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El próximo curso, la Escuela de Enfermería, hasta ahora entidad «adscrita» a la Universidad de La Rioja, pasará oficialmente a formar parte del campus, integrada en la Facultad de Ciencia y Tecnología. Pese a lo que se pretendió en un primer momento, este movimiento ... provocará el cese de los tres profesores que aún pertenecen al Servicio Riojano de Salud: el actual director y profesor de Enfermería Comunitaria, Francisco Javier Iruzubieta, y otras dos docentes que acumulan hasta tres décadas de experiencia. Iruzubieta –diplomado en Enfermería, licenciado en Humanidades, doctor en Enfermería Comunitaria y Salud Pública y responsable de formación de investigadores en el Instituto de Salud Carlos III– recibió el 21 de junio la notificación por escrito de su cese como director y profesor del centro, que se verificará el 17 septiembre. Un día más tarde deberá incorporarse a cumplir labores asistenciales en un centro de salud.
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Durante los últimos meses se barajaron diversas posibilidades para integrar a los profesores de la Escuela de Enfermería. En abril, la Dirección General de Universidades, tras consultarlo con Servicios Jurídicos y con Función Pública, planteó que la UR asumiera a los trabajadores mediante un decreto y previa concesión, por parte del Servicio Riojano de Salud, de una excedencia por desempeño de actividad en otra institución pública. Para evitar que los afectados perdieran poder adquisitivo, se planteaba el establecimiento de un 'complemento personal transitorio absorbible'. Desde la Universidad, sin embargo, replican que esa propuesta ni se tomó en cuenta ya que «para cumplir con la legislación universitaria» entendían que la única opción posible era que los tres afectados optaran mediante concurso público a una plaza de profesores «con contrato de sustitución», pero sin complementos retributivos. Esta figura contractual es la que se estipula para cubrir bajas temporales o para asignar una plaza vacante hasta su provisión definitiva, con un límite temporal máximo de tres años.
«Sobre el dinero podríamos haber negociado, pero ni siquiera se nos dio la opción», indica Iruzubieta. El todavía director de la Escuela de Enfermería señala que la figura de «profesor con contrato de sustitución», cuyo sueldo bruto se queda en 30.353 euros anuales, era inasumible para ellos: «Tenemos mucha antigüedad, treinta años de experiencia docente e investigadora, y el tipo de contrato que nos ofrecen es el propio de los nuevos profesores que comienzan a labrarse carrera en la Universidad». La UR aduce que otro escollo era el que los afectados no habían pasado un proceso selectivo, aunque Iruzubieta señala que sí pasaron uno para dar clases en la Escuela, antes incluso de la propia creación de la UR.
«Entiendo su situación personal y desconozco por qué filtros pasaron en aquel momento –apunta la vicerrectora de Profesorado, Eva Sanz–. En cualquier caso, eran procedimientos establecidos por el SERIS y nosotros somos una universidad pública, que debe regirse por unas leyes que dejan muy claras las figuras contractuales que podemos ofrecer y qué condiciones debe reunir el personal docente e investigador. Estaríamos encantados de que se presentaran al concurso. Sería un pena que decidiesen otro camino, aunque entendemos que lo hagan porque la UR no les puede ofrecer las condiciones que tienen en el SERIS».
La convocatoria para cubrir esas tres plazas docentes (en Historia de la Enfermería, Enfermería Médico-Quirúrgica y Enfermería Comunitaria) por profesores «con contrato de sustitución» fue publicada el pasado miércoles, día 1 de julio, en el BOR.
El cese de Iruzubieta ha merecido las críticas de José Ramón Martínez Riera, presidente de la Asociación Española de Enfermería Comunitaria, que el pasado 18 de junio, en el blog del Grupo 40 (Iniciativa Enfermera), cargó contra la Consejería de Salud de La Rioja por haber abandonado a sus trabajadores y contra la UR por haber «despreciado» a unos docentes que habían convertido a la Escuela de Enfermería de Logroño en un «referente de excelencia en España». Enfermería ha sido en los últimos años el grado impartido en La Rioja que exigía la mayor nota de corte (11,654 en el último curso, solo por detrás de Matemáticas).
El cese de Iruzubieta y de las otras dos profesoras lleva el membrete de la Consejería de Salud, a cuyo organigrama pertenecen. Desde el departamento que dirige Sara Alba se reconoce y agradece la «extraordinaria labor» que han prestado, especialmente durante el embate de la pandemia, pero se señala que «como consecuencia de la integración de la docencia en la UR», se les ha comunicado la fecha en que serán desvinculados del centro.
Iruzubieta confiesa su desaliento: «El Servicio Riojano de Salud y el Gobierno de La Rioja tenían la sartén por el mango en la negociación, pero, de pronto, esa gente que durante 30 años había recibido tantos elogios resultaba prescindible... Me siento cómo si nos hubieran echado. ¿De qué sirven la experiencia, el trabajo, la trayectoria de tantos años...?».
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