De tribu a tribu

A medicina de guerra, periodismo de testimonio: se cede el micro

Domingo, 5 de abril 2020, 12:36

Piden los compañeros del periódico, a los que cada mañana de vídeo conferencia veo con el aspecto 'arreglado pero informal' de andar por casa, que explique cómo nos organizamos en TVR para llegar cada día en sus hogares. Difícil.

Publicidad

Nuestros corsé ha estallado por ... todas las costuras, nuestro puzzle lo ha desmenuzado el 'covi', como familiarmente le llaman los sanitarios. Algunas piezas ya no están. Nos ha tocado –igual que a los demás– lamer heridas, frenar en seco y pensar en corto.

Con el ejército de periodistas, técnicos y cámaras diezmados por decisión propia, la televisión en tiempo de alarma ha catapultado los estándares técnicos, el maquillaje y los platos abigarrados. Arrojamos al baúl de las causas perdidas la anticipación y asumimos, frustrados, que la información nos devora.

Modificamos nuestro horario, multiplicamos (hasta la extenuación) el teletrabajo y nos hicimos con guantes, desinfectante, mascarillas, film, extensores de micro (un palo que nos aleja de la saliva a traición) y grandes dosis de paciencia. Superada la catarsis, decidimos dejarnos llevar por la ola, no oponer resistencia y hacer valer más que nunca- el sentimiento -de pertenencia a esa 'tribu' que vuela hacia el suceso cuando todos huyen de él.

Los protagonistas de esta guerra están muertos. Mueren solos. Con insuficiencia respiratoria (síndrome de distrés, le dicen los sanitarios). Los colocan en decúbito prono. Pero mueren. A cientos. Y se aplica medicina de guerra. Vaya si se aplica. A medicina de guerra, periodismo de testimonio. Se cede el micro.

Publicidad

A los que quedan, con el duelo en vilo. A las familias. Los confinados. Las fuerzas de seguridad. Los tenderos. Los niños. A los ancianos, que mueren en residencias devenidas en auténticas ratoneras.

Y a los políticos. De cualquier signo. La estupidez y la soberbia humana han demostrado que, país tras país, todos tropezamos en la misma piedra. Como si el hacedor de este macabro juego de rol supiese a ciencia cierta que somos gilipollas profundos. Ya llegará el momento de juzgar (lo harán ustedes) a quienes soportan el yugo de la gestión. De momento, sus silencios y respuestas les definen.

Pero si a alguien colocamos la 'alcachofa' (un canutazo, le llamamos) con agradecimiento sincero es a ellos, a los sanitarios. No son héroes. Son trabajadores, con un sueldo muy digno en tiempos de gripe común e impagable ahora. Otra tribu. Vuelan hacia el suceso. Tienen su jerga. Se la juegan cuando nos hablan. El que lo hace, se desnuda.

Publicidad

Como Loreto. La entrevistamos esta semana. Junto a su pareja, Jesús. Ella se rompió. Cuando Carlos le preguntó por su vuelta al trabajo. Carlos y Loreto, miembros privilegiados de esa gente que puede traspasar las puertas que esconden tan demoledoras realidades. De tribu a tribu.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

¡Oferta 136 Aniversario!

Publicidad