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Mariano Paún, Laura Ruiz Luna, Gustavo Patao, José María Caro y Gustavo Luiz durante una sesión de ejercicio físico en el gimnasio AltaFit de Logroño. Juan Marín
Todos somos diferentes, todos somos iguales en el gimnasio
Inclusión

Todos somos diferentes, todos somos iguales en el gimnasio

La incorporación de medidas sencillas para la comodidad de las personas con discapacidad hacen de AltaFit en Logroño un singular centro deportivo adaptado

Diego Marín A.

Logroño

Lunes, 18 de marzo 2024, 07:28

Laura y José María caminan en la cinta como dos usuarios más del gimnasio, pero no son cualquier persona. Su discapacidad visual los hace especiales pero las medidas que ha implementado el gimnasio AltaFit de Logroño para usuarios como ellos los hace pasar desapercibidos. Son detalles inapreciables para la mayoría pero esenciales para ellos, como que unas bandas rugosas en el suelo les guíen por las instalaciones hasta llegar a las máquinas o que, en estas, el relieve en los botones les permitan activarlas y desactivarlas, algo esencial, por ejemplo, en las cintas de correr.

«Ni sospechaba tener que verme en esta situación pero poder volver a un gimnasio, 25 años después, es recuperar parte de la vida estándar. Aquí nos ayudan mucho porque han realizado pautas ya no solo para los que tenemos visión residual, también para ciegos totales», reconoce Laura Ruiz Luna, de 45 años. Para ella la cinta le da mucha libertad porque, aunque puede andar sola por la calle, no puede correr sin un guía. «Poder encender y apagar la máquina yo sola da mucha libertad. Si no, para 15 minutos tienen que ayudarte cuatro veces y te sientes una carga, y aquí no tenemos esa sensación», asegura Laura.

En realidad, sí había acudido más recientemente a un gimnasio, a uno en Vitoria, pero el viaje en autobús ascendiendo al puerto de Herrera le suponía un calvario. A AltaFit acude junto a José María Caro, de 40 años, que sufre una discapacidad visual similar y apunta que también realiza pesas para fortalecer los hombros. Y no es algo baladí. «Aunque no veas, fuerzas el cuello para intentar ver y en el gimnasio fortalezco la espalda y los hombros para intentar ir más recto», detalla José María. Para él es capital que el personal del gimnasio está muy involucrado en ayudar. «Igual estás haciendo una máquina mal y enseguida vienen y te corrigen, y eso es muy importante», afirma José María.

Mariano Paún, de 43 años, tiene una discapacidad física y declara que intenta ser uno más en el gimnasio. «Intento hacer la mayoría de máquinas como pueda porque el ejercicio es bueno, aunque no hago piernas porque, con una, mal», admite Mariano, para quien el gimnasio es salud. «Si no, te vienes abajo».

Gustavo Luiz, de 53 años, padece esclerosis múltiple, por lo que su movilidad es reducida. Se desplaza con una silla de ruedas, así que para él el espacio es esencial. Lo sabe bien porque siempre había trabajado en gimnasios como preparador físico. «El deporte siempre formó parte de mi vida. Tengo dificultades de movilidad y AltaFit es un lugar muy espacioso en el que yo me muevo con mi carrito entre las máquinas, puedo subir, bajar...», describe Gustavo. Lo que cuenta parece sencillo, de sentido común, pero no en todos los centros deportivos se cumple. Él necesita que haya espacio para poder acceder a los aparatos que desea utilizar. «No todos los gimnasios tienen la capacidad de tener tantas máquinas y, además, espacio para poder moverte sin dificultad. Por eso vine aquí, porque te brindan todas las facilidades», destaca Gustavo.

Además, existen dos vestuarios adaptados a personas con discapacidad, uno para hombres y otro para mujeres. Buena parte de esta adaptación viene dada por una visita a las instalaciones que realizaron ONCE y la Asociación de Personas Sordas de La Rioja. Y cabe destacar que el centenar de aparatos con los que cuenta AltaFit disponen de un código que se puede escanear y dirige a un tutorial que, por ejemplo, ayuda a los sordomudos a guiarse de forma autónoma.

Gustavo Patao, coordinador de AltaFit, cree que todo el mundo puede hacer deporte, si bien es consciente de que cada vez hay más obstáculos. «¿Cómo una persona que quiere hacer tanto ejercicio, como Gustavo, tiene tantos impedimentos? Así que me vi en la necesidad de adaptar, solo hay que tener empatía y ganas», declara. «No es complicado, el caso es querer hacerlo», confiesa Patao, quien ya trabaja en implantar el sistema NaviLens, unos códigos que las personas con discapacidad visual pueden detectar con sus teléfonos para que les atienda un audio explicativo.

«El 90% de los días viene alguien con un problema de salud»

«El 90% de los días viene alguien con un problema de salud a quien el médico le dice que debe hacer ejercicio pero no saben qué», expone Gustavo Patao, por lo que ha propuesto al Gobierno de La Rioja formar equipos entre médicos, fisioterapeutas y preparadores físicos para, desde el Servicio Riojano de Salud, contribuir a una buena rehabilitación física. AltaFit ha desarrollado un proyecto para trabajar con la discapacidad y recuperación de patologías, desde lesiones a operaciones de cáncer de mama, quimioterapia, radioterapia o diálisis.

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