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El trabajo de ARPA Autismo Rioja se inicia con la atención temprana (de 0 a 6 años) y se va extendiendo, por fases, en ... el resto de la vida de las personas con autismo, no solo en Logroño, sino también en Haro, Rincón de Soto y Arnedo, localidades en los que la asociación ha abierto sedes recientemente.
Ese camino lleva a los menores hasta la edad adulta y se remata o bien en el Leo Kanner, que funciona como residencia y como centro de día, o bien en el centro ocupacional. En este último, el objetivo es, tal y como explica la educadora Marina Rodríguez, «ayudarles a conseguir un trabajo».
Samuel Hernández y Álvaro Luzuriaga son dos de los usuarios de ese último centro y colaboran en la elaboración de camisetas, tazas y otros materiales que se venden a través de internet. «Y a partir de abril en la tienda física que vamos a abrir en la calle San Antón y que va a estar disponible todo el año», recuerda la educadora.
Tanto a Samuel como a Álvaro les hace «mucha ilusión» la apertura de ese establecimiento y esperan que sirva como un ejemplo más de lo que son capaces de hacer, logrando así que la sociedad conozca un poco más de ellos. Porque, según su opinión, la visión que se tiene de los chicos y chicas con autismo es aún algo distorsionada. «Al no entender cómo funcionamos nos ven cómo algo raro, pero una vez que logran entendernos, somos uno más», considera Samuel. «Yo creo que tendrían que abrirse a conocernos para que sepan cómo somos en realidad», añade su compañero.
Su percepción es, por lo tanto, similar y coincide con la que tiene Marina Rodríguez. «Vamos a dar charlas a los colegios y ahí explicamos cómo son los chicos con autismo y les decimos que somos todos iguales y también somos diferentes; todos somos personas, cada uno con sus características», expone. «Y ahí te das cuenta que se tiene otra idea diferente y, cuando descubren la realidad, se sorprenden», analiza la educadora del centro ocupacional.
Ante esta situación, ambos tienen un mensaje. «A la gente le diríamos que no juzguen a los demás por lo que parecen ser, sino que se abran a conocer a la otra persona», sintetizan antes de contar cómo se ven de aquí en unos años. «Yo espero seguir trabajando (ahora lo hace en el centro Leo Kanner) y compaginando esa vida laboral con algún deporte, que también me gusta», desea Álvaro Luzuriaga. «Yo también me veo con un trabajo estable y disfrutando de la vida al máximo», responde Samuel Hernández. Anhelos, por lo tanto, muy similares a los de cualquier otra persona.
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