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Aún no son las once de la mañana y a la sombra, con el viento que se acaba de despertar, la espera se hace lo suficientemente incómoda como para cerrar la cremallera de la zamarra y esconder las manos en algún bolsillo. A esa hora, poco antes de que una trabajadora del centro de salud Siete Infantes de Lara de Logroño salga para mandar a casa a los últimos de la fila, casi medio centenar de personas (la mayor parte de ellos peina canas) permanece estoico en el acceso a las instalaciones de la sanidad pública riojana.
Cuando la sanitaria asoma por la puerta con una bata de protección larga, un runrún comienza a recorrer la fila de principio a fin. Se están agotando las vacunas, sospechan. En medio minuto lo confirman. Es lo que tarda la trabajadora en cuadrar el número de dosis contra la gripe que esperan destinatario con el de pacientes que esperan la vacuna.
–Hasta aquí. Ya se han acabado las vacunas.
Pilar | Paciente del Siete Infantes
Pedro | Paciente del Siete Infantes
María del Pilar, Pedro, Pilar y Lorenzo se quedan, como al menos otra decena de personas, al otro lado de la muga imaginaria que traza la empleada. En el lado malo. Incrédulos, buscan una explicación mientras muestran los SMS y los papeles con sus citas para la mañana de ayer.
–No hay más vacunas. El problema es que no nos llegan, no es que no queramos vacunar. No hay vacunas.
–Pero si tenemos cita.
–Pues vuelvan mañana... Pero no sabemos si habrá vacunas o no. No sabemos cuándo nos van a mandar más...
La trabajadora se disculpa como puede y recorre en sentido inverso la fila mientras los excluidos alumbran una tertulia –con mascarilla y distancia de seguridad– para dar rienda suelta a su frustración por la solución propuesta: «Nos dicen que volvamos mañana, pero no saben si habrá vacunas y que antes que a nosotros tendrán que vacunar a los que se quedaron el jueves y el viernes sin ella». No es un problema nuevo. El pasado martes, recuerdan trabajadores del centro, 45 pacientes también fueron invitados a volver otro día.
«No hay derecho», dice repetidamente María del Carmen, que junto a su marido se ha escapado de su refugio rural anticovid para vacunarse en su centro de salud. «Tenemos cita a una hora concreta y estamos citados desde hace quince días. Si saben que no hay vacunas para todos, nos podían haber mandado un mensaje cambiando el día. Tan sencillo como eso», argumenta junto a ella Pilar mientras invita a todos a ver la cita en su móvil: el 8 de octubre; 11 horas.
La escena no es exclusiva del Siete Infantes. Se repite en otros de los centros de salud en donde la mayor demanda de vacunas impacta de frente con el stock limitado del inicio de la campaña de vacunación para la que el Ejecutivo ya anunció la adquisición de 70.000 dosis, 3.000 más que en el 2019, destacaron.
Desde la Consejería de Salud asumen ciertos «desajustes» que, insisten, son «puntuales» y que detrás de ellos está la dispensación esporádica de vacuna a algún paciente de edad avanzada que acude a una cita con su médico de cabecera en la que no estaba previsto el pinchazo. «El abastecimiento en las primeras semanas de las campañas es más ajustado», justifican desde Salud al tiempo que trasladan un mensaje tranquilizador: «Los pacientes que han tenido que irse sin vacuna tienen cita para el día siguiente o, a lo sumo, dos días más tarde». Habrá para todos, dejan entrever.
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Abel Verano, Lidia Carvajal y Lidia Carvajal
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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