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Rafael del Rey es una voz autorizada en el complejo sector del vino. Director general del Observatorio Español del Mercado del Vino, también ha ocupado ... ese cargo tanto en la Federación Española del Vino como incluso, en los años 90, en la desaparecida asociación bodeguera Arbor, dentro de Rioja. Conoce bien los entresijos de la Denominación y esta semana ha participado en la presentación del balance de comercialización y enoturismo que ha realizado el Consejo Regulador.
– La caída del consumo de vino a nivel mundial otro 2,6% profundiza en la crisis del sector. ¿Qué prop one para revertir la situación?
– Del análisis que hacemos a nivel internacional, divido el vino en tres grandes capítulos. En primer lugar están los vinos tradicionales, los más clásicos, normalmente tintos, los de las regiones europeas de toda la vida, aquellos en los que vemos problemas más acuciantes en cuanto a consumo. Pero yo me resisto a pensar que vayan a ir de capa caída. Se me ocurre, para conseguir una recuperación, buscar nuevos mercados en América Latina o en África y sobre todo utilizar cada vez más el argumento del medio ambiente y la sostenibilidad.
– ¿A qué se refiere?
– Creo que el vino ha utilizado poco, menos de lo que pudiera, ese argumento de qué hay detrás del producto, desde la perspectiva del medio ambiente, de la sociedad rural, de la agricultura, de las personas y los pueblos…
– Hablaba de tres grandes capítulos...
– Sí. Tras ese primero que he citado hay un segundo grupo de vinos que van razonablemente bien. Son vinos populares, fáciles de beber, agradables: están los blancos, los espumosos, algunos de baja graduación... Podemos impulsarlos dando a las bodegas los instrumentos suficientes para que tengan distintos tipos de vino en su cartera de productos para enfrentarse a los diferentes segmentos de mercado. Y existe un tercer grupo donde los cambios pueden ser más revolucionarios y radicales, porque si la tendencia es hacia un menor consumo, si los jóvenes buscan vinos dulces o con burbujas, habrá que reinventarse… Me daban el otro día este dato: tres de cada cinco litros de Prosecco se utilizan para cócteles como el spritz… Vemos que se consume también el Portonic que se hace con vino de Oporto y tónica en lata. Eso es reinvención.
– Tampoco corren buenos tiempos para la Denominación de Origen Calificada (DOCa) Rioja con caídas de ventas en los últimos años y también en el arranque de este 2024. ¿Sirven esas recetas que plantea para lo que sucede en nuestra tierra?
–Hay regiones que no se pueden reinventar completamente ni reestructurar todo el viñedo. Rioja tiene que gestionar su cartera de productos en función de sus características particulares y, muy especialmente, de su tamaño. Aquí todavía hay un gran margen para tener muchos más vinos de alta gama y esa debe ser la apuesta en Rioja. Hay hueco para ese tipo de vino de un segmento alto, que va bien y seguirá yendo bien; hay potencial para tener muchas más botellas y venderlas. Y todo ello debe ir unido a vinos más populares y fáciles de beber, adaptados a gustos de otros mercados, con una mayor proporción de blancos.
– Escuchando su análisis, ¿no coincidirá entonces con Tim Atkin que decía hace unos meses que Rioja está en la mayor crisis de su historia?
– No estoy de acuerdo, no. Algunos hemos conocido la crisis de la primera parte de los años 90, que fue incluso mayor que la actual. No olvidemos que entonces algún informe de alguna consultora de prestigio hablaba de la imperiosa necesidad de arrancar gran parte del viñedo porque no le veía futuro. Pero las cosas cambiaron, hubo un 'boom' mundial del vino, inesperado para la mayoría, y la segunda mitad de la década fue la época de mayor expansión. Rioja ha pasado etapas malas y ahora mismo no sabemos la gravedad de la crisis
– Usted ha hablado de una polarización hacia dos extremos: vinos premium y vinos populares, de menor grado, blancos… ¿Rioja está en el medio y corre el riesgo de no saber hacia dónde ir?
– Ese debate existe en Rioja y en otras zonas vitivinícolas. Una región pequeña puede especializarse en el segmento súper premium por ejemplo, pero si ya tienes un determinado tamaño debes gestionar una cartera de productos más amplia. Y vuelvo a lo de antes, hay recorrido para hacer más vino de más alta gama.
– Eso obliga a mejorar la calidad para, así, vender las botellas más caras. Porque, ¿esa debiera ser la filosofía no? ¿Y hay conciencia para ello?
