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El policia local J.M.C., principal acusado en el caso que desde este jueves se sigue en la Audiencia Provincial de Logroño contra tres agentes de la Policía Local de Logroño por presuntamente destruir parte del material de un atestado de un accidente ... de tráfico, ha asegurado que no trituró voluntariamente ni conscientemente parte del informe, pero cuando fue a picar unas pruebas de alcoholemia que había efectuado el día anterior a unos chavales de Pamplona, se encontró en la trituradora otros documentos que también destruyó porque supuso que alguien se los había dejado ahí.
Este mismo acusado, con 33 años de experiencia en este cuerpo policial, ha puesto en evidencia la mala relación con el entonces jefe de la policía local, Fernando Fernández Beneite, con quien un año antes había tenido un enfrentamiento en una reunión con sindicatos. De acuerdo con su versión, el máximo responsable policial de Logroño espetó a uno de los sindicalistas que acababa de intervenir: «lo que hagas tú me la suda» y él le respondió: «Perdone, usted es el jefe de policía y hemos venido a llegar a un acuerdo». Eso fue hace un año, pero no fue el único roce. A partir de ahí comenzó una animadvesión hacia él que, según ha dicho, le habría llevado a su superior a «inventarse esta historia» y que continuaría a día de hoy. Ese día, ha señalado, habría firmado su sentencia. Pero no es el único en este complejo entramado de enfrentamientos ya que ha reconocido que en el cuerpo hay dos grupos, el A, que son los que apoyaban a Beneite, y el B, al que pertenecía él, que eran el sector crítico.
También ha negado que conociera al matrimonio que supuestamente le llamó por teléfono para que les ayudara tras el accidente de tráfico en el que el marido había dado positivo en la prueba de alcoholemia. Sí que recibió una llamada del teléfono propiedad de la pareja pero a pesar de que él dijo en varias ocasiones: diga, diga, no contestó nadie al otro lado. Pensó que podría ser una llamada de una compañía de telefonía.
En su relato ante el tribunal, ha señalado que no tuvo constancia de este caso hasta el día 24 de septiembre. Sobre las 21 horas de ese día, un oficial le dijo que subiera al despacho del jefe y una ahí, Beneite le comentó si le molestaba que se quedara este oficial como testigo. Ante la negativa a que se quedara se fueron a hablar a otra sala y en aquella conversación, el comisario jefe «lo primero que me dijo fue: tú tranquilo, que sabemos que aquí todo el mundo quita denuncias, yo el primero, y aquí no pasa nada. Y yo le dije eso no es verdad», ha comentado.
Antes de su testimonio, con el que ha concluido hoy la primera sesión de juicio que continúa este viernes con la declaración de los otros dos acusados, su abogado ha alegado que su defendido trituró parte del mencionado informe de manera «involuntaria y sin intención».
De acuerdo con su versión de los hechos, la que ha tratado de trasladar a los miembros del jurado encargados deliberar sobre la inocencia o culpabilidad de los acusados, J.M. al llegar a su puesto de trabajo, nada más comenzar su turno, destruyó unas tiras de alcoholemia que no tenían nada que ver con el atestado en cuestión y también destruyó unos papeles que había en la bandeja de la trituradora porque «es la primera labor que hace un policía cuando llega a su puesto de trabajo». No tuvo noticia de lo que había ocurrido hasta que regresó a su trabajo dos o tres días después.
Todo se resume, ha señalado, «a que han desaparecido unas tiras pero aún así se pudo completar la denuncia y el infractor de la multa la pagó al momento, no se benefició nadie». Por tanto, «la administración cumplió con su cometido. Otra cosa hubiera sido que el infractor hubiera recurrido la multa, pero no fue el caso». Ha asegurado que todo obedece a una enemistad entre la Policía.
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El letrado ha defendido la inocencia de este agente de la Policía Local que «nunca se ha autoinculpado», ha resaltado.También ha explicado ante los nueve miembros del jurado y los dos suplentes, que el entonces jefe de la Policía Local de Logroño, Fernando Fernández Beneite, quien de acuerdo con su versión de los hechos, fue quien los puso en conocimiento de la Fiscalía, se encuentra inmerso en otro proceso judicial que se sigue en los juzgados de Logroño, investigado, ha dicho, por «presunta prevaricación,« en un caso de oposiciones a subinspector de las que habría formado parte del tribunal. Un hecho que «nos hace pensar que su relato es de dudosa credibilidad». Ha pedido que se incorpore como prueba este procedimiento que se encuentra en fase de instrucción, una petición que ha sido rechazada por el presidente del tribunal »por ser ajena a esta causa, no tener la más mínima relación con este asunto y que, por tanto, confundiría al jurado«.
Ha explicado que el anterior jefe de la policía ordenó investigar los hechos que ahora se enjuician, pero no aprobó el informe de las personas que lo elaboraron, entre ellos su sustituto en el cargo, Pedro Galarreta, y trasladó el caso a la Fiscalía.
Los abogados de los otros dos policías han abundado en la inocencia de sus defendidos y en que ninguno de los dos tuvo implicación en los hechos que les imputan.
Los hechos que, según la acusación pública, constituyen un delito de infidelidad en la custodia de documentos, se remontan al 18 de septiembre del 2015. Sobre las 22.30 horas de ese día, en la rotonda situada en las confluencias de las avenidas Colón y Lobete de Logroño, junto a la estación de Renfe, un vehículo Mercedes, conducido por F.J.P., circulaba por el carril interior y, al hacer la maniobra para salir de la rotonda, como no se dio cuenta de que por el carril exterior circulaba otro vehículo, conducido por A.M.T, chocó contra él.
Como consecuencia del suceso, hasta el lugar del suceso se acercaron varios agentes de la Policía Local de la capital, entre ellos estaban los encargados de investigar lo ocurrido, J.R. y A.T, que, entre otras gestiones, hicieron la prueba de alcoholemia a los dos conductores. F.J.P. arrojó una tasa de 0,29 miligramos de alcohol por litro de aire espirado, mientras que la otra conductora dio negativo.
Acabadas las gestiones, el piloto que había dado positivo y su mujer, que iba en el asiento del acompañante, «preocupados por lo ocurrido y en especial por las consecuencias negativas que podría tener, sobre todo la prueba de alcoholemia, contactaron por teléfono con el policía -también acusado- J.M.C.». A este agente, «se le ocurrió que la mejor manera de ayudar a sus amigos era tratar de hablar con los policías locales que habían realizado las actuaciones», apunta el fiscal. Y con ese fin sobre las seis de la mañana del día siguiente, J.M. se presentó en las dependencias de la Policía Local. Ahí buscó y encontró a sus compañeros ahora acusados, J.R. y A.T., y les preguntó «de manera directa» por el mencionado atestado, indicándole los agentes dónde se encontraba. Después de cogerlo, «les dijo que había pensado destruir los documentos más comprometidos de ese atestado, entre ellos la prueba de alcoholemia de su amigo, propuesta que fue finalmente aceptada por los otros dos agentes». Dos días después, el padre de la mujer implicada en el accidente, A.M.T, que «se da la casualidad» que también era policía local en activo, se presentó en la comisaría y pidió en voz alta explicaciones sobre la desaparición de algunos documentos del atestado, «precisamente los que habían sido destruidos».
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