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Marta (nombre ficticio) trabaja para una compañía de seguros. En marzo de 2020 recogió su portátil y los documentos que estaba tramitando en la oficina en esos momentos y se marchó a casa. Desde su domicilio estuvo teletrabajando un año. El pasado mes de ... abril la plantilla se dividió en grupos 'burbuja' y retornaron presencialmente en semanas alternas. A principios de septiembre todos los trabajadores regresaron a sus puestos físicos. En su caso, la empresa ha decidido «recuperar la situación que teníamos antes de la pandemia, es decir, presencialidad al cien por cien». Admite que el cambio le ha costado porque vive «fuera de Logroño y era «una forma de ahorrar el coste del transporte». «Pero también he notado que me concentro más y que teletrabajando terminaba más tarde», señala.
El fin de las restricciones y el aumento de la cifra de población vacunada ha animado a la mayoría de los sectores a recuperar el modelo presencial frente al teletrabajo. El número de ocupados que trabaja desde casa en La Rioja ha pasado de un máximo de 14.800 personas alcanzado en el segundo trimestre del año pasado a 9.000 en el mismo periodo de 2021, según los datos del INE. En términos relativos supone un descenso del 39,2%, ligeramente superior a la caída promedia del conjunto del país que ha sido del 38,7%.
La estadística oficial confirma que el teletrabajo está en retroceso. Una opción laboral poco desarrollada en España y que parecía que se potenciaba con la crisis sanitaria provocada por el COVID para desembocar en un sistema 'híbrido' en el que, siempre desde la voluntariedad, el trabajador pudiese trabajar a distancia unos días de la semana laboral y otros hacerlo de forma presencial.
Es el modelo que ha implantado la entidad bancaria en la que está empleado Jesús, quien también pide guardar el anonimato: «A mí me parece muy bien, me encaja, porque aunque pierdes relación con los compañeros, esta es una forma de conciliar el trabajo con la vida familiar, que es lo que más he apreciado con este sistema».
Y es que el teletrabajo «ha introducido un factor de calidad de vida en la relación de trabajo, lo que es fundamental porque nos pasamos la mayor parte de la vida trabajando», subraya la profesora del Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de la Universidad de La Rioja, Concepción Arruga. En su opinión, este modelo «tiene muchísimas ventajas; no sólo la conciliación de la vida familiar y laboral, sino la reducción de la contaminación». Cuestión, advierte, que se debe tener muy en cuenta porque «el modelo de crecimiento económico tiene que reorientarse para pensar en el ser humano, en la calidad de vida, en la salud, en respetar el medioambiente y en convivir con la naturaleza, no en arrasarla como hasta ahora».
Ahora bien, Arruga enfatiza que «todo cambio necesita su proceso de adaptación», dado que «los cambios bruscos no son buenos para los trabajadores. «Lo ideal –apunta– sería un paso paulatino para que pueda organizarse esa transición». A su juicio, «habrá gente que esté deseosa de volver presencialmente al trabajo, pero cada persona es un mundo; por eso sería bueno que los servicios de prevención de las empresas valorasen con cada trabajador el tiempo que va a necesitar para incorporarse a su puesto de trabajo, porque puede ser que su rutina de trabajo y conciliación necesite un reajuste».
También en las administraciones públicas se volvió de manera general a la presencialidad el pasado día 1. De los 11.767 trabajadores al servicio del Gobierno de La Rioja, 2.857 pudieron acogerse a la modalidad de prestación de servicios en la modalidad no presencial, quedando excluidos los docentes en centros no universitarios, los trabajadores de centros de carácter asistencial-sociosanitario y de las instituciones sanitarias del Sistema Nacional de Salud, así como el personal cuya función es la atención directa al ciudadano.
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María José González
En el caso de los 2.910 empleados en el sector público del Estado (con datos al 1 de enero), y exceptuando los 1.714 efectivos de las Fuerzas Armadas y Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, el pico más alto se produjo en abril de 2020 cuando se cerraron las administraciones públicas y había limitación de movimiento. A partir de diciembre pasado fue aumentando el trabajo presencial en todas las áreas. En el caso concreto de la Delegación de Gobierno, y con fecha 1 de agosto, trabajaban ya presencialmente 66 de sus 76 trabajadores, el 86,8%.
Por su parte, el Ayuntamiento de Logroño no tiene autorizado el teletrabajo salvo en caso de confinamiento del trabajador. La plantilla (900 empleados) trabaja al 100% en estos momentos, aunque en abril de este año teletrabajaban 107 personas, el 11,9% del total. Durante el confinamiento de la primera ola de la primavera pasada todos los efectivos desempeñaron su labor a distancia, excepto determinadas áreas donde su presencia física es imprescindible como bomberos, policías locales y servicios sociales. En mayo del año pasado se incorporó un tercio de los empleados al trabajo presencial y el regreso del resto ha ido siendo paulatino. El programa temporal de teletrabajo voluntario que fue aprobado en enero y que se regía en función de la evolución del COVID terminó el pasado 15 de junio para todos los trabajadores. En estos momentos, el Consistorio capitalino no cuenta con un reglamento sobre teletrabajo.
9.000 riojanos seguían teletrabajando al cierre de junio, de los que 5.000 eran mujeres.
2.857 empleados de la Comunidad llegaron a trabajar de forma no presencial en la pandemia.
Por su parte, la Universidad de La Rioja mantiene en vigor para el Personal de Administración y Servicios (PAS) el acuerdo de enero de implementación de la modalidad de trabajo no presencial en situación de pandemia, aunque desde la institución se asegura que ya se está trabajando en un nuevo texto que regule esta modalidad de trabajo de forma permanente, al margen de la actual situación de pandemia. En la actualidad hay 59 personas acogidas a esta modalidad de teletrabajo, lo que supone el 22% de los 263 trabajadores de la plantilla del PAS.
En marzo la cifra ascendía a 97 trabajadores, el 37,3% del total. Prácticamente todos realizan el teletrabajo en semanas alternas, es decir, por turnos, no de forma simultánea.
En cuanto al Personal Docente e Investigador (PDI), la modalidad de trabajo a distancia viene marcada por las directrices del plan de contingencia para la impartición de la docencia (aislamiento por contagio del profesor, contagio entre los estudiantes, contacto con personas contagiadas...), así como la pertenencia a grupos vulnerables. Tanto en el curso 2020-21 como en el curso 2021-22 solo un integrante del PDI ha solicitado la modalidad de trabajo a distancia al pertenecer a uno de estos grupos.
La inmersión urgente en el teletrabajo llegó de forma abrupta en marzo de 2020 con la declaración del estado de alarma y la estadística del INE no tardó en confirmar lo ocurrido en La Rioja. En junio de ese año había 14.800 ocupados trabajando a distancia, lo que representó un aumento del 190,2% respecto a los 5.100 de 2019. Fue, y sigue siendo, el dato más alto de toda la serie histórica que ofrece el centro estadístico. Lo más llamativo es que este aumento del teletrabajo estuvo protagonizado por las mujeres, ya que la cifra de teletrabajadoras se quintuplicó, pasando del 2,8% al 13,9% del total de ocupadas. En el caso de los hombres se duplicó y pasó del 4,3% al 8,3%.
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