– Hace años Pedro Ballesteros (master of wine) y yo ya escribimos la hipótesis del 50x50x50 y la necesidad de tener más marcas de vino con botellas a más de 50 euros y que se vendan en cantidades de más de 50.000. Hace falta un cierto volumen de marcas de prestigio. Eso nos lo explicó un distribuidor de vinos de alta gama en Reino Unido. No podemos tener solo cuatro botellas, sino dar la seguridad al cliente de que podrá encontrar ese vino en diferentes sitios.
– Otro elemento que no se puede perder de vista es la falta de rentabilidad de los viticultores, que el año pasado dejaron aquí viñas sin vendimiar. ¿Exige la situación un cambio de modelo? O yendo más lejos, ¿Rioja es aún modelo de éxito o está agotado?
– Por la cantidad de inversiones que atrae Rioja, porque no hay bodega de prestigio en España que no tenga algún vino de esta Denominación, se demuestra que sigue siendo un modelo atractivo. Y con respecto a la rentabilidad del viticultor, debemos estar plenamente convencidos de que sólo se consigue vendiendo bien los vinos. Sólo así el viticultor podrá cobrar más por sus uvas.
– Pero también cada vez más bodegas de Rioja exploran otras denominaciones, Ribera del Duero sobre todo. ¿Es una inercia peligrosa?
– Es un hecho ineludible, que no va a volver hacia atrás y que, por cierto, se llama competencia. Porque Rioja compite con otras denominaciones españolas y esa competencia la hacen muchas veces los propios operadores que trabajan con vinos de diferentes regiones.
– Aludía antes a los años 90 y al planteamiento que hubo entonces de arrancar viñedo. Ahora se habla abiertamente de esa alternativa para atajar la crisis actual. Burdeos, de hecho, ya lo ha aprobado. ¿Ha llegado la hora de hacerlo en Rioja?
– El arranque de viñedos debiera ser la última medida en la que pensar, básicamente por dos motivos en mi opinión. En primer lugar, me preocupan muchísimo los efectos medioambientales y sociales de la pérdida de masa vegetal de viñedo. Y en segundo lugar, porque el análisis de los datos en los últimos años demuestra que, en caso de que llegáramos a la conclusión de que sobra vino, algo que no lo doy totalmente por asumido, con menos viñedo se puede producir incluso más. La clave está en el rendimiento.
– El Consejo tiene que aprobar próximamente esos rendimientos de los que usted habla y abordar si sigue reservando un 4% para el vino de mesa, algo que parece inconcebible. ¿Que opinión tiene al respecto?
– Son medidas internas que desconozco.
– Ni la destilación ni la cosecha en verde han dado los resultados esperados y, en cambio, se han gastado millones y millones de dinero público. ¿Lo entiende?
– La cosecha en verde es una de las medidas aprobadas por la Comisión Europea y no es muy popular desde el momento en que exige la eliminación de toda la uva de la parcelas. En los últimos años, depende del presupuesto para que esa medida sea más o menos exitosa, pero no parece que tenga mucho efecto. La destilación sí es una medida directa que quita vino del mercado pero la Unión Europea la considera una medida de crisis. Y existe el debate de si todos los años vamos a tener una crisis en el mundo del vino, porque en ese caso hablaríamos de que habría que tomar medidas más permanentes ya que entonces la situación no se resuelve con acciones a un año o dos.
– Aprovechando esa llegada de recursos públicos, ¿no debiera ser el sector privado más ambicioso para hacer una reestructuración de cara a futuro? ¿No habría que exigirle más responsabilidades?
– En el Observatorio Español del Mercado del Vino analizamos fundamentalmente la demanda y a los consumidores. Nuestro objetivo es trabajar para lograr que se pueda vender más aunque en los países productores tenemos una tendencia a mirar más la producción. El primer planteamiento que hay que lanzar al sector es qué podemos hacer para vender más y mejor. Eso exige salir más fuera, tener departamentos de marketing más fuertes, estar más encima de los distribuidores… Ahí pondría el énfasis.
– El enoturismo bate récords en Rioja e incluso supera las cifras prepandemia. ¿Pero en qué medida puede ser la tabla de salvación para las bodegas?
– Es una oportunidad muy interesante para acercar el vino en general a los consumidores. El enoturismo tiene muchas ventajas, es una buena fórmula de conseguir reconocimiento de marca y de potenciar las ventas. También empieza a ser una línea de negocio en sí mismo por los eventos que se hacen en bodega, por su vinculación con la gastronomía… Aunque creo que no está creciendo al ritmo esperado y hay mucho margen de mejora como hacer mayor esfuerzo en la comercialización del enoturismo como tal.
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