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Justo Rodriguez
La vivienda: no solo cuatro paredes

La vivienda: no solo cuatro paredes

El COVID enseña que la casa es mucho más que un sitio para comer y dormir, y que hay que disfrutarla

Domingo, 10 de mayo 2020, 20:16

El confinamiento recluyó en casa a los riojanos, que han tenido semanas, más que suficientes, para ver con detenimiento en qué viviendas residen. Y en esa nueva forma de observar han valorado de forma mayúscula, digamos extraordinaria, aquellos espacios exteriores que habían eliminado porque les parecían inservibles. Léanse galerías, balcones y terrazas, que sucumbieron a los cerramientos para, entonces sí, aun pretendiendo lo contrario, convertirse en verdaderamente inútiles: no consiguieron integrarse como espacios interiores de las viviendas y fueron condenados a hacer las veces de escoberos, trasteros, zapateros o despensas.

Esta es solo la punta del iceberg del concepto de vivienda de la era posterior a la crisis del coronavirus que Diario LA RIOJA quiso testar este miércoles en un debate con tres reputados arquitectos de la comunidad: Alfonso Samaniego (decano del Colegio), Jesús Marino Pascual y Pepe Garrido. Quienes sorprendieron a los bisoños periodistas en la materia desde el inicio de la conversación. La rueda, escuchad muchachos, ya está inventada.

Porque los ventanales amplios, las terrazas como estancias de vida, las galerías que sirven de transición entre el exterior y el interior «llevan décadas haciéndose, así que no vamos a inventar viviendas nuevas», abrió fuego Samaniego. «Desde los años 30 del siglo pasado, por una tendencia higienista en las construcciones», constató Garrido.

«Si el precio del suelo no sube, se podrá comprar una vivienda mejor, no una más cara con la calidad de la anterior»

Alfonso Samaniego

«Lo ideal es que esté pensada para poder trabajar y tenga una estancia al aire libre»

Jesús Marino Pascual

«Vamos a abrir nuestra vivienda al exterior y a usar más los espacios comunes para hacer vida social»

Pepe Garrido

Sin embargo, durante mucho tiempo no se han hecho terrazas «en la cantidad necesaria», apostilló el decano de los arquitectos riojanos, porque estos espacios «no computan de cara a la edificabilidad». De forma que bastantes propietarios «optan por cerrarlas» con el propósito de «hacer más compactas sus viviendas ganando supuestamente un espacio exterior para el interior». En este sentido, Marino Pascual destacó que las nuevas promociones ya incluyen en las escrituras la prohibición municipal del cerramiento de terrazas. «No así para las ya existentes, que están autorizadas, siempre que sean iguales para no estropear la estética del inmueble... que la estropean», añadió Samaniego.

Por ello es fundamental «contar con una normativa y un control serios» por parte de los ayuntamientos, coincidieron los tres profesionales. «Y no solo las terrazas; el intercambio entre el espacio público y el espacio privado se produce en el espesor de la fachada, en los muros», así que «no se puede permitir que se hagan más grandes las ventanas rompiendo el juego compositivo de un edificio», impelió Garrido.

¿Por qué esa llamada a la labor vigía de los ayuntamientos? Los tres arquitectos concordaron que, aunque cada edificio es particular, de quienes lo compran, su fachada «conforma el espacio público» y «esa es de todos los ciudadanos». Que pueden «disfrutarla», caso de Barcelona, o «sufrirla», como ocurre en algunas 'ciudades dormitorio' de Madrid, con «bloques compactos en los que los pisos dan a patios interiores angostos», lo que es «una locura».

El compás y la rosa

En este momento del debate surgió la figura del promotor que, en La Rioja, suele coincidir con la del constructor. Garrido recordó que «en nuestro escudo hay un compás, que responde a nuestra vocación técnica, y una rosa, ya que la arquitectura es una de las bellas artes clásicas». «Pero, claro, en el caso de la vivienda es un bien que se vende y entras dentro de una industria», y «los promotores son industriales que necesitan conseguir legítimamente una rentabilidad», enfatizó Marino Pascual, quien consideró «injusto que se asocie a promotores y constructores con la especulación». En este punto intervino Samaniego: «Lo curioso es que nunca se habló del comprador de pisos especulador que, a la hora de escriturar, los revendía y ganaba mucho más que el que había arriesgado el dinero en edificar, el promotor».

Y llegados a este momento resultó inevitable hablar del suelo. De cuando durante el 'boom' inmobiliario subió tanto que «no se compraban viviendas mejores, sino más caras», a cuando se desplomó con el estallido de la 'burbuja'. Para Samaniego, «deberíamos conseguir, de alguna manera, que el precio del suelo no vuelva a subir para que cuando nos recuperemos económicamente y mejore el poder adquisitivo de la gente, se pueda volver a invertir, pero en calidad de vivienda, no en una vivienda más cara con la calidad de la anterior». «Esta ha sido siempre la lucha de los arquitectos y creo que debe ser la lucha ciudadana», aseveró.

