De profunda vocación social y feminista, Toña Aretio (Logroño 1966) aprovecha cada ocasión que se le presta para romper una lanza en favor de la lucha que protagonizan las mujeres que sufren violencia de género. Les ha dedicado con especial ahínco más de tres ... décadas de profesión. Estudió Trabajo Social, después cursó Sociología y más tarde se atrevió con el reto del Doctorado en Trabajo Social, para el que tuvo desde el principio muy clara su temática.
Movida por la inquietud de averiguar de qué manera la administración pública podía ayudar a las víctimas de maltrato, elaboró una tesis que le llevó siete años. Entrevistó a más de 50 mujeres, a algunas de ellas incluso dentro de la cárcel, e hizo lo que nadie se había planteado hasta entonces: «Decidí darles voz porque no se las escuchaba». Según detalla, «hasta entonces, les decíamos qué tenían que hacer sin oírlas antes».
Su investigación propició que fueran ellas las que le contaran qué y cómo lo habían vivido todo para conocer así qué necesitaban de verdad y determinar, a partir de ahí, «cómo se les podía ayudar de manera eficaz a tomar consciencia de la situación de violencia en la que estaban inmersas, a cortar la relación con su maltratador y, también y muy importante, a superar cuanto antes el trauma vivido para que pudieran iniciar una nueva vida», precisa Toña.
Su tesis, con la que logró alcanzar la calificación de sobresaliente cum laude, supuso una revolución en los protocolos de actuación que hasta entonces definían las líneas de intervención sobre violencia de género. Sus conclusiones fueron incluidas en el Plan de Salud vigente y ella ha quedado vinculada desde entonces a la formación de los profesionales en esta materia, tanto en Atención Primaria como en Especializada, así como a la coordinación con otras instituciones, entre ellas, el propio Ministerio de Sanidad.
Consecuencias del COVID -19
Toña confiesa estar ahora especialmente preocupada por las secuelas que la crisis del COVID-19 puede infligir en la sociedad, más allá del ámbito de la salud. «Esta realidad está provocando que muchas situaciones dramáticas estén quedando silenciadas entre las cuatro paredes de los hogares».
Ella lo sabe bien. Conoce de cerca la realidad de muchas mujeres que afrontan a diario dificultades extremas por tener que convivir con su maltratador y que esta crisis «ha agudizado a velocidad de vértigo» y por eso defiende que «esta situación debe enseñarnos, más aún, que el cuidado de la vida tiene que estar siempre en el foco de todas las prioridades».
Como experta conocedora de una realidad a la que ha podido mirar cara a cara, advierte de que «si no ponemos en el centro de las políticas a las más vulnerables, todo lo que se haga va a estar equivocado» y matiza: «Digo 'las' porque la mayor parte de la sociedad que sufre esa vulnerabilidad tiene sexo femenino».
Toña señala que no es una defensa nueva, sino que «siempre ha sido la bandera del feminismo que ahora, y desde todas las perspectivas, resulta tan evidente».
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