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El poder no hace prisioneros. Cuando en la escena política sus actores son condenados al cuarto oscuro, quienes allí les recluyen nunca olvidan arrojar las llaves al fondo de un pozo. Si quieren escapar de su cautiverio, se exponen a la ira del poderoso. En ... la mayoría de los casos, sus intentos de resurrección dan lástima. Mueven a la conmiseración. Quienes los protagonizan tienden además a bordear la frontera del ridículo. No hacen caso a quienes les aconsejan que pasen a la siguiente pantalla de sus vidas. Desoyendo esas sugerencias tan cabales se aferran a la idea que tienen de sí mismos (superior a los méritos de quienes les condenaron) y se resisten a aceptar que sus días de gloria han pasado. Para siempre. Su triste destino pasa por convertirse en el Pepito Grillo de sus otrora compañeros, una figura por otro lado indispensable para que anide en las organizaciones políticas cierta tendencia a la autocrítica. Desterrados de la sala de máquinas de sus partidos, que en eso sí que se parecen todos, buscan en el porvenir lo que el presente les niega. Y prueban suerte, porque saben que el dios de la política también juega a los dados. Tienen cercano el ejemplo de Pedro Sánchez: de excomulgado a general en jefe en Ferraz.
Pero el caso de Sánchez simboliza más bien la excepción a la regla. La política riojana ofrece cuantiosos ejemplos recientes de la norma antedicha. Del frío que hace fuera de los focos. La pasada semana, un grupo de antiguos concejales socialistas en el Ayuntamiento de Logroño se sumó a la protesta de los vecinos de Los Lirios: no solo compartían sus inquietudes, sino que aprovechaban para enviar un mensaje a la actual cúpula de su partido, que los condenó al destierro. La nueva dirección que pilota al PSOE logroñés desde el salón de plenos se pasó de frenada y depuró de sus listas a todos los sospechosos de haberle hecho la ola a Beatriz Arraiz, enviando a su particular Gulag a una amplia nómina de dirigentes y asesores cuyo concurso tal vez hubiera mejorado su actual desempeño y evitado incurrir en los errores propios de todo novato. Lo cual no evita que brote alguna melancolía repasando la imagen de los desterrados ediles que no se resignan a convertirse tan sólo en la leve huella de quienes una vez rozaron el poder y se les escapó entre los dedos.
El fichaje de Arturo Steven por la candidatura que encabezó José Ignacio Ceniceros para hacerse con el triunfo en el congreso del PP del 2017 tuvo bastante de victoria moral para el líder de los populares: nada menos que el sempiterno jefe de gabinete de su antecesor, Pedro Sanz, se pasaba a sus filas en lugar de engrosar el bando de Cuca Gamarra, la favorita del expresidente. Prueba de las convulsiones vividas en Duquesa de la Victoria, Steven tardó poco en abandonar a Ceniceros. Ahora ocupa en Vox el cargo de secretario provincial del partido.
También menudea esta figura del desterrado en el PP, con una particularidad. Además de aquellos desafectos con José Ignacio Ceniceros que fueron expulsados del calor del hogar según la lógica estalinista que siguió al congreso de Riojafórum, también se han ido descolgando de la nave popular familiares de exdirigentes, quejosos por el ninguneo a que se vieron sometidos sus seres queridos. Reflejo del mejorable estado por el que atraviesan esas siglas, en las últimas semanas se han dado incluso de baja antiguos fans de su líder, que no detectaron en él la generosidad prometida para administrar su victoria con cierta grandeza. En este caso, ellos solitos han emprendido el camino que lleva al destierro. Solo han necesitado un cariñoso empujón de sus jefes.
La candidatura de Unidas Podemos a las elecciones generales por La Rioja descarta la presencia de Equo como tal aunque incorpora a militantes de esta formación a título particular, como independientes. Es el caso de al menos dos candidatos: Xavier Capellades, número tres en la lista al Senado, y Raúl Rivera, que figura como suplente en la lista al Senado según explican fuentes de UP. Que detallan el sistema de elección de candidatos para el 10N: se trata de las mismas listas presentadas en abril, respetando por lo tanto la decisión adoptada entonces, con la particularidad de que algunos incluidos entonces (como Edith Pérez) han renunciado a presentarse esta vez.
Debe incluirse en este capítulo de apestados del PP los viejos enemigos recuperados al amor de la volátil coyuntura política: quién iba a decirle a Carlos Barrón, reo para Duquesa de la Victoria de haber apoyado a Cuca Gamarra en el cónclave interno, que ahora sería entronizado por los mismos que no le podían ni ver (un sentimiento mutuo), una vez que sus votos se convierten en indispensables para otorgar al PP el primer ayuntamiento de cierto relieve de la región, aunque sea por el vergonzante método de la moción de censura y el pacto entre perdedores (Pablo Casado dixit). Moraleja: los desterrados de ayer serán los príncipes del mañana, el mismo destino sobre el cual pueden impartir algunas lecciones desde Podemos. En la formación morada se observa mejor que en cualquier otro partido esa veleidosa deriva, tal vez porque en su seno están tan acostumbrados a los vaivenes que la última pirueta según la cual nada menos que Luis Illoro encabeza su lista al Congreso solo invita a la ironía. Los desterrados son mayoría en Podemos. Los que lo fueron, los que lo son y los que pronto lo serán.
Suele recordar un político riojano que en realidad la política, en sus grandezas y sus miserias, se parece bastante a la vida. Lleva razón. Tanta razón como cuando se concluye que en los últimos años la política encarna la peor versión de la vida. También en La Rioja.
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