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Diana Jiménez
Jueves, 24 de agosto 2023, 07:19
Bienvenido al centro Leo Kanner, buenos días, le atiende Mario ¿qué desea?». Así, cada día, con su función de recepcionista desde 2019, recibe a las personas. Mario Mayoral Bernechea es de Logroño, tiene 25 años y un entusiasmo por disfrutar sanamente la vida. Ama dibujar, el fútbol, la música, la comida, la naturaleza, el color verde, a los perros y tiene un gran sueño: formar una comunidad de personas con y sin discapacidades para ayudar a concienciar sobre el Trastorno del Espectro Autista (TEA). Él vive el autismo en primera persona, tiene el síndrome de Asperger asociado a un grado de minusvalía de un 33%. Desde el centro de atención residencial para adultos con TEA, detrás de su escritorio, Mario quiere que usted conozca su historia en estas líneas.
¿Nervioso o contento?, con el rostro venturoso y muy ilusionado de contar su historia, saluda a todos, toma asiento, le encanta mirar a los ojos a las personas y así comienza su relato con una memoria firme desde la niñez: «Yo no encajaba con las personas. Ya intuía algunas cosas, pero el no saberlo me ha dañado en algunos aspectos de mi vida, entendí de que era diferente, es mi realidad», explica gesticulando. Recapitulemos. Antes de los 19 años, Mario desconocía completamente su diagnóstico. «Ocurrió en 2017, a raíz de que tuve una relación tóxica de amistad, llegué a la asociación», confiesa. Con la voz algo entrecortada, Mario, habla: «Siento arrepentimiento por cómo he actuado en autodefensa con las personas que quiero».
Suena el teléfono cada diez minutos, llega la gente a visitar a sus familiares al centro y él los atiende, toma asiento otra vez: «En el colegio sufría 'bullying' psicológico. Quería relacionarme pero no sabía cómo, eso nos sucede a las personas con síndrome de Asperger». TEA es un concepto desconocido para quienes no lo padecen. Desde su llegada al centro Leo Kanner confiesa que ha recibido mucha ayuda, se incorporó a las actividades del grupo cinco: matemáticas, dibujo, talleres cognitivos, orientación, valoración e integración. «Fui diagnosticado en 2017, pero no sé desde cuándo lo padecía, es una incógnita para mí». «No fue difícil aceptar mi diagnóstico, lo complicado fue ponerme prejuicios y ser crítico conmigo mismo».
Mario ha sido el único que ha podido ir al extranjero, representando a ARPA Autismo Rioja. Siente que es «la voz del autismo». En 2021 fue a Suecia con la asociación logroñesa ON&OFF donde participó en diversos talleres en colaboración con otros países: teatro, tertulias, montar a caballo, pintar con hojas de árboles, trabajo facial y corporal... «Me encantó, me siento orgulloso de haber dado ese paso, he aprendido de todas las experiencias del pasado, siempre uno logra salir adelante». Con los ojos señalando al techo recuerda que «ha sido un reto y una superación haber ido a Francia a finales de 2022 porque aquel año tuve una crisis por tener amistades deshonestas».
Allí abordaron proyectos muy «chulos» como por ejemplo «por qué los jóvenes no se relacionan bien a causa de la tecnología, el 'bullying' y el acoso. «Fue un viaje muy reflexivo. Me esforcé en dibujar un símbolo para representar la salud mental. Ese es mi plan y me encantaría imprimirlo en el futuro». Entre el bullicio de las personas que caminan por la recepción, Mario se dirige hacia el calendario y alza la voz, para añadir que estuvo hace quince días en Suecia, acompañado por la organización YOU mix IT. «Estuvimos muchos jóvenes hablando sobre las actividades de inclusión y cómo brindar una vía para que llegue el mensaje, hice una exposición para que los participantes conozcan ARPA y salió bastante bien porque fui el único chico con autismo, me sentí muy feliz».
Desde agosto del último año, vive en un piso tutelado con sus amigos: Artem y Alonso. «La convivencia es muy buena y todo lo conversamos, soy feliz estando con ellos». «Dejar de vivir en casa de mis padres fue difícil, pero sabía que era lo mejor porque mis actitudes no estaban ayudando».
Con optimismo añade que cada día al dirigirse a su trabajo se pone los auriculares que van conectados a su MP3 de color azul. «Está algo rota la pantalla, pero me encanta escuchar la música pop-rock», dice. Sujeta entre sus manos la llave roja de la recepción y expresa sus planes con sentimiento: «ser mejor persona cada día, mantener la hermandad con los que quiero mucho, estar sano, vivir feliz con lo que tengo y descubrir lo mejor de mí». Mario quiere dejar algo en claro: «la gente piensa que nosotros vivimos en un mundo aparte, eso no es cierto, me gustaría erradicarlo, no hace falta tener un cartel que diga: soy autista. Hace falta solidaridad y reciprocidad».
En sus ratos libres lo pasa bien junto a su cuadrilla de amigos: Sergio, Kyra, Silvia, Artem, Ainhoa, Arturo. «Salimos al cine, a la piscina, a pasear, a charlar y además, con Sergio, suelo ir a la Unión Deportiva Logroñés a ver los partidos. También jugamos al fútbol en los parques; mi posición es de delantero, tenemos mucha empatía». Para 2024, su próximo destino será Eslovenia o Eslovaquia, no lo tiene claro, en colaboración con la asociación ON&OFF para participar de proyectos de inclusión. Finalmente, Mario quiere dirigir unas palabras hacia las personas con falta de empatía: «yo he sufrido eso, espero que los familiares se den cuenta al final de lo que están perdiendo, nosotros valemos mucho, debemos ser incluidos y tratados con respeto», relata convencido.
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