«Dejé todo atrás, pero he conocido gente muy buena y La Rioja me encanta»

«Cambiar es evolucionar y me lo tomé como una experiencia de mi vida personal, pese a que el año pasado fue muy duro. No me arrepiento de nada. La Rioja me encanta, sabía que tenía que empezar de cero y he conocido gente muy buena y solidaria», asegura.

Cruz Roja la ayudó con sus papeles y los de la escolarización de su hijo y decidió inscribirse en un curso de comercio y reposición que le abrió las puertas del mercado laboral. «Pude trabajar en Carrefour gracias a ellos y después empecé un curso de atención sociosanitaria en Cáritas Chavicar, pero Sandra, de Cruz Roja, me avisó de que por la pandemia necesitaban gente para trabajar en la Residencia de Mayores La Rioja, en Albelda, me puso en contacto con el centro y entré a trabajar en abril del año pasado, cuando peor estaba la situación sanitaria por el virus. Fue terrible, el trabajo de gerocultura siempre es duro, pero lo peor era el agotamiento psicológico y la tristeza de ver a los mayores tan vulnerables», relata.

Ahora un año después el panorama no se parece en nada. «Disfruto mucho de mi trabajo con ellos, porque se hacen querer muchísimo y aprendes a ver sus penas y debilidades, pero también sus fortalezas, porque son vulnerables, pero no débiles», explica con la ilusión de seguir en el centro y preparada para matricularse en julio en la universidad y homologar su título. «Sé que me va costar doble esfuerzo, pero siempre me ha gustado estudiar y tampoco quiero dejar mi trabajo en la residencia porque estoy feliz», concluye.