«Todo el cuidado es poco cuando se va por la carretera y hay ciclistas circulando»

El daño cerebral que le provocó el choque la afecta a la parte derecha de su cuerpo y le limita el deporte en general y practicar fútbol en particular, otra de sus grandes pasiones. «También me cuesta memorizar las cosas, pero lo que no ha cambiado es mi pasión por la música», explicar con alguna dificultad para vocalizar, pero ninguna para expresarse con detalle y hasta con retranca.

Las semanas posteriores al accidente resultaron durísimas. Para él y para todos los suyos, que padecieron a su lado toda la incertidumbre y el miedo de una situación termenda. «Fueron unos años muy extraños», señala como mejor resumen del cúmulo de sensaciones, vaivenes, daño y dolor que acumuló. A los dos meses ingresado en el hospital después de días sin saber siquiera dónde estaba le siguió otra larguísimas temporada adecuándose a su nueva situación.

«Es una putada, pero es lo que hay y hay que sobreponerse», reflexiona sin ambages, tan consciencia de la mala fortuna que se cebó con él como de la necesidad de tirar para adelante y hacer todo lo posible para construir su propio día a día sin que el recuerdo del atropello le amilane. Una labor a la que le ayudan los estudios de Electricidad que ya ha concluido y las destrezas que sigue adquiriendo en el (CRMF) del Imserso de Lardero donde convive con otras víctimas de accidente.

«Todo cuidado es poco cuando se va por carretera y hay ciclistas circulando», comenta haciendo una apelación a la prudencia como mejor antídoto para que accidentes como el suyo no se reproduzcan y la convivencia entre las bicicletas y el resto de los vehículos sea siempre pacífica. «Ojalá que nadie tenga que pasar por lo que yo he pasado», concluye.