Asimismo, los tres arquitectos concurrieron en la necesidad de actualizar la «obsoleta» normativa de habitabilidad en lo que concierne al «diseño de la vivienda» para adaptarla a «una sociedad que ha evolucionado» y que ya reclama «otras cosas». Por ejemplo, «estancias mucho más permeables entre sí». «El paradigma ya no puede ser el número de habitaciones que tiene que tener una vivienda; si no cambiamos este concepto, seguiremos haciendo lo mismo», advirtieron.

Otro cambio conceptual del coronavirus es cómo enfocará el comprador la que, por lo general, es «la mayor inversión de su vida». Samaniego señaló que «durante el confinamiento hemos vuelto a ver la vivienda como espacio de vida» y confía en que mucha gente haya «reorientado su idea de calidad de vida», y a qué le merece más la pena «destinar sus ahorros: si al crucero del verano o a la vivienda en la que se pasa metido once meses al año». Porque, acentuó Marino Pascual, la vivienda «es mucho más que un lugar donde se come y se duerme: es el gran reducto familiar en el que hacer una vida de la que se disfruta y en la que se teletrabajará más». Pero por nuestra necesidad de socialización, los espacios comunes (piscinas, merenderos comunitarios, pistas deportivas y zonas de juego infantiles) se han hecho «imprescindibles y contribuyen mucho a a romper el aislamiento de vivir en un bloque». Zonas para la comunidad que «no computan en edificabilidad, lo que es un incentivo muy favorable», y que tras la reclusión forzosa por la pandemia «usaremos mucho más».

«Y ¿cuál es la vivienda ideal?», les preguntamos cuando ya nos habían familiarizado con las «dobles fachadas» y las «ventilaciones cruzadas». «No existe», contestó Samaniego. Pero lo que está claro es que «para hacer un buen edificio hacen falta un buen arquitecto, un buen promotor, un buen constructor y, sobre todo, un buen comprador que sepa elegir bien». «Porque no: no hay que comprarlo todo», zanjó.

Sonia Tercero

Los parques públicos «facilitan la igualdad de los ciudadanos»

Samaniego, Marino Pascual y Garrido no tuvieron dudas al señalar que los logroñeses «somos unos afortunados» porque el Ayuntamiento «ha facilitado la igualdad a través de espacios públicos como los parques». Ya sean los más grandes, caso del que siluetea la sinuosa ribera del Ebro, como de los pequeños que, «han impedido los guetos, en las zonas caracterizadas por «bloques compactos y calles muy estrechas».

«Se pueden hacer todas las críticas que se consideren oportunas, pero tenemos que ser conscientes de que Logroño ha vivido una evolución en base a un Plan General que ha sido muy bueno y que ha sido una suerte», subrayó Marino Pascual con la aquiescencia de sus colegas. Porque «en el Ayuntamiento de Logroño hubo un equipo técnico que fue el redactor del propio Plan General que fue muy bueno. Esperemos que esto continúe y lo hagan bien».

Garrido aquilató «la fortuna de tener un jefe del área de Urbanismo, que decidió dedicarse a ella; desde que acabó la carrera entró en el Ayuntamiento y lo organizó todo», señaló en referencia a Javier Martínez Laorden. «Y le han dado... una 'callecita», lamentó. «Todavía no ha sido suficientemente reconocido», anotó el decano de los arquitectos riojanos, Alfonso Samaniego.

Finalmente, el diálogo terció sobre la rehabilitación, dado que «hay mucha labor que hacer sobre un enorme parque edificado que adolece de calidad de espacios, de calidad constructiva y de calidad de acondicionamiento y de habitabilidad», enfatizó Samaniego. «Pero no se trata solo de poner aislamientos y de pintar –dijo–; también precisa una redistribución de los espacios». «¿Qué adelantamos haciendo en Logroño una calle Portales fantástica si no vive nadie en ella?», interpeló.

Para quien esté pensando en la fibra óptica, Garrido recordó que «la reacondicionación del Casco Antiguo de Logroño supone dotar a las viviendas de unas condiciones de habitabilidad básicas». Un propósito que «exige invertir mucho y en el que el ciudadano tiene que contar con la ayuda de la administración pública», alegó Samaniego. «Y siempre pensando en la 'cualidad' de la vivienda y en que la habitabilidad va ligada al confort; si no hay confort, malo», previno Marino Pascual.

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