Los desconocidos monumentos que alberga el Camero Viejo

La iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Cabezón de Cameros está a pie de la carretera LR-250, pero apenas nadie entra. Es un pequeño templo en el que el aire hace crujir fantasmagóricamente la madera y dentro guarda una curiosidad, si no una joya del arte religioso. Los llamados monumentos, antiguamente conocidos como sepulcros, son retablos móviles, lienzos sobre listones de madera que se instalaban en Semana Santa. El de Cabezón es de 1839 y permanece instalado de forma permanente, si bien no en el retablo mayor, como era tradición, sino en una capilla. Mide 8 metros de alto y representa las diferentes escenas de 'La Pasión' de Jesús.

«Se colocaban en Jueves Santo para dar la comunión al día siguiente, que es el único día en que no hay misa porque es cuando muere el Señor. Por eso se montaban estos teatrillos, al igual que se tapaban los altares y santos con telas», explica Antonio Arnedo, párroco del Camero Viejo. Curiosamente en el valle del Leza existen tres buenos ejemplos de estos ya raros y desconocidos monumentos, como el de Soto en Cameros, de 1847, que no se puede montar ya al carecer la iglesia de San Esteban de enganches, o el de San Román de Cameros, el más antiguo, de 1828. Pero, de los tres, que presentan un muy buen estado aparente de conservación, el de Cabezón es el único montado de forma permanente.

«Lo peculiar es que están muy bien conservados para los años que tienen. Representan las escenas de 'La Pasión', en el caso del de Cabezón con los romanos, el juicio de Caifás, la última cena, la muerte del Señor, Barrabás... Me imagino que los encargaban», describe Antonio Arnedo. También la Sarga de Villoslada de Cameros, conocida en su localidad como «monumento», podría ser un ejemplo de sepulcro, en su caso sin los bastidores, y el más antiguo de todos puesto que fue encargada al taller de Martin de Vos (Amberes) en 1560 para cubrir el retablo mayor de la iglesia Nuestra Señora del Sagrario en Semana Santa, como era costumbre en Europa por la directriz de la Contrarreforma.

Muchas de estas telas se han perdido, como la propia Sarga, que se encontró y restauró en 1994. «Con la reforma de la Iglesia yo creo que se quitaron todos y los que se conservan se han vuelto a sacar a la luz como reliquia, como arte. Creo que hay otro en Trevijano pero que no lo montan y no sé si estará completo», explica el párroco del Camero Viejo. «Además de ser patrimonio, debería ser un orgullo para el pueblo conservar estas cosas. Como Cabezón, donde hay 23 censados, y que tengan esto...», subraya Antonio Arnedo. Y, encima, referente, porque otro pueblo riojalteño que descubrió su propio monumento ha acudido varias veces a Cabezón, aprovechando que se exhibe de forma permanente, para aprender a montarlo. «Solo se quitó para una boda, parecía que estorbaba», recuerda.

En San Román, cuya iglesia de Nuestra Señora de la Asunción es más voluminosa, sí se monta por Semana Santa el monumento. Como peculiaridad, en la representación de la última cena, además de Jesús y los doce discípulos, está María Magdalena lavando los pies con la jofaina, que no es habitual. Lo malo de estas representaciones ya tan raras de ver es que son aparatosas de montar, hacen falta poleas y personas mañosas. «Aquí lo montamos dos abuelos del pueblo y el cura. Lleva los números marcados por detrás, tenemos apuntes hechos y fotos pero necesitaríamos gente joven porque los que lo montan tienen ya 80 años...», advierte Arnedo.

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