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Primero, la incredulidad. Luego, la duda que apunta a certeza. Después, el cabreo. «Nos acostamos con el disgusto y amanecemos con ello». Así se expresaba este lunes Arantxa Bargo, de la asociación vecinal de El Cortijo, tras confirmarse que las piedras del arco logroñés del puente Mantible descansan ya sobre la ribera del Ebro.
La localidad del municipio de Logroño llora a su puente. Lo hace tras años, décadas, reclamando su recuperación. Y todo ello en vano. «Ya a finales de los noventa se hablaba de la necesidad de que La Rioja interviniese en el puente, porque Álava ya lo había hecho en su parte», recuerda Bargo, quien pone voz al sentir del barrio, un sentir de auténtica indignación.
«Se lo han dejado caer porque nunca se lo han tomado en serio y a El Cortijo nos tienen olvidados. Que ningún político diga nada, el único que ha hecho algo por salvar Mantible ha sido el actual equipo de Gobierno y la pena es que ha sido con ellos cuando se ha venido abajo porque no ha aguantado. Pero antes, ni en los ocho años de Cuca Gamarra ni en los cuatro de Tomás Santos... ni en todos los años de Gobierno de Pedro Sanz pese a ser Bien de Interés Cultural», lamenta.
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