Secciones
Servicios
Destacamos
La plaza de Santurde de Rioja acogió este jueves uno de esos episodios que no le gustaría a ninguna localidad. Las plazas son lugares de encuentro y celebración, más en un pueblo pequeño como este, que no alcanza los 300 habitantes, pero en esta ocasión ... se desbordó de dolor y de gente. Solo recordaban esa función tan tradicional y pintoresca de ocio tres guirnaldas de banderines de colores que unían la fachada de la iglesia con la del Ayuntamiento. Y es que el municipio riojalteño se encuentra en mitad de las fiestas de la Virgen de la Cuesta, que transcurren el primer y el segundo fin de semana de septiembre.
La plaza alojó en la tarde del jueves la multitudinaria despedida de Manuel Montoya, el técnico sanitario que falleció en el ataque del lunes al centro de salud de Haro, porque la iglesia de San Andrés Apóstol se quedó pequeñísima para el más de medio millar de personas que quisieron desperdirse de Manu en su pueblo.
Vecinos, familiares y amigos, pero también compañeros, que ofrecieron un homenaje a Montoya y trasladaron hasta la plaza de Santurde medio centenar de vehículos de emergencias sanitarias, que surcaron la plaza ante el la ovación de todos los asistentes.
Un altar improvisado y un centenar de sillas de madera bastaron al párroco de la localidad, Desiré Kizungu, para ofrecer una sencilla pero cariñosa homilía, recordando que Manu era una persona «muy entregada, que sabía darse». Un joven que destacó durante los peores meses de la pandemia porque se volcó en su profesión, la del servicio al ciudadano a través de su cuidado.
Centenares de chalecos naranja se esparcían entre el gentío, en silencio, a veces entre lágrimas, mientras escuchaban decir al párroco Kizungu que Manu había vivido según el mandamiento de amor de Dios, «por eso se lo ha llevado a su encuentro».
Pero el sinsentido que segó su vida con 32 años en un atropello múltiple que también hirió a otras cinco personas era difícil de asimilar entre sus seres cercanos, familiares, amigos, vecinos y compañeros de profesión, que no encontraban consuelo.
Por momentos el vaivén que profería a los banderines una tenue brisa era el único sonido que rompía el silencio.
Cariño de los amigos
Finalizados los compases oficiales de la ceremonia religiosa, amigos y compañeros de Manuel Montoya tomaron la palabra. El desgarro en su círculo cercano era tal que desde las filas de atrás era difícil descifrar sus palabras, que se quebraban constantemente pero transmitían un eterno recuerdo y un enorme cariño a su amigo fallecido.
Después, y antes de que la caravana sanitaria volviese a encarar la recta de Santo Domingo, las ambulancias hicieron sonar sus sirenas como homenaje a un compañero que falleció mientras trabajaba, en un trabajo que le apasionaba.
Manuel Montoya fue arrollado en torno a las 22.00 horas el pasado lunes en el aparcamiento de ambulancias del centro de salud de Haro. Debido al cambio de turno el portón de acceso se encontraba abierto, algo que aprovechó una persona con un «posible problema de salud mental», según la Guardia Civil, para irrumpir en él, llevándose primero por delante a dos vecinos que pasaban por allí y después a cuatro sanitarios.
El Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Haro ordenó este miércoles la prisión provisional sin fianza para el autor del atropello intencionado. La juez ordenó su ingreso por un presunto delito de homicidio consumado y otros cinco de homicidio en grado de tentativa.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Carnero a Puente: «Antes atascaba Valladolid y ahora retrasa trenes y pierde vuelos»
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.