LA CUADRATURA DEL CÍRCULO

Casado había aterrizado en el Círculo Logroñés buscando la mística que atesora para el PP riojano este recinto, escenario de sus noches electorales triunfantes. Ese Círculo virtuoso al que aludió en su discurso, donde en realidad buscaba otro círculo: el de la célebre cuadratura. Esa magia donde anida un horizonte ganador para un partido cuyos líderes ayer insistieron en machacar la misma idea: no hay una elección en abril y otra (triple) en mayo, sino una única visita a las urnas. Hacia donde apuntaban las bromas a cuenta de las patatas con chorizo que saboreó Casado en Bodegas Riojanas o las vides de Cenicero que visitó o la menestra que se zampará cuando recorra La Rioja Baja o los caparrones que aguardan en Cameros o el Jubileo calceatense que también promete ganarse... El arsenal de tópicos que abrillantan una cita de estas características, con el público entregado de antemano mientras asistía a ese mensaje de índole pendular propio de los actos donde coinciden el líder nacional y el regional. Porque así como el primero juega en la liga nacional y por lo tanto tiende a meterle a Pedro Sánchez el dedo el ojo («Todo va a peor en España», llegó a clamar: se le olvidó excluir a La Rioja), el anfitrión dilucida su porvenir a escala regional y se sitúa por lo tanto en las antípodas de su jefe: la Providencia derrama sus bienes sobre La Rioja mientras los niega para el resto de España. En efecto, la cuadratura del círculo. Todo un misterio.

Como la precampaña, muy rica en este tipo de contradicciones, porque Casado llegaba desde el País Vasco, donde proclamaba las bondades del Concierto Vasco, nada menos, de tan ingrato recuerdo para La Rioja, como esos roqueros de gira permanente que se traban cuando saludan a su público incapaces de distinguir si están en Vitoria o en Logroño, pecado que no cometió el mandamás de Génova: sabía bien dónde estaba, porque era ya la cuarta vez que recorría las calles de Logroño desde julio y habrá visto desde entonces cómo evolucionaban los biorritmos de quienes le han recibido cada vez. Justo en dirección contraria a la que marcaba ayer la escaleta: Casado recogió por La Rioja más valles que picos hasta que alcanzó el poder máximo y pudo permitirse lujos como imponer a su favorita en Logroño contra el criterio de la cúpula del partido y el dictamen de su comité electoral, de nuevo desautorizado ahora en la elección de un par de candidatos a las cabeceras de comarca. A quienes Casado saludó con cordialidad antes de posar en la foto de familia, meterse en el coche que aguardaba en Duquesa de la Victoria y salir perseguido por el eco de sus propias palabras, que buscaban el clímax, y las de Ceniceros: «No queremos ser perfectos».