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Bares y restaurantes riojanos exprimen un verano tormentoso por los vaivenes de precios que anticipa un otoño-invierno asomado al abismo de la recesiónLa hostelería riojana está viviendo las mieles de un buen verano que recuerda el movimiento de clientela que había antes de la pandemia del COVID. Ahora bien, más consumidores no está significando que la mayor facturación suponga más beneficios, dado el impacto de una inflación galopante, con precios que cambian prácticamente a diario.
Con todo se trata de un momento prometedor tras dos años pésimos, prácticamente de economía de subsistencia, para muchos negocios del sector. El gasto medio de las familias riojanas en restauración se desplomó por el COVID. La estadística del INE (incluye dentro de la variable al turismo, sin desagregar más sus respectivos CNAE) confirma una caída del 41,4% en 2020 y el año pasado (último dato registrado) todavía era el 18,7% inferior a la de 2019, ejercicio de normalidad económica y social que precedió a la pandemia.
Por tanto, la hostelería intenta exprimir al máximo este verano, sobre todo en previsión de un otoño-invierno con unas perspectivas de recesión que, de confirmarse, frenarán el consumo: si las familias se ven obligadas a priorizar los gastos, el ocio se sacrificará por delante de desembolsos ineludibles, tales como llenar la despensa y el frigorífico, afrontar el largo curso escolar y calentar la casa. Esta es la sensación que transmiten a Diario LA RIOJA tres de los principales distribuidores riojanos, los mayoristas que abastecen los comedores de los restaurantes y las barras de los bares de la región.
Francisco Lavilla (Pescados Lavilla) asegura que la hostelería está trabajando este verano «a tope, como en la historia», y, de hecho, de no ser por este sector, «nosotros estaríamos cerrados, porque el consumo de los hogares ha bajado mucho».
En su caso «se han superado las ventas de 2019» y no se factura más «porque no tenemos producto». Pone como ejemplo el caso de los helados, ya que en Europa también está siendo un verano muy bueno por las altas temperaturas, así que la demanda se ha incrementado y no hay suficiente oferta. Pero también ha habido momentos de «escasez de aceite para la hostelería, de mayonesas...» y esa situación se ha traducido en «subidas de precios todas las semanas». Eso sí, «a partir de septiembre será otra historia; ya veremos lo que pasa, pero el verano nos está salvando» y, en general, el año está siendo «increíble».
Francisco Lavilla | Pescados Lavilla
Adolfo Saenz | Asociación Zona Laurel
Por su parte, José María Domingo (Casa Ortiz) apunta que la campaña «va bien», pero percibe que la gente está intentando consumir «producto más barato». Esta distribuidora también ha tenido problemas de suministro de algún artículo, como la cerveza, y «diariamente estamos cambiando los precios: el pollo se ha encarecido más del 20%, aunque el aceite de girasol se ha abaratado ligeramente».
Casa Ortiz está «llegando» a los niveles de facturación previos a la pandemia, pero esa recuperación se puede truncar si tras el verano «hay una debacle». Que es el escenario con el que ya trabajan los bares y los restaurantes a los que abastecen, que «tienen mucho miedo con lo que pueda ocurrir a partir de septiembre». De momento, sin embargo, «nosotros estamos trabajando muy bien este verano en los pueblos de La Rioja Alta, como Haro, Santo Domingo y Ezcaray». También en Logroño, «sobre todo en la calle Laurel y adyacentes, no así en los barrios, «que se quedan muy flojos, ya que mucha gente se va fuera en verano».
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Laurel vive un «buen» agosto «gracias al turismo y a la clientela fiel de Logroño» tras un julio «malísimo», porque «los sanfermines siempre nos restan», y hasta la última semana «no terminamos de romper», explica el secretario de la Asociación Hostelera Zona Laurel y gerente de 'El Muro', Adolfo Saenz. El gran problema para la mayoría de los negocios es que «todo ha subido entre el 30% y el 40%: energía, tasas municipales..., aunque productos concretos como el bacalao han duplicado su coste». También los vinos se han encarecido «el 10%» y, si bien los hosteleros de la zona han elevado los precios de venta al público, la subida «no cubre todo ese 10%», por lo que «no se nota que estemos haciendo más caja».
Saenz también alerta de lo que viene tras el verano y que ahora no se percibe «por la borrachera de las vacaciones y de las fiestas de los pueblos». «Quizás –dice–, con algo de suerte nosotros podemos tirar bien hasta el puente del 12 de octubre», pero «a partir de ahí va a ser una travesía del desierto larga, dura y fría». Y es que, «si la cesta de la compra ha subido entre el 30% y el 40%» en el último año, el consumidor va a priorizar sus gastos domésticos, prevaleciendo el pago de la factura de «la energía, los colegios y los carburantes» por encima de las actividades de ocio.
José María Domingo | Casa Ortiz
José Ángel Soria 1 Sercal 10
Por último, José Ángel Soria (Sercal 10) sostiene que «no se puede valorar cómo va la facturación este verano» para su distribuidora, porque «el 80% de nuestros productos se ha encarecido entre el 20% y el 80%». Además la «incertidumbre» ya está instalada en la hostelería, aunque «el verano, en general, esté siendo bueno». «Mis clientes me dicen que necesitarían trabajar como lo hacían antes» tras acumular varios años «irregulares porque si no ha sido una cosa, ha sido otra». Así que «nos espera un posverano complicado».
Soria incide, asimismo, en los vaivenes de los precios: «No tenemos ni tiempo de transmitirles los cambios a nuestros clientes y, en el peor de los casos, además, puede que haya carencia de algunos productos como la sepia, el pulpo, algún pescado y los derivados del pato». Esta es la razón por la que Sercal 10 trabaja «con unos tres proveedores por familia para que no nos falten». «Es una locura» y «me temo que San Mateo se salvará si el turismo sigue llegando», concluye.
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