En dieciocho municipios riojanos no ha nacido un solo niño en lo que va de siglo

Las características de esta región con muchos municipios de muy poca población favorece que muchos de ellos sufran los estragos de la sangría demográfica. El exilio hacia las grandes ciudades, en ocasiones forzoso por los cada vez más escasos servicios que se ofrecen en estos pueblos, son el caldo de cultivo para que muy pocos decidan echar raíces y mucho menos aumentar la familia. No obstante, los dos ejemplos que ilustran estas páginas animan a tener algo de esperanza. En Ajamil hacía 34 años que no se registraba un bebé hasta que en 2021 se rompió la mala racha de años de sequía. En Canales de la Sierra ocurrió algo parecido. Tras más de 20 años, el pasado 2022 nació Martina.

Son dos ejemplos de localidades que no han perdido el pulso a la pérdida de vitalidad de los pueblos de nuestra región o, al menos, no han cedido ante la que parecía una tendencia sin freno desde hace ya unas cuantas primaveras.

Pese a ello, lo cierto es que en La Rioja hay dieciocho municipios en los que no ha nacido un niño desde 2000. Al menos, así se refleja en la estadística de fenómenos demográficos del INE con datos hasta 2021. Así sucede en Cellorigo, San Millán de Yécora, Corporales, Villarejo, Pazuengos, Bezares, Ledesma de la Cogolla, Muro en Cameros, Viniegra de Arriba, Cabezón de Cameros, Rabanera, Robres del Castillo, Bergasillas Bajera, Villarroya, Valdemadera, Navajún, Zarzosa y Lumbreras. Como consecuencia lógica de la nula natalidad es que la edad media de estos municipios es cada vez mayor. El ejemplo más extremo de ello es Valdemadera. En este municipio, perteneciente a la comarca de Cervera del Río Alhama, la edad medida de sus nueve habitantes es de 70 años. No muy lejos está Robres del Castillo, sus vecinos tienen de media 68 años, en Villarroya, dos menos; y 65 en Cellorigo y Ledesma de la Cogolla. El más joven de todos ellos es Bezares, donde la edad media cae hasta los 50.

Estos dieciocho municipios son los que no han visto nacer un bebé en al menos 22 años, pero hay otros, y desde luego no son pocos, en los que los niños vienen al mundo con cuentagotas. El nacimiento de un bebé a lo largo de estos años de los que ofrece datos el Instituto Nacional de Estadística (200-2021) es algo excepcional en más de cuarenta. Es el caso de Brieva de Cameros. En esta localidad camerana, siempre según los mismos datos del INE, el último bebé nació en 2015, pero hasta que se produjo ese acontecimiento hubo que esperar 12 años. El anterior alumbramiento había tenido lugar en 2003.

En Canillas del Río Tuerto la media de edad de sus 40 vecinos es de 53 años. En 2011 vio la luz el último crío en este municipio de la comarca de Nájera, pero antes de aquel hecho, no consta que hubiera ningún otro entre 2011 y 2000. En Cidamón fueron buenos los años 2008 y 2009 con dos y un nacimientos, respectivamente. Y en Daroca de Rioja sólo consta uno en 2008 y dos en 2001.

Como piezas de dominó, el otro efecto lógico es el crecimiento vegetativo negativo de nuestros pueblos. Preocupa el hecho de que en sólo once de los 174 municipios riojanos hay más nacimientos que defunciones y, por tanto, el crecimiento es positivo. Paradójicamente, mientras en Logroño la evolución es negativa y sigue habiendo más fallecidos que nacimientos, este es mayor en las localidades ubicadas en el entorno metropolitano de la capital, es decir, en Villamediana de Iregua y Lardero. En 42 el crecimiento es cero y en el resto, es decir, en 121 el crecimiento es negativo.