo las preguntas a los periodistas, evita ofrecer su opinión sobre el penúltimo disparate de su Gobierno. Trocear la Seguridad Social.