VIERNES | DIMISIONARIOS
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En este país de seleccionadores de fútbol, a mí siempre me ha espantado la posibilidad de alguna vez verme en esa tesitura. Lo he pensado una y otra vez durante esta pandemia. Qué infierno ha de ser verse autoridad sanitaria en este momento: de cabeza ... y sin mapa en un terreno que nadie ha visto siquiera, pero juzgado como si todo el mundo supiera qué es lo que había que hacer en cada paso.
Cruzando mis diez pares de dedos, me atrevo a decir que tras el telón del COVID se vislumbra la luz. Viene otra ola de contagios, eso es evidente, pero parece que la vacuna ha corrido lo suficiente como para evitar que se haga trágica.
Pero justo ahora, tras año y cuarto de infierno, la sanidad riojana ha de acometer otra tarea de gigantes: poner coto al agujero en el que tiene convertida a la Primaria riojana. Mucho se ha hablado de formas y maneras. Así que, como me aconsejaban hace poco, igual hay que hablar de fondos. Vamos a ver si me sale.
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Lo primero. La Atención Primaria riojana lleva años infradotada. Decir lo que pasaba es fácil: hacía falta más dinero. Lo dicen los sanitarios, lo dice hasta el gobierno. Con ello se consigue más profesionales y con ellos mayor cobertura y mejor atención. No hay duros a cuatro pesetas, y lo de hacer más con menos era un bulo. Con menos se hace, eso, menos.
Meterle mano a eso en La Rioja es una tarea de gigantes. Otra, empalmada a la primera y, por tanto, en el peor momento. Con las fuerzas y las ganas de los profesionales muy justitas, y con sus aguantaderas muy sobrepasadas. Y más cuando, en realidad, para hacer bien las cosas sigue faltando lo más necesario, lo primero: más médicos. Que no los hay por ahora, que nos los habrá en meses, y que no se sacan del bolsillo.
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Tres reflexiones rápidas pues. Una: la única manera de obtener más médicos ahora mismo es competir por ellos con otras administraciones. Y eso es una desgracia, porque nuestros vecinos del norte tienen simplemente más dinero para hacerlo. Pero lo mismo hace falta un poco de cordura y un acuerdo entre comunidades. Los profesionales han de estar bien pagados, pero competir por ellos es una locura.
Dos: sea lo que sea lo que pasa en la Consejería de Salud, debe dejar de pasar. Ya mismo. Empezando por esa bicefalia que se han inventado con nadie sabe qué propósito.
Y tres. Puestos a hablar de Primaria... ¿Cuándo se va a recuperar la atención presencial en los centros de salud? ¿Cuál es ahora mismo la justificación para que las cosas no se vayan normalizando?
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Sábado | Macarena
Ayer Macarena Olona, una de las cabezas visibles de Vox, se vacunó contra el COVID. Todo normal hasta ahí. Pero, oh, resulta que lo publicó en Twitter, foto incluida. Y se armó el belén.
En cosa de horas, literalmente miles de supuestos (en la red eso nunca se sabe) votantes de la formación ultraderechista empezaron a ponerla básicamente de vuelta y media. Que qué decepción. Que cómo se ponía el veneno, el experimento, la (sic) judeovacuna. Que si era esclava de la globalización. Que si que disfrute del grafeno. Y tropecientos delirios por el estilo.
Sé que las redes sociales no son el mundo, pero semejante reacción es como para pensársela. Uno tiende a reírse de los trumpistas a medio mundo de distancia, pero verlos por aquí, con los mismos pseudoargumentos y creyendo la misma mierda sacada de Youtube hace, la verdad, menos gracia.
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Este siglo XXI nos ha enseñado que, pese a lo que parecía, sí hay algo más peligroso que la ignorancia, y es la pseudo inteligencia del conspiranoico que vive de fake news. Sobre ella no hay duda si aspiramos a un mundo mejor: debe ser combatida.
Sábado | Fútbol
Si antes de la Eurocopa me encuentro con los futbolistas de la selección española de fútbol por la calle reconozco a cuatro. No lo digo con orgullo, ninguna ignorancia es buena. Pero la cosa es que, andando los días, estos chavales me han hecho sufrir y disfrutar tanto que ahora ya los tengo casi por sobrinos putativos. Soy un sinsustancia, lo sé.
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Pero aunque mis hijos apenas sepan de qué va la cosa (y aunque a mi me de bastante igual eso, por cierto) sí reconozco que esta cosa del 'furbo' me tiene emocionado, desesperado y exaltado como muy pocas cosas pueden hacerlo. Siempre lo ha hecho. Y ahora sé quién es Unai.
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