Basta con acercarse al San Pedro para comprobar qué es eso del estado de alarma. No hay que permanecer más que unos minutos en cualquiera de sus puertas para poder ver la gravedad de la situación y relativizar la tensión que cada familia pueda ... vivir en su domicilio en días de confinamiento. Y uno entiende por qué tanta insistencia con el 'quédate en casa'. «Esto es lo más gordo que probablemente nos toque vivir en la vida», asegura Javier, enfermero de Urgencias y Emergencias.
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El complejo hospitalario logroñés lleva días inmerso en el estado de alerta y en su interior, aunque entrando y saliendo, uno puede llegar a contemplar entre idas y venidas a toda una legión de superhéroes... con bata y no con capa. De carne y hueso, eso sí, y perfectamente reconocibles porque llevan mascarilla en vez de máscara. Son los profesionales sanitarios que combaten desde hace días contra el coronavirus, aunque no quieren olvidarse del personal de limpieza, de cocina o de seguridad.
Si alguien duda de que el panorama apunta a drama, cualquiera de los que están a pie de cama te saca del error. «Es un drama», confirman. «Se aguanta, se aguanta de momento, veremos al final de esta semana», sentencian Diego y Vladimir, cardiólogo y anestesiólogo a la carrera. A ellos, junto al resto de la plantilla –a la que se están sumando incluso jubilados– se les está convirtiendo en los superhéroes contra la epidemia que marcará un antes y un después en nuestra sociedad por su trabajo incansable para frenar el avance del COVID-19 en La Rioja. Y aunque agradecidos, insisten en que bajo la bata, los guantes y la mascarilla solo hay una persona «como las demás», con sus inquietudes y desvelos. Con su estrés, sus lágrimas y, como no, sus miedos.
«Soy gallega afincada en La Rioja desde hace tres años... trabajo como enfermera en Viamed Los Manzanos... un poco antes de que esto empeorara llevé a mi hijo de tres años a Galicia porque sé que esta situación va a ser muy complicada y ni quiero que mi hijo se contagie ni quiero que vea a una madre agotada o enferma... por eso pedimos a la gente que nos ayude quedándose en casa y, ya que nos sacrificamos nosotros alejándonos de nuestras familias, pedimos que ellos permanezcan en sus casas con los suyos», escribía ayer su testimonio Teresa.
Los propios profesionales sanitarios fueron los primeros en lanzar un mensaje de responsabilidad. Hoy, nadie se atreve a decir cuándo ni cómo acabará todo, pero parece claro que nada volverá a ser como antes... y que tocará sacar conclusiones. «Es probable que después de todo esto, los ciudadanos exijamos la calidad en nuestros sistemas sanitarios que no solo nos merecemos, sino que pagamos vía impuestos, que cuidemos y mimemos a nuestros profesionales y hagamos un uso mas racional de nuestros recursos. De lo contrario, nos acordaremos cuando necesitemos a la sanidad pública, ya no este ahí o sea simplemente inoperante. Una sanidad 100% pública, gratuita y universal no solo salva vidas, nos hace mejor como sociedad», advierte Javier, quien considera que, de cara al futuro, habrá que extraer lecciones.
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