La fotógrafa, frente al camino que se bifurca, se detiene frente a este escaparate de temporada, donde se exhiben los modelos de baño que se van a llevar. Que ya se han llevado. Parece más bien una vitrina de museo, o una vánitas estival, o ... una capilla. Iluminadas por dentro. También un acuario. Con peces de tres colores. O un diorama, eso es. Es un diorama. Y el pasaje del carrefour podría pertenecer al interior del Metro, con las baldosas blancas de pared, y con la mujer que a contraluz sale por la derecha. Pero es una localización de playa, ya cerrado a la hora en que se toma la fotografía. Y el establecimiento de bañadores ejerce de proa de la cuña, y del ciclo solar, pues deja a babor el sol y a estribor la sombra.
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