Día de la Madre

Madre, maestra y compañera

Orgullosa herencia ·

Hijas e hijos siguen los pasos de sus progenitoras en el mercado laboral, incluso compartiendo trabajo

Víctor Soto

Logroño

Domingo, 5 de mayo 2024

La figura materna marca desde antes del nacimiento. Su papel es esencial en el desarrollo infantil, en los comportamientos, actitudes y vivencias. También en la formación adolescente, como apoyo y antítesis, objeto de amores y rabias. Su mano siempre está presente en el camino vital ... y en muchas ocasiones su presencia sirve como espejo también en lo laboral. Una madre regala cuidados y desvelos en su parcela personal, pero también los guarda para su faceta profesional.

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Y el ejemplo de esa entrega se transmite casi como el ADN, enlazando generaciones a un oficio, una vocación o un comercio. Son mujeres que, en épocas en las que todavía se les podía considerar pioneras, abrieron sendas por las que ahora transita su descendencia, tomando el legado, ampliándolo, renovándolo o, incluso, compartiendo, codo con codo, enseñanzas, alegrías, sinsabores y quehaceres.

Sagas de abogadas, médicas, modistas, comerciantes, hosteleros, músicos... unidas por una pasión que se moderniza sin olvidar el legado. Madres, maestras, compañeras de trabajo y confidentes que no se cansan de dar consejos, pero que también saben escuchar a una generación diferente pero fiel a lo aprendido. «Vocación y honradez», como destaca Pilar Ortega, desde la atalaya de sus 85 años, que comprueba feliz que su hija continúa subiendo día a día la verja de la zapatería 'Piccolos'.

Es la misma sensación que destaca Carmen Tricio, una de las primeras letradas riojanas que se mantiene en activo con la satisfacción de que su hija Coloma se desenvuelve con igual soltura que ella entre tribunales y leyes. O la de Lucía Pascual, hija de modista, diseñadora de prestigio y feliz madre de Carlota, tercera generación de una familia íntimamente unida al diseño y la elegancia.

Son solo algunos ejemplos de estirpes que perviven, con alegrías y fatigas, haciendo bueno el manido refrán de 'honra merece quien a los suyos se parece'.

Lucía Pascual y Carlota Pérez Diseñadoras de moda

«Que Carlota siga con la moda es lo mejor que me ha podido pasar»

La madre de Lucía Pascual ya se manejaba entre telas, hilvanes, tijeras y acericos. Ella dio un paso más y se volcó en la alta costura, formándose en Madrid con Elio Berhanyer, para volver a Logroño, donde ha vestido a miles de mujeres. Carlota Pérez es la tercera generación y, a apenas unos metros del antiguo taller de costura de su madre en Vara de Rey, es la cara de 'Lucía & Carlota', un nombre que deja a las claras la complicidad de ambas.

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«Que Carlota siga con la moda es lo mejor que me ha podido pasar», indica Lucía. «Si no yo no estaría aquí y es una profesión que me sigue encantando», añade.

Esa decisión de continuar la tradición familiar no resultó sencilla para Carlota. «Aunque desde niña me ha apasionado, en la adolescencia, tal vez por rebeldía, tuve mis dudas y pensé en matricularme en Bellas Artes. Pero cuando estaba preparando el acceso me di cuenta de que todo lo que dibujaba eran figurines», recuerda con una sonrisa.

«Desde que nació ha vivido la moda, así que poco más le puedo enseñar», resalta Lucía Pascual

Esa fue la confirmación de que no podía escapar de la pasión que 'envenenaba' a su familia. «Al principio me costó un poco porque ser su hija es una responsabilidad. Son muchos años, una clientela, un nombre...», rememora Carlota.

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Ahora el negocio ha cambiado y la elegancia que antes Lucía ofrecía en sus diseños, ahora Carlota lo hace vendiendo ropa confeccionada. «Pero mantenemos las mismas ideas de calidad, de cercanía, de consejos y de trato directo», resalta la hija. «La verdad es que no sabemos estar la una sin la otra», abunda.

Lucía también reconoce que en los primeros pasos a su lado se prodigaba en consejos, de los que ahora prescinde. «Ha cogido todo muy bien, apenas le costó. Desde que nació ha vivido la moda, así que poco más le puedo enseñar», sentencia la madre.

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Pero Carlota se sigue admirando de los conocimientos de su madre «a la hora de ver un muestrario o tocar una tela» o en detalles aparentemente nimios como el probar una prenda a una clienta. «Todo lo que hace es especial», comenta con indisimulada admiración. Orgullo que también siente cuando alguien le habla de un vestido diseñado por Lucía Pascual o directamente se lo enseña:«Aunque hayan pasado veinte años o más, siguen siendo perfectos».

Pilar Ortega y María José Jiménez Zapateras en 'Piccolos'

«El negocio ha sido mi vida y estoy feliz por que una de mis hijas siga mis pasos»

Dependienta desde los 14 años, hace ya más de cuatro décadas que Pilar Ortega abrió su propia tienda, 'Piccolos', que ha calzado a varias generaciones de pequeños riojanos. Ahora es su hija María José Jiménez la que, en tiempos complicados, defiende el negocio ubicado en avenida de la Solidaridad. Intuyen que no habrá tercera generación, pero de momento viven el día a día.

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Pilar lo hace con nostalgia, alejada de la tienda donde ha compartido mostrador con su hija durante muchos años. «Vuelvo aquí y me emociono, son muchos recuerdos», explica. «El negocio ha sido mi vida y estoy feliz por que una de mis hijas siga mis pasos. Las tres podrían haberlo hecho, porque valen para ello, pero María José tiene una vocación absoluta», dice.

La hija, por consejo materno, estudió y llegó a trabajar en una oficina, pero después de un año comprobó que lo que quería estaba entre cajas, hormas, géneros, albaranes y clientes. «Soy feliz en la tienda», reconoce, aunque «el panorama ahora mismo es negro porque se está perdiendo el sector: la gente quiere tiendas, pero no compra en ellas», analiza.

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Pilar conoce bien esos sinsabores, pero también las alegrías que aporta estar a pie de calle. «Mi orgullo es que me llevo bien con todos, con vecinos y con clientes. Y también que hemos sido honradas, una palabra que ahora casi se ha olvidado y que para mí es la más importante. Nunca hemos engañado a nadie ni hemos debido una peseta. Podemos ir con la cabeza bien alta por la calle», asegura con rotundidad.

Con esos valores ha mantenido un comercio donde ha ejercido como si fuese un teatro:«En el mostrador me transformo, soy otra. Para mí es muy especial».

Ese saber estar y saber tratar a los clientes es algo que admira María José:«Lo lleva en vena, por eso fue duro cuando lo dejó. Se jubiló con 75 años porque le encanta la tienda y la relación con la gente. Y yo le sigo pidiendo consejo porque tenemos una conexión especial. Ha sido la mejor maestra porque es la mejor en lo suyo», sentencia con orgullo María José.

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Idéntico gusto

Una conexión que, en muchas ocasiones, han demostrado ante los viajantes que llegaban con género a 'Piccolos'. «Me encerraba en la trastienda, elegía los zapatos y luego llamaba a María José. Entraba, veía todo y escogía lo mismo que yo. Los viajantes nos decían que no podía ser verdad que hubiésemos separado exactamente los mismos zapatos», recuerda con alegría.

Compartir vida personal y laboral nunca ha sido un problema para madre e hija: la verja de la tienda se convertía en muro. «Estamos muy bien avenidas, con ella y con mis otras dos hijas. Y también con mis yernos, que para mí son los hijos que no he tenido. Ni rifados me hubiesen tocado tan buenos», asegura Pilar.

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Carmen Tricio y Coloma García Abogadas

«Para mí es muy importante el punto de vista de mi madre»

Carmen Tricio, con casi cinco décadas de experiencia, y Coloma García comparten profesión y despacho. Abogadas ambas, se compenetran a la perfección pero sin renunciar cada una su propia opinión. «Para mí es muy importante el punto de vista de mi madre, fue una de las primeras abogadas de La Rioja, una mujer que tenía una profesión fuera de casa cuando no era lo habitual. Es un referente», resalta Coloma. «Acumula años de experiencia y muchas veces logra resolver de manera brillante problemas que yo llevo tiempo rumiando», explica sobre su progenitora.

Ahora forman un equipo, pero no siempre ha sido así. Al terminar su formación, Coloma comenzó a trabajar en el despacho familiar, pero decidió dar un salto y convertirse en letrada de Comisiones Obreras durante una década. «Me sentó mal que se marchara –reconoce ahora la madre– pero para ella fue muy positivo y lo valoro mucho». «Quería saber qué había fuera y estuve encantada durante todo ese tiempo. Pero volví y me encuentro feliz con mi madre», apostilla la hija.

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Carmen asegura que ya no acude a los juzgados y que Coloma es cada vez más protagonista, aunque todos los casos que llegan al despacho son analizados por ambas, cada una con su especialidad.

«Yo tengo mucha experiencia en familia, por ejemplo, y Coloma es experta en laboral», asegura Carmen. «Nos entendemos bastante bien, pero siempre exponemos nuestras posiciones y opiniones. Puede haber un desacuerdo, pero quien decide en cada asunto es la que lleva la dirección letrada», incide la hija.

«Muchos temas de los que no hablo con mis otros hijos sí que los comento con ella porque compartimos una visión común», destaca Carmen

Compartir trabajo también resulta muy especial para Carmen. «Después de tantos años, me sigue haciendo ilusión que haya elegido mi misma profesión, creo que nos da un canal de entendimiento mayor. Muchos temas de los que no hablo con mis otros hijos sí que los comento con Coloma porque compartimos una visión común más allá de los vínculos familiares», asegura

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Los expedientes, citaciones y libros de derecho quedan olvidados una vez que se cierra las puertas de su despacho en la céntrica María Zambrano. «Discutimos mucho y comentamos todos los asuntos. Pero nunca los sacamos fuera del despacho», resume Coloma. «La vida personal la llenamos con otras cosas. Siempre hemos tenido claro que cuando estamos fuera del despacho, estamos fuera», sentencia la matriarca de la saga.

Elena Aranoa y Juan, Luz y Mikel Sáenz de Cabezón Músicos

«La música siempre ha sido parte de nuestras vidas»

Elena Aranoa, docente de larga trayectoria y música de 'Elisa y Elena', 'Inventario', 'El Tenderete'... antes de emprender su carrera en solitario, habla con orgullo de la pasión que de manera natural ha inculcado en sus tres hijos. Juan cosecha éxitos en Madrid bajo el nombre de 'L'haine' dentro de la música más urbana, Mikel toca el contrabajo y Lucía es la mitad de 'Las Luuss'. «Mis tres hijos tienen gusto por la música, siempre ha sido parte de nuestras vidas, como un juego que a todos nos aporta muchísimo», asegura.

«Es maravilloso ver que crece esa semillita que llevan desde pequeños», recalca. Mikel lo corrobora:«Nuestros padres son nuestros referentes. Musicalmente, siempre escuchamos a nuestra madre, aunque no siempre le hacemos caso», dice entre risas.

Mikel se ha subido al escenario en numerosas ocasiones junto a su madre, experiencias en las que se ha sentido «muy arropado y cómodo» y ha colaborado en sus discos. «Sabemos que la música es un camino difícil, pero puede mucho el sentimiento y lo bonito que es tocar», incide.

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Juan Sáenz de Cabezón Aranoa 'L'haine', en una imagen promocional.

Para Lucía, resulta «inevitable» verse reflejada en la figura materna. «Siempre nos ayuda, nos da consejos... Es muy de agradecer», analiza. Ella siente tocar como «una forma de escape, de reunión, de sentirse muy unidos en familia», al igual que para Mikel. Sin embargo, Lucía tiene claro que Juan lo vive de otro modo:«Todos hemos estudiado en el Conservatorio, pero para Juan, desde siempre, la música es una necesidad clave, por eso se dedica profesionalmente a ello».

De una o de otra forma, como forma de vida o como pasión y disfrute, los Sáenz de Cabezón Aranoa solo pueden entender la vida como una canción.

María José Monge y Rocío Vaquero Médicas

«Me enorgullece pedir consejos a mi hija»

La medicina es otra de esas profesiones que se viven con tanta intensidad que suelen generar sagas. En el caso de María José Monge y Rocío Vaquero no fue algo esperado, sino que la elección de la hija sorprendió a la familia. «En Segundo de Bachillerato nos dijo que iba a estudiar Medicina. Yo imaginaba que cursaría Periodismo o alguna carrera vinculada con la escritura, porque le gustaba mucho. Pero esa decisión me llenó de alegría», recuerda Monge.

Rocío Vaquero tampoco sabe poner fecha a esa vocación tardía:«Creo que fue algo inconsciente. He visto a mi padre y a mi madre trabajar, he jugado con el fonendo y los palitos de madera en su consulta... Los he visto felices con su trabajo y tal vez eso, sin darte cuenta, cala». Ahora es su hijo el que, con la seriedad y la solemnidad que otorgan los cuatro años, afirma tajante que él también será médico «como mamá».

«He visto a mis padres felices con su trabajo y tal vez eso, sin darte cuenta, cala», explica Rocío sobre su elección profesional

Rocío, pediatra, regresó a La Rioja hace un par de años, después de haber estudiado en Salamanca y trabajado durante una década en Madrid y Barcelona. «Entonces nadie sabía que mis padres eran médicos. Al volver he pasado a ser la 'hija de' y eso me muestra el cariño que tienen a mis padres. Si me hubiera pasado cuando empecé, igual habría sentido presión, pero ahora es un orgullo», reconoce.

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Ese mismo sentimiento es el que reconoce María José Monge cuando le surge algún interrogante sobre Pediatría:«Me enorgullece llamarla para pedirle algún consejo o solventar alguna duda». Y la hija tercia casi al instante:«Yo también le pregunto y valoro tanto su experiencia que mi madre ha sido siempre y seguirá siendo mi médica de cabecera. Cuando me sucede algo, a ella es a la que consulto».

María Aurora Somalo y Jorge Alonso Hosteleros

«Tenemos puntos de vista diferentes, pero hablamos y los dos cedemos un poco»

Con tres años, María Aurora Somalo entró en el bar 'El Sol' de la mano de sus padres. Allí se crió, como también lo hizo su hijo Jorge Alonso, completando los deberes entre partidas y humo de farias. Hoy ambos trabajan codo con codo en un proyecto que mantiene nombre e historia, pero con un profundo cambio en su esencia. Porque 'Sol Veggie' se ha convertido en un restaurante vegano, un referente para un sector cada vez más creciente de población.

Aunque Jorge tuvo muchas dudas antes de meterse entre fogones. «Decía que ni loco iba a acabar en el bar, así que estudié mecánica. Pero vi que me empezaba a gustar, fui a Santo Domingo a formarme y finalmente me decidí», recuerda Jorge. Eso sí, con un cambio radical:«Quería hacerlo vegano y para mi madre no fue fácil, pero accedió y hasta ella es ahora vegana», dice.

Para María Aurora, cuyos abuelos montaron el 'Casa Taza' de Laurel, la decisión tomada por Jorge de seguir en la hostelería fue «un orgullo», a pesar de que conllevó una revolución. «Me costó quitar los pinchos, dejar a la clientela de toda la vida, las partidas de la tarde... Y pensaba en que si no funcionaba el cambio, ¿cómo íbamos a volver atrás? Pero luego me he dado cuenta de que mi hijo llevaba razón», dice, porque si no «con morritos, vinos, la clientela más mayor... ¿dónde hubiésemos acabado?».

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Los dos se muestran satisfechos del giro total («gente que está de viaje largo se sale de la autopista solo por comer aquí y eso me enorgullece», dice la madre) y exhiben sintonía también en el día a día. «Él está en la cocina y yo, en la barra. Esto es un bálsamo de aceite», comenta la madre. «Te puedes enfandar, incluso te enfadas antes, pero enseguida se pasa», añade Jorge. «Está claro que tenemos diferentes puntos de vista. Por ejemplo, a ella le costó lo de la comida a domicilio, lo de usar las redes sociales o hacer publicidad. Pero hablamos todo y cada uno cedemos un poco», asegura.

A pesar de su dilatada trayectoria, María Aurora no duda en decir que Jorge le ha enseñado «todo». «El estudió Hostelería. Yo tengo experiencia, pero el que sabe es él», concluye.

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