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Los guantes, la doble mascarilla (FP2 y quirúrgica), una pantalla protectora o gafas, el gel hidroalcohólico, una alfombrilla desinfectante y la higienización y/o lavado continuo del uniforme, de las superficies que tocan los usuarios y de sus manos se han convertido en una rutina común para algunos de los profesionales riojanos que, aun en estos tiempos de distanciamiento social obligado por la pandemia, no pueden evitar mantener un contacto muy próximo con sus pacientes o clientes. Es la 'nueva normalidad' con la que trabajan día a día el dentista Antonio Tamayo (presidente del Colegio Oficial de Odontólogos y Estomatólogos de La Rioja), Guadalupe López (técnico láser), Ulises Gil (fisioterapeuta e instructor de pilates) y Jorge 'Pintxo' González de Garay (tatuador).
«Nosotras ya manteníamos un protocolo de limpieza e higiene muy estricto que ahora, si cabe, es aún más exhaustivo», refiere Guadalupe López, que trabaja en el centro de depilación láser Tacto de Logroño. No es la única que admite que las medidas de protección frente al coronavirus han supuesto intensificar el cuidado y la limpieza que ya mantenían. «Como fisioterapeuta ya estaba, por ejemplo, muy acostumbrado a lavarme las manos entre paciente y paciente. Ahora sencillamente es tener esta y otras cuestiones más presentes», afirma Ulises Gil, del centro de fisioterapia homónimo.
Todos declaran que seguir una serie de protocolos y pautas a la hora de desarrollar su labor les da seguridad, tanto a ellos como a los usuarios de sus centros.
Antonio Tamayo, Pte. Colegio de Odontólogos
Ulises Gil, Fisioterapeuta
Guadalupe López, Técnico láser
Jorge 'Pintxo' González de Garay, Tatuador
«La Comisión Nacional de Formación Continuada, que también presido, elaboró un protocolo de actuación después del confinamiento que incluía un curso sobre cómo llevar a cabo nuestro trabajo que han hecho más de 30.000 dentistas en España. Así, empezamos trabajar a finales de mayo con cierta normalidad», asegura el máximo representante de los dentistas en la región.
Con todo, alguno como Jorge 'Pintxo' González de Garay no oculta que aguantar la jornada con toda la parafernalia que exige la prevención del COVID-19 no siempre resulta sencillo. «Paso las ocho horas mal, muy mal. Resulta complicado tatuar con tres capas –entre pantalla y dos mascarillas– porque te sube el vaho a las gafas», admite el propietario del centro de tatuaje Pintxo Tattoo.
En el centro de fisioterapia Ulises Gil realizan un cuestionario antes de dar cita a los pacientes para saber si «la persona ha estado en contacto con algún portador del virus o si ha tenido síntomas en los últimos quince días». «Al principio de la desescalada, además les pedía que vinieran con la temperatura tomada, duchados y con ropa limpia», abunda.
En la consulta del dentista Antonio Tamayo la práctica del cribado previo también resulta habitual. «Cuando solicitan cita se les realiza un triaje», expone. Lo que es común a todos los centros es que los usuarios deben acudir con mascarilla. «Hay gente que entiende perfectamente todas estas medidas y otros que no y que no las quieren respetar. A esos, llegado el caso, no se les deja entrar en tienda por el bien de los trabajadores y de los ciudadanos en general», apunta el tatuador 'Pintxo'.
Afortunadamente, la responsabilidad se impone por abrumadora mayoría. «La gente está muy concienciada y vienen con mucha precaución, colaboran y tienen paciencia», asegura Guadalupe López, de Tacto Depilación Láser. Y es que, en el caso de su centro como en el de los otros de estos profesionales 'a corta distancia', la situación de pandemia les ha exigido espaciar las consultas para proceder en los intervalos entre usuario y usuario a la desinfección de salas, camillas y de cualquier elemento que se haya tocado.
«Ahora hemos incrementado los tiempos que dedicamos a la atención de cada persona porque, en cada cita, incluimos los minutos extra que destinamos a la limpieza de la cabina», explica la técnico láser. Precauciones, todas; pero miedo, no. Estos profesionales sostienen que las consultas a sus servicios se han reanudado a buen ritmo.
«Creo que los meses de mayo y junio han sido los mejores de los últimos diez años en nuestra tienda», dice tajante 'Pintxo'. No sabe si atribuirlo en parte a que han sometido el local a una reforma completa; pero lo que no pone en cuestión es que «la gente tiene muchas ganas de hacerse cosas». «Estamos a tope», reconoce a su vez Guadalupe. La demanda de depilación láser vive su temporada álgida de cara a la temporada estival, también en tiempos de pandemia; si bien «frente a veranos anteriores no existe tanta premura porque les atiendas pronto porque no todas las piscinas abren».
Y por si cabía la duda, para algunos esta época será, sin duda, un recuerdo imborrable. «Varios nos han pedido que les tatuemos el coronavirus o corazones con mascarilla y tiritas», revela 'Pintxo'.